El discurso de las miserias humanas

Tocando fondo

Desde hace algún tiempo he venido siendo testigo, protagonista y en ocasiones afectada por eso que se denomina miserias humanas. Las miserias humanas no son lo que una desea esconder, tampoco son lo que sale a relucir en momentos de paroxismo, como tampoco son una exquisites teórica de la academia. Las miserias humanas, son el aspecto viviente e indeseable de nuestro día a día, se trata mas bien de esos intersticios del alma. Curiosamente, las miserias humanas no tienen frontera, ni prejuicios sociales, raciales, económicos ni de ninguna otra índole.

Respetando aquella novela famosa “Los miserables” de Víctor Hugo (vigente) y a los teóricos/as que han dedicado parte de su valioso tiempo a escribir sobre este tema, pido excusas a el lector/a para irme al fondo del asunto, la realidad concreta. Resulta que la nueva escala de valores revolucionarios dentro de un sistema patriarcal, por ende, capitalista que tiene como mejor producto la miseria material y la exclusión no ha variado mucho, de allí quizás que algunos cambios sean de forma más no de fondo. Se habla de igualdad, y en nombre de ella se cultiva la anomia y la indiferencia por el sentido de arraigo. Se habla de solidaridad, e inmediatamente se remiten al sentido subordinado y cómplice de ella, desvirtuando su esencia: el respeto y la tolerancia, aún en las peores adversidades. Citamos con frecuencia el amor y de forma burlona nos remitimos al sentido biológico y sexuado de este sentimiento, obviando la connotación supraterrenal que se puede desarrollar dentro de la especie. No puedo dejar de mencionar una de las miserias más famosa la burla, ésta práctica ha sido públicamente condenada, sin embargo es las mas de las veces una de las favoritas de los seres humanos, nos reímos o hacemos mofas a mandíbula batiente del mal ajeno. Hay quienes hablan de tolerancia, valor que se nutre del respeto, hasta se jactan de hablar en tono posesivo y arrogante acerca de ella y resulta que mas son las veces que se dice “la/o tolero por circunstancias, pero si pudiera ...”, es decir, la tolerancia es uno de los valores compuesto que esgrimimos a nuestra conveniencia por lo general sin su complemento indispensable, el respeto. El deber ser es “te tolero y te respeto”. Para describir tal situación traigo a colación el ejemplo de los/as que tienen preferencias sexuales distintas, los LGBT y los Queer, cuantas veces no he oído expresiones de chisme, burla, intolerancia e irrespeto para con estos grupos. Tristemente al contrastar estos hechos actuales con otros hechos del pasado, no se percibe ninguna diferencia. Por ejemplo, en cuanto a la actitud de los alemanes nazis con relación a los / as hermanas Judios/as, igualmente ninguna diferencia en cuanto al genocidio y etnocidio (más de 65 millones de asesinatos) por parte de los expedicionarios que se encontraban al servicio de la otrora corona Española durante aproximadamente 100 años de vasallaje, Bartolomé de Las Casas, es dramático en su testimonio.

Igualmente, se oyen expresiones tales como “caramba el chisme es dañino” y luego nos sentamos con el amigo/a, colega, vecino/a etc., a destrozarle la vida a cualquier ser humano y a realizar cuantos juicios de valor se puedan, desde los parámetros interesados de los grupos dominantes. Estos referentes son en su mayoría los peores y los mas excluyentes, por razones de herencia cultural e histórica la sociedad occidental esta herida de muerte, hay frases contundentes que aún hoy tienen vigencia, por ejemplo “el hombre es la medida de todas las cosas en cuanto son y en cuanto a las que no son también” (Protágora de Abdera 482 a.C), es decir la otra mitad de la especie debía ser medida en función de ésta. No se trata de un capricho, y tampoco se puede excusar el asunto con la significación del término “hombre” como género, pues para todos es bien sabido que el lenguaje, más aún la palabra es un medio de dominación poderoso. De allí la importancia del reconocimiento mediante el lenguaje genero inclusivo de la existencia de las mujeres y otros grupos como nuestras etnias.

A veces nos sentamos en un sitio y sin darnos cuenta, caemos en la trampa de esta sociedad excluyente al hacer comentarios malsanos o burlones de quien nos pase por delante. Nos tienta la idea de oír que está conversando el otro/a, y si se puede hacer buscamos los medios.

En ocasiones nos ahoga la envidia, uno de los males mas terribles que pueda afectar al ser humano. Esta se manifiesta mediante diversos estratagemas, uno de los favoritos es la intriga, que a su vez desencadena a Dionisos, llegándose inclusive en ocasiones al extremo de infringir daño al otro. Falsamente reconocemos estas y muchas otras debilidades pero luego, de seguro comentarán, “y quien carajo se ha creído ésta que es”. Los seres humanos tenemos problemas humanos, que deberían privar en discusión y revisión, cualquier otra condición de carencia, pues sino se terminará naturalizando la miseria y la pobreza. Si superásemos nuestros atavismos de seguro avanzaríamos en un revolucionario proceso de transformación multidimensionado y humano. De lo contrario mientras estas condiciones reinen dentro de las relaciones humanas, jamás superaremos los retos. Por más poder que se tenga, por más riquezas que existan, siempre seremos miserables.

En algunos espacios, especialmente los grupos o comunidades, reina la imposición de voluntad por que “yo soy mas antigua/o que tu”. En nuestros barrios ese es el pan nuestro de cada día. Existe una terrible distorsión del sentido de lo colectivo. Así podemos ver por ejemplo, cómo una comunidad se reúne para conspirar en contra de otro grupo por situaciones sencillas de resolver, peculiarmente les cuesta superar sus diferencias a la hora de acordar acciones para mejorar la comunidad o enfrentar situaciones que les afecten a todos/as, debido a que la tendencia humana es a ejecutar el o los contravalores (envidia, intriga, chisme, burlas, agresiones etc). Es entonces cuando se oyen expresiones en las comunidades o grupos de “ que lo hagan ellos/as” o “ estos ¿no tienen el afán de protagonísmo?, entonces que lo hagan ellos” y “ eso no me afecta a mí” , por lo que finalmente se tiende a culpabilizar a los otros/as de lo que nos pase. Quizás estoy siendo esencialista, pero considero importante desnudar nuestra realidad humana.

¿Qué hay de la amistad y la lealtad? Medito en torno a ellas y supongo que se encuentran en las mismas condiciones que el resto de los valores con sus contravalores. La amistad se encuentra fuertemente influenciada por el aspecto material “dime cuanto tienes (incluyendo el poder) y te diré cuantos amigos/as tienes”, libre Dios que falles, allí se desdibuja la cara de la miseria y por lo general te queda sólo la familia. La lealtad tiene su techo: el interés, si representamos algún interés gozaremos del discurso de lealtad de quienes se nos acerquen. La lealtad, también es malinterpretada, y aplica para ello el refrán popular que reza “amigo de uno no es el que todo te aplaude, sino el que te señala o cuestiona en el justo momento en que has errado”. La lealtad, por lo general se disfraza de lisonja. Esta reflexión aplica para quienes llevan prácticas fanática o fundamentalistas, de defensa a ultranza de otros, sin plantearse un punto de reflexión o sensatez.

La humildad, es una de las virtudes más vilipendiada por la especie. Su contravalor más común es la arrogancia, el sentido de superioridad individual o colectiva con respecto al otro, esa pretensión repetida a lo largo de la historia de la humanidad de tratar de imponerse los unos a las otras, lo que ha traído consecuentemente la reproducción de tal sistema de dominación. Se debe tener cuidado con la imposibilidad de expresar un “disculpen me equivoque” o “ si cometí un error, debo enmendarlo”, es un mal síntoma. Lo otro es que no se trata de expiar culpas de manera artificial, es decir, expresar el pesar, pero de la boca pa´ fuera, para ganarse desde la concepción judeo cristiana el “Perdón de Dios por los pecados cometidos”, sino de franquearse de manera profunda con los/as otros/as, asumiendo la esencia humana.

Y esto se aprende o estudia en la universidad? No, se aprende en la escuela más popular, incluyente y aleccionadora, donde no existen docentes, donde se llega hasta donde se desee, donde los mecanismos de evaluación no son ni cualitativos ni cuantitativos, ni castradores, simplemente no existen tal como los conocemos, ya que lo que se busca en esta escuela es el aprendizaje per se, no medir el proceso. Vaya que todos /as hemos pasado por esta escuela pero algunas/os aún nos encontramos en la fase de educación inicial, para poder obtener el título de “ser humano” de resto seremos simplemente individuas/os.

Cerrando quizás esta tediosa y folklórica reflexión, considero que todas / os tenemos el imperioso deber histórico de construir la nueva escala de valores revolucionarios. La revolución es esencialmente humana, lo demás vendrá por añadidura.

Ingrid Castillo
Docente UBV
V11055619
ibecast@gmail.com


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