Calidad y Educación en la IV República

Ante la crisis educativa que vivía Venezuela, la cual era evidente durante los años de la cuarta republica, y obedeciendo a una especie de reiterada afirmación en ese sentido, el presidente de la república de entonces Dr. Jaime Lusinchi, ante el desastre educativo, tomo la determinación de nombrar ejecutivamente una comisión  integrada por diferentes personalidades de diferentes orientaciones político ideológicas, con la finalidad de analizar la educación venezolana, su crisis y las posibles soluciones a la misma.

Dicha comisión, coloquialmente y con  reticencia llamada la comisión de los sesenta, se instaló según resolución del Ministerio de Educación el 14 de marzo de 1985, conformada entre otros por los eminentes Arturo Uslar Pietri, Orlando Albornoz, Pedro Rincón Gutiérrez, Edmundo Chirinos, Ignacio Iribarren, Antonio Luis Cárdenas, Ivan Olalizola, German Carrera Damas, Enrique Pérez Olivares, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Arnoldo Gabaldon y otras destacadas personas del mundo de la academia. La composición de la comisión, supo mantener un lenguaje escrupuloso, academicista cuidando de no causar suspicacias, que no obstante dejaron ver que en el régimen de la democracia representativa no había existido una política educativa en el sentido estricto, una acción planeada que previera  las medidas que se tomaron en algún momento, y que políticamente ayudaron  a consolidar el modelo político del régimen que era lo que al fin le interesaba a los dirigentes de ese momento.

El informe presentado por la comisión Presidencial del proyecto educativo nacional ante el presidente de la república entre otras cosas importantes refleja que “esta política educativa ocasionó un descenso en la calidad de la educación porque no se tomaron a tiempo las medidas para conservar o promover la excelencia” (pag.14), agregando en su pagina 16 que “el descuido y la falta de interés por la enseñanza de ciertos saberes fundamentales en todos los niveles se han acentuado. Entre ellos cabe destacar la inadecuada enseñanza de la lengua nacional, lo que conduce a una pobreza en la expresión oral y escrita. No se fomentan hábitos de lectura, no se cuida de enriquecer el vocabulario ni de exigir ni de enseñar una facilidad de expresión adecuada. La mayoría de los estudiantes  en todos los niveles no es capaz de expresar con claridad sus ideas, comete errores ortográficos y presenta graves deficiencias en la redacción”.

En la pagina 21, la nombrada comisión establece que “entre los efectos negativos más resaltantes de la masificación podemos mencionar la incorporación de docentes no siempre bien calificados y sin que se tomaran las medidas del respectivo entrenamiento en servicio; el congestionamiento y hacinamiento en las aulas, la marginalidad dentro del proceso escolar y la carencia de una infraestructura mínima necesaria”, esto refleja que el interés era lo cuantitativo sin importar la calidad educativa, aunado al clientelismo político, y fue el gobierno más adeco de la cuarta república al decir del mismo Lusinchi.

Por otro lado el referido informe, habla sobre el elefante blanco y la hipertrofia del Ministerio de Educación con insuficientes cuadros gerenciales, despilfarro de equipos y recursos aunado a la falta de mantenimiento.

El informe alude al clientelismo político partidista y a “la excesiva influencia de los partidos políticos AD y COPEI, de los grupos ideológicos y de los grupos de presión en todo el estamento educativo” junto a la vasta escala de privilegios que se repartían los cogollos educativos en jubilaciones, sobretiempos pagados y no cumplidos.

Al referirse a los medios de comunicación y los efectos negativos de la antiescuela, el informe es concluyente al establecer que “existe, entonces, una pugna tácita y temible entre los valores que pretende inculcar la educación formal y los antivalores a que está sometido continuamente el educando, y la sociedad toda, es decir, la pugna abierta entre la escuela y la antiescuela, antivalores estos que pretenden formar un ciudadano pasivo, acrítico, abúlico, sometido a la influencia de patrones de conducta de otras realidades”, agrega que “en efecto una abrumadora  proporción de la programación de la televisión y la radio en nuestro país proviene del exterior con contenidos apabullantes de agresión física y verbal, escenas de guerra y otras truculencias que estimulan conductas hostiles y destructivas” (Pag.39); agregando en la pagina 81 del citado informe que si la “ acción educativa se limita al aspecto formal y no se hace lo necesario para contrarrestar el inmenso poder deformador de la educación no formal, el esfuerzo estará condenado al fracaso. La antiescuela vencerá fatalmente a la escuela”, tal y como sucedió, es más la comisión exigió iniciar de forma inmediata los cambios sugeridos, pero el gobierno de turno prefirió engavetarlo pues el  diagnóstico era sencillamente espeluznante.

Es decir, en el pasado se quiso realizar un trabajo para evitar seguir en el camino de la distorsión y deformación educativa, pero los capos adecos y copeyanos maliciosamente condenaron el informe, porque al final resulto ser un balance de una gestión disparatada, absurda, clientelar y ajena a cualquier planificación, y su intención era acabar deliberadamente con el estado Docente para favorecer la privatización de la educación. La conducta de los dirigentes de la cuarta república consistía en engavetar los proyectos que le eran contrarios y sustituirlo por otro con tal de no alterar el orden establecido.

Existe un libro curioso, por los autores, intitulado “El fin de la comedia”, editorial ateneo, del año 1986, el cual al referirse a la universidad y al abortado proyecto de ley de educación superior, señala que “ fue aislada de los problemas macrosociales, convertida en instrumento partidista, receptor cuantitativo de bachilleres desorientados y consumidora de recursos financieros sin planificación, mientras le subestimaban su razón de ser” y “ los grupos inescrupulosos e individualidades corruptas que se insertaron en los partidos políticos, se aprovecharon de ella, de su fragilidad, explotándola, para reforzar su militancia y obtener mejores provechos en su escalada al poder político y económico, en consecuencia perdieron la perspectiva de que las instituciones educativas son para el cambio y bienestar social, y no fuentes empleadoras y formadoras de recursos humanos silenciosos, resignados, y ganados para el éxito fácil”.

hriverat1@hotmail.com

JAIME LUSINCHI Y LA EDUCACIÓN:  
Los capos educacionales adecos y copeyanos reaccionaron ante un informe que les acusaba como responsables del desastre educativo, condenaron el informe porque él, de suyo, era un balance de la gestión disparatada, absurda, clientelista y ajena a cualquier programación hecha durante un cuarto de siglo en la cuarta república.r

"El descuido y la falta de interés por la enseñanza de ciertos saberes fundamentales en todos los niveles se han acentuado. Entre ellos cabe destacar la inadecuada enseñanza de la lengua nacional, lo que conduce a una pobreza en la expresión oral y escrita .No se fomentan hábitos de lectura, no se cuida de enriquecer el vocabulario ni de exigir y enseñar una facilidad de expresión adecuada. La mayoría de los estudiantes en todos los niveles no es capaz de expresar con claridad sus ideas, comete errores ortográficos y presenta graves deficiencias en la redacción" Pagina 16, (este reparo lo hace extensivo a los docentes, lo cual considera muy grave) del informe presentado al presidente de la República Dr. Jaime Lusinchi la comisión presidencial del proyecto educativo Nacional. Ese informe fue engavetado y no se tomaron las previsiones necesarias. Así gobernaron los adecos. Y la IV República. Ag

JAIME LUSINCHI Y LA EDUCACIÓN.

El informe nunca fue aprobado, los capos educacionales adecos y copeyanos comenzaron a desprestigiarlo maliciosamente, el informe fue escasamente difundido, el clientelismo político le impidió y Lusinchi "no desea enajenarse el voto de los educadores del partido AD y eso para él es mucho más importante que el problema educativo"; pensar en el futuro les era incomodo a los adecos y copeyanos.

LUSINCHI Y LA EDUCACIÓNM

La educación es inoperante, ineficaz, despilfarradora, desorientadora, de bajísima calidad. Las proposiciones de la comisión eran más bien tímidas y se quedaron cortas ante el desastre de la educación.

JAIME LUSINCHI Y LA EDUCACIÓN:

Los capos educacionales adecos y copeyanos reaccionaron ante un informe que les acusaba como responsables del desastre educativo, condenaron el informe porque él, de suyo, era un balance de la gestión disparatada, absurda, clientelista y ajena a cualquier programación hecha durante un cuarto de siglo en la cuarta república.



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Heriberto Rivera


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