Durante la década de los años 60, se instauró en Venezuela un modelo educativo que respondió a las condiciones de dependencia y subdesarrollo impuestas a nuestro país por la burguesía industrial asociada al capital extranjero, fundamentalmente el norteamericano.
De esta manera, la educación venezolana fue adquiriendo un carácter eminentemente tecnológico y empresarial, "el carácter empresarial con que se concibe el hecho educativo, siendo lo más importante el logro de la eficiencia a través de una visión fragmentaria del conocimiento, donde lo técnico priva sobre lo teórico social" (Salas, C.A.). Vale decir, su orientación fue fundamentalmente, desarrollar proyectos ligados a la demanda tecnológica y a los intereses de venta de los equipos de las compañías trasnacionales, específicamente la industria electrónica. De acuerdo a investigaciones realizadas para la época por profesores universitarios venezolanos, estas compañías realizaron un proceso de reclutamiento de ex-becarios vinculados a universidades norteamericanas para adiestrarlos con los propósitos antes descritos.
Pero el elemento tecnocrático fue sólo uno de los elementos de este proceso, la orientación político-ideológica del aparato educativo fue sostener una estrecha relación de dependencia con el elevado desarrollo tecnológico de la industria norteamericana y sus reorganizaciones internas. En función de cumplir este objetivo, fue necesario reorientar la educación universitaria, ya que las universidades venezolanas y latinoamericanas habían sido centros críticos y opuestos a estos planes de dominación, debido a ello, "realizaron investigaciones dirigidas a estudiar sus orígenes y a desarrollar sistemas para lograr modificaciones que condujeran a la DESPOLITIZACIÓN de las universidades y a la implantación de la a-historicidad y la IDEOLOGÍA TECNOCRATICA".
Este modelo tuvo sus efectos, por eso no deben extrañarnos las posiciones de las llamadas universidades autónomas en Venezuela, su férrea oposición al Proyecto Nacional Simón Bolívar, a las iniciativas en materia de nuevas tecnologías asociadas a otros referentes que no sean los norteamericanos y su negativa a incorporase a desarrollar los objetivos del Plan de la Patria. Todo esto obedece al esquema inoculado por el neoliberalismo, que campeó libremente en las universidades venezolanas durante las dos últimas décadas del recién finalizado siglo XX, y que hoy tiene su expresión en las “guarimbas” anti nacionales que desde las llamadas universidades autónomas y privadas se oponen fieramente al proyecto, no sólo de independencia nacional sino al sistema de unificación latinoamericana impulsado desde Venezuela.
Éste debe ser, de acuerdo a nuestra manera de ver las cosas, el problema central a discutir en la agenda de la transformación universitaria en Venezuela. Ser independientes o seguir siendo neo-colonia asociada a los intereses del imperialismo norteamericano.
