Un baremo cualitativo para quien pueda interesar

Ser universitario

El rasgo distintivo universitario no es solamente una categoría del hacer. Es más que todo una condición del ser. No es una profesión, es más bien una forma de vida.

Esta distinción semántica tiene un carácter epistemológico, ya que define la dimensión de la universidad como un espacio para quienes se dedican a ejercer la academia como trayecto y como destino vital.

La vida universitaria requiere de una vocación particular. El universitario genuino muestra un afán incansable por conocer, una curiosidad insaciable por la búsqueda de la verdad. Esto lo lleva a cultivar la capacidad de análisis, a desconfiar de cualquier intento de certidumbre definitiva, a cotejar diversas fuentes sin llegar a conclusiones apriorísticas.

Inevitablemente el universitario se convierte en un lector asiduo, intenso. Es la lectura su más fiel acompañante, su alimento espiritual, su nutriente indispensable para la construcción mental, para descubrir las razones, las causas, los efectos. De la práctica de la lectura deriva su intención de escribir, de exponer sus reflexiones. El universitario escribe porque no le es permitido limitarse a opinar, sino que necesita argumentar, contradecir, poner en duda, reconsiderar. La lengua escrita le permite lo que la oralidad jamás cristaliza: permanencia, posibilidad de revisión, tangibilidad de la idea.

Un universitario por principio milita en el respeto por el otro, por las ideas del otro. Por lo tanto la tolerancia le es inherente. De allí que su praxis frente a los que aprenden con él refleja interés por las disidencias, por las contradicciones. El conflicto cognitivo es una acicate para profundizar en su saber, para enriquecer su experiencia.

Alguien podría pensar que este breve escrito propone a los universitarios pertenecientes a una estirpe superior. ¡Muy por el contrario! los universitarios por estar plenamente conscientes de las múltiples limitaciones que se le presentan en su objetivo por alcanzar la verdad, para ser coherentes, deben ser honestamente humildes ante la vida y pequeños ante la complejidad de cualquiera que sea su objeto de conocimiento.

La universidad no está delimitada por un campus, no es Harvard, ni de los Andes, ni la Central, ni de un epónimo cualquiera que sea, la universidad es una manera de ser. Es la vida de los universitarios.

Este ejercicio de análisis simple, se referencia en los universitarios emblemáticos de la vida académica nacional y universal. No quiero nombrar a ninguno, me los reservo como homenaje a su común tendencia a pasar desapercibidos, cosa imposible por su ejemplaridad. Los reconocemos de manera inequívoca: entregados a su quehacer, trabajadoras ejemplares, investigadores reconocidos, lectoras voraces, escritores impecables, sujetos originales, personas creativas, propositivas, buenos oyentes, seres discretos,  sin petulancias, dispuestos a compartir dudas y hallazgos.

Ser universitario no es sólo aquél que lo desea desde el alma, sino aquél que puede desde cualquier estrato social, rincón del planeta, característica étnica, condición física, llegar a serlo a partir de su inspiración, convicción y compromiso irrenunciable con la tarea de compartir el conocimiento.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3624 veces.



Myriam Anzola

Rectora UPTM ?Kléber Ramírez!

 anzolamyriam08@gmail.com

Visite el perfil de Myriam Anzola para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: