PENDEJOS DE LA ULA, MARCHAN APOYANDO A PROFESORES PEQUEÑO-BURGUESES.
Hoy he visto hoy una marcha de puros carajitos de bien, con sus cámaras fotográficas y de vídeo, con sus jeams semi-rotos importados de Miami, con sus gorritas ocho estrellas ladeadas y cuchis, con sus lentes oscuros finos, con sus mariposeo de risas y consignas sindicaléricas pidiendo mucho más recursos para las universidades autónomas.
En esta gente, claro, lo que prima es el exhibicionismo, el show y sobre todo la ignorancia. A ninguna de esa gente le hace falta nada sino cerebro y talento. Una cuerda de ociosos sin alma, ni país ni patria. Así los criaron, así los alimentaron con silicona, así los educaron para que vivieran mascando chiclet adams.
Esas bandadas de mediocres marchistas no saben (o se hacen los locos, quizá) sobre el real billete que se meten y se han metido los fulanos profesores universitarios desde que Chávez llegó al poder en 1998.
Yo tengo una Hilux del 2011, y le puse un grafiti en el que coloqué: “Soy profesor universitario y me estoy muriendo de hambre, please, help me”.
Yo no tengo ningún escrúpulo en decir que la universidad me corrompió volviéndome pequeño burgués, y que con el sueldo que he devengado he viajado por medio mundo cada año (Siria, Jordania, Libano, Turquia (Estambul, Ankara, Izmir, Capadoccia, Efeso, Pamukkale,...), Rusia (San Petersburgo, Moscú), Italia (todas sus importantes ciudades), todo Ecuador, Panamá, toda Cuba, ...(si quieren le muestro la multitud de sellos que tiene mi pasaporte).
Y la verdad es que todos nuestros aeropuertos se encuentran congestionados por multitud de profesores universitarios que van por todos lados presentado bazofias de ponencias con lo que jamás le han aportado al país el menor adelanto científico ni humano.
Pura mierda para darse caché pero que no pasan de ser unas ridículas y flácidas vergas de Triana.
Y teniendo yo tan harta plata, que me llegaba a chorrerones de distintos y abrumadores pagos por concepto que jamás he podido averiguar, me compré una tierra en los pueblos del sur, en el municipio Arzobispo Chacón e hice una muy bella casa de campo, y algunos lugareños han llegado a creer que yo soy algún consumado corrupto de la nueva república. Pero me consideran corrupto porque soy chavista porque si fuera escuálido me considerarían un distinguido y honorable académico que se ha ganado lo que tiene con el más digno y supremo sudor de sus ínclito cerebro.
Debo aclarar que llevo tres divorcios en mi larga vida, dos de los cuales se dieron en la quinta república. Del último quedé prácticamente en la calle, viviendo alquilado en una posada en el sector de La Capea, a unos siete kilómetros de Mérida. Quedé sin prestaciones y manteniendo a mis hijos. Pero me sentía seguro porque siendo profesor de la ULA estaba claro que en poco tiempo me repondría. De La Capea me mudé a un apartamento en la Urbanización Humboldt y allí estuve un año y de allí salí a un apartamento propio que me compré en La Pedregosa. Todo gracias a la celestina y cabrona Mamá ULA que cuanto préstamo necesito me lo da en pocos días. Plata y plata, señores. He comprado harta mierda que hasta nunca he podido usar, ni sé para qué carajo la llegué a adquirir, porque así anda uno de pervertido en este socialismo que nos llegó de repente, que te llega a convertir, aunque uno no lo quiera, en un consumista y capitalista consumado. Y me compré una Tuckson, carajo, y me volví a enamorar y me casé por todo lo alto, y he llevado una vida de rey comiendo y bebiendo de lo bueno y de lo caro.
Y ahora sale uno a la calle y se encuentra con una manada de pendejos que nos están apoyando para que nos sigamos metiendo otro super bola de soberano billete prácticamente sin que hagamos nada porque los profesores universitarios son casi todos una cuerda de vagos, incultos, presumidos y ridículos que no tienen cabeza ni para piojos.
Pero bueno, si esos pendejos se andan partiendo los lomos por nosotros, que le echen bola, que muchos nos aprovecharemos.
Jamás se podrá satisfacer la gula, el egoísmo ególatra y miserable de esta clase de gente; su petulancia infinita y su bestial capacidad para odiar a su propio país. Toda una verdadera y maldita plaga.
Lo certifico, coño.