La Educación Universitaria en Venezuela: ¿Un ejemplo de mutación?

En estos tiempos de cambio en la política y la sociedad venezolana, no podemos pasar por alto los distintos sucesos que en forma silenciosa, se están gestando en el seno de la educación y muy en particular en lo que corresponde a la educación universitaria.

Atrás han quedado términos que representaban una generación o que al menos servían de marco referencial, ya nadie habla en estos tiempos de “Población Flotante” ni forma parte de las preocupaciones de los futuros bachilleres, la prueba de aptitud académica como requisito sine quo non para el ingreso en una casa de estudios a nivel superior.

En otrora, alcanzar una carrera universitaria constituía un verdadero sacrificio, no solo en la entrada o inscripción, sino en la etapa de formación propiamente dicha, por los distintos patrones de exigencia que planteaban algunas instituciones de educación superior. Los niveles de deserción en la mayoría de los casos eran atribuibles a la brecha que existía entre la exigencia de la carrera y la capacidad del estudiante de responder y asumir esa exigencia, en el marco de una sociedad pujante de los años 90.

Hablamos de una forma de ver las cosas, con una lógica que me atrevo a asegurar no persiste en el presente, hoy las Instrucciones para ser un pequeño burgués, magistralmente esbozada por Alberto Cortéz, han perdido vigencia o al menos han sido desplazadas por otros intereses en la sociedad y muy particular en la juventud que se levanta.
Antes, acudíamos a la experiencia como soporte en las políticas públicas sobre todo si estaban orientadas a la educación, así se sostiene en el tiempo las ideas de Beltrán Prieto y Arturo Uslar Pietri, que recogen sus seguidores en sendas fundaciones para mantener vivo el pensamiento, incólume ante el paso del tiempo.

Hoy, apostamos por la juventud, no en vano, la mayoría de los (as) ministros (as) del actual gobierno, son jóvenes cuyas vidas no superan las tres décadas, quizás retumban las letras de Alí, sobre todo las que hacían mención a la “…Sangre joven y el sueño viejo…” como un intento por oxigenar la lucha y lograr objetivos más concretos a corto plazo.

Pero sabemos que el problema, no lo constituye la edad, en educación universitaria, el avance se observa con proyectos que simbolicen intentos concretos de avances y mejoras en la calidad de la educación superior, proyectos que nos permitan replantearnos el sistema con miras a cambiar las cosas, sin intención de recurrir al reformismo.

La Municipalización de la Educación, el sistema de acreditación de experiencias y ahora los PNF (Programa Nacional de Formación) constituyen en la práctica, acciones especificas que inducen un bien o servicio palpable en la sociedad venezolana.

Resulta interesante escuchar conversaciones en el METRO o en transporte público en general de jóvenes estudiantes, que entre ellos (as) aluden a las carreras que están en el tapete en el mundo estudiantil. En los 90 escuchábamos los aspirantes a Trabajo Social en la Universidad Central, el tiempo evoluciona para escuchar Gestión Social en la Universidad Bolivariana de Venezuela.

¿Qué decir de la UNEARTES? ¿De la universidad del Deporte? ¿Quién iba a imaginarse que esa famosa escuela de El Junquito (para Policías Metropolitanos) mutaría para dar paso a una sede de la UNES (Universidad de la Seguridad), parece que la crisálida que vimos ayer, hoy es la mariposa que se posa en nuestro frente, recordando que la vida no es estática, hay un continuo movimiento de las cosas que nos rodean.

La permanencia en las aulas, han evolucionado para plantearnos 4 años en una carrera cuyo título sea el de Licenciado o su equivalente, ya imaginarnos un quinquenio o más años sumados, en la actualidad puede ser sinónimo de fracaso. Quizá este sea uno de los elementos más críticos, en este avance o cambio al que hacemos referencia, sin duda, el establecimiento de la Universidad Politécnica Territorial (UPT) se traduzca en la desaparición de los Institutos Universitarios Tecnológicos que alguna vez, centraron su oferta en una oportunidad de profesionalizar en menos tiempo.

Más allá de nuestras fronteras, también se gesta el cambio, mutan las ideas y surgen propuestas que se traducen en lineamientos casi inexorables e incuestionables por los gobiernos. MERCOSUR como bloque político y su plan de acción 2011-2015 constituyen normativas internacionales que orientan nuestros esfuerzos en materia de educación universitaria.

¿Qué decir del mundo? Si levantamos la mirada más allá de las tierras de Bolívar y San Martín, nos conseguimos la UNESCO con el “Proyecto Tuning” desde las entrañas de Bologna, Italia donde se apreció la necesidad de lograr la uniformidad y estandarización de los procesos educativos en Europa, sentimiento que comienza a latir en la América Latina, asumiendo esta propuesta como una estrategia que impulse la calidad del sistema educativo, que abarque inclusive, la migración del talento humano como mecanismo de aceleración de los procesos.








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Edwars Morillo

Profesor universitario

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