Formación y desarrollo de la conciencia para la gestión socialista

Rafael Enciso, Economista Investigador

Caracas, agosto 21 de 2014

La coyuntura política y económica que en 2014 atraviesa la Revolución Bolivariana en Venezuela, requiere acelerar y fortalecer a escala nacional, con proyección internacionalista, los procesos de formación y desarrollo de la conciencia socialista del pueblo y los trabajadores, incluyendo los servidores públicos, para que puedan en verdad desempeñar un rol determinante en:

  1. La Construcción del Poder Popular y su actuación cotidiana.
  2. La construcción de la economía y la cultura socialista, con producción eficiente y sustentable de bienes, servicios y conocimientos, para satisfacer las necesidades prioritarias de la población y del gobierno revolucionario, dentro de una perspectiva estratégica de país.
  3. El fortalecimiento de la Soberanía Nacional, su capacidad de defensa y la seguridad ciudadana.
  4. La gobernabilidad y continuidad del proyecto bolivariano y su orientación socialista.

Esto implica el aprovechamiento de las  capacidades, aspiraciones y potencialidades  humanas, económicas y tecnológicas , impulsadas y creadas   desde 1999 durante el gobierno del Presidente Chávez, teniendo en cuenta la Zona de Desarrollo Próxima Potencial (ZDPP)  del pueblo de Venezuela, en particular  de sus comunidades y trabajadores organizados, y el uso de pedagogías liberadoras en el ejercicio cotidiano de la praxis revolucionaria mediante la formación para la  resolución de problemas, la investigación-acción-participación, el diálogo de saberes, la unión del estudio y el trabajo y el aprender haciendo.

El concepto “Zona de Desarrollo Próxima Potencial (ZDPP)” fue creado por el sicólogo soviético Lev Vigotsky en la tercera década del siglo XX, y se refiere a las posibilidades de desarrollo efectivo de las personas (aplicable a las comunidades y sociedades), teniendo en cuenta el nivel de desarrollo efectivamente alcanzado, y el nivel de desarrollo potencial, que es posible alcanzar a partir de él, bajo las condiciones más favorables.

Es indispensable tener en cuenta las características reales (y no las que quisiéramos que existan de manera ideal), de la cultura, la mentalidad, los conocimientos, las aspiraciones, actitudes y comportamientos,  de las personas y comunidades, para construir de manera participativa, verdaderamente democrática  y apoyados en la voluntad, la ciencia y la tecnología, los planes de desarrollo de las empresas, los Consejos Comunales y las Comunas, los municipios, regiones y estados del país.

Debemos tener en cuenta que hay necesidades insatisfechas acumuladas por siglos y décadas entre la población, y que aunque desde 1999 ha habido importantes avances en el índice de desarrollo humano  (IDH) en Venezuela, y en todo lo que ello implica en cuanto a mejoramiento de la calidad y  dignificación de la vida, hay cierto nivel de frustración y descontento en la población. 

Esto ocurre porque, los logros reales, de enorme importancia, alcanzados en alfabetización, educación, acceso a servicios de salud, cultura, alimentación, empleo, construcción de 600.000 viviendas para los sectores más vulnerables y pobres del país, por parte de la Gran Misión Vivienda Venezuela, etc., sin los cuales no sería posible avanzar hacia el socialismo -pero que no son aún el socialismo-, son considerados ya como derechos adquiridos por la población, que dentro de su cultura y mentalidad formada en la sociedad capitalista en la que aún vivimos, olvida la situación de hambre y miseria existente en Venezuela hasta 1998. Por tanto, se elevan las aspiraciones y exigencias de la gente, que aún en su mayoría, no tiene conciencia socialista, ni claridad sobre todo lo que es necesario hacer para producir o adquirir los bienes, servicios y conocimientos que permitan el buen vivir.

El gobierno revolucionario, con una innegable vocación de servicio social, ha creado grandes expectativas entre el pueblo, que contrastan con la descomunal deuda social acumulada históricamente y ha llamado desde 1999, cuando se promulgó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a que todos y todas ejerzan “La democracia protagónica y participativa”,   lo cual implica la participación del pueblo y los trabajadores en la toma de las decisiones fundamentales que afectan su vida, así como en su ejecución y control.

Es  verdad que esta participación aún está lejos de lograrse porque en buena parte la práctica de la burocracia oficial lo impide. En muchos ámbitos el discurso va por un lado y la práctica va por otro. Pero este es el proceso de la lucha de clases con sus expresiones contradictorias. En unos sectores sociales esto genera desencanto, frustración y rabia contra el gobierno. Produce desgaste y pérdida de apoyo popular. Pero también,  fortalece la disposición a la lucha de muchos otros sectores comprometidos radicalmente con la lucha revolucionaria que comprenden mejor la  dinámica de la lucha de clases y tienen un compromiso sociopolítico elevado. 

Pero, ocurre que, aunque el gobierno revolucionario del Presidente Chávez y ahora del Presidente Maduro, ha destinado, y destina cada día, enormes recursos para su  ejecución, esta se hace de manera lenta, a altos costos, con muchas deformaciones y contradicciones. Un ejemplo de  ello es el aumento de las importaciones de alimentos, que se ha hecho para satisfacer las necesidades del consumo popular a través de MERCAL, PDVAL y Abastos Bicentenario,  pero en detrimento de la producción agrícola nacional y por tanto, de la soberanía y seguridad alimentaria del país.

Esto tiene que ser superado para fortalecer la independencia nacional y la soberanía agroalimentaria, por medio de  una mayor coherencia de las políticas de comercio exterior y de fomento a la producción nacional, y una mayor articulación entre las Organizaciones de base del Poder Popular (Consejos Comunales, Consejos de Trabajadores  y Comunas)  y una coordinación más estrecha entre ellos y los Ministerios del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales,  Comercio, Alimentación, Ciencia Tecnología, Industrias,  Agricultura y Tierras, y por supuesto con la actuación coordinadora del Consejo Federal de Gobierno y su poderoso instrumento de financiación, el Fondo de Compensación Interterritorial. 

El Estado heredado de la IV República - que sigue siendo burgués, como lo dijo el Presidente Chávez en el Programa de la Patria 2013-2019, ha crecido descomunalmente en cantidad de ministerios e instituciones-, no ha podido ser transformado sustancialmente y reproduce en buena medida los viejos vicios y costumbres políticas que lo hacen ineficiente: el rentismo petrolero, el clientelismo, el burocratismo, la corrupción y el  paternalismo. Estos vicios afectan  también las Misiones Sociales, porque la mentalidad de las personas que las integran es básicamente la misma que la del resto de funcionarios públicos.  La ideología dominante del capital se reproduce espontáneamente, mientras que la ideología del socialismo, solo puede generarse y reproducirse de manera consciente y planificada. 

Las necesidades han crecido además como resultado  del crecimiento de la población y de los cambios producidos por la acción de los seres humanos y del sistema capitalista en el planeta, como es el  calentamiento global y el cambio climático, que ha tenido impactos en Venezuela. Las intensas lluvias que afectaron a Venezuela en 2010 y 2011, destruyeron  infraestructuras, campos de cultivo y ganado;  también destruyeron o pusieron en alto riesgo la vida y las viviendas de más de 230.000 personas, que fueron acogidas y protegidas en refugios atendidos integralmente por el gobierno bolivariano del Presidente Chávez. Estas personas, ya casi en su totalidad recibieron del gobierno, viviendas dignas, con muebles y electrodomésticos incluidos, en el marco de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), que en este mes de agosto de 2014 entregó la vivienda número 600.000 y que para el año 2019 se ha comprometido a construir un total de 3.0000.000. Esto es algo único en el mundo en materia de políticas sociales. 

Con la creación y entrada en funcionamiento del Consejo Federal de Gobierno, el Estado  ha destinado  fondos importantes para apoyar los proyectos de desarrollo económico y social de los Consejos Comunales y las Comunas Socialistas en  construcción. Otro tanto ocurre con la Misión  Agro-Venezuela, que ha  apoyado con recursos financieros los proyectos  productivos con los que se ha pretendido  avanzar hacia la soberanía y seguridad alimentaria, aunque sin resultados  satisfactorios por falta de coherencia,  planificación integral y contraloría social.

Sin embargo, estos en general, -de acuerdo a la información disponible-, han sido ideas de proyectos  sin articulación sistémica ni concepción integral socialista, la cual solo puede surgir de la planificación participativa por medio de la interacción complementaria y consciente: Estado-Trabajadores-Comunidad. Probablemente la mayoría de ellos han sido elaborados por personas de buena voluntad con iniciativa y deseos de aportar a la sociedad, pero impregnados de la ideología burguesa que aún prevalece en la sociedad venezolana y la mentalidad y cultura rentista-clientelar asistencialista del Estado heredado, y que es el resultado de 500 años de dominio colonial, neocolonial y capitalista dependiente con sus características peculiares de ser rentista petrolero.

A pesar de las advertencias que algunos revolucionarios hicimos de manera persistente por los medios de comunicación alternativa disponibles, se ha repetido sin cesar, la experiencia de la Misión Vuelvan Caras, concebida por el Gobierno Nacional para generar fuentes de trabajo productivo e ingresos para la población en los años 2005 y 2006 (lo que logró hacer temporalmente) y para aumentar la producción nacional (lo cual no consiguió), por falta de planificación integral o sistémica, por falta de formación sociopolítica de servidores públicos, trabajadores y comunidades, para el desarrollo de la conciencia socialista y de insuficiente capacitación técnica y preparación para la gestión, entre otros factores.

Durante la ejecución de la Misión Vuelvan Caras, Los recursos destinados para apoyar la capacitación en oficios de más de quinientas mil personas, y para la formación de miles de cooperativas y sus proyectos -que mayoritariamente no resultaron sostenibles y quebraron-, dejaron a cientos de miles de personas frustradas y terminaron fortaleciendo la economía capitalista y sus monopolios. 

Estos incrementaron sus ganancias con las ventas de vehículos, maquinarias, herramientas e insumos que fueron  adquiridos, -en general a  precios especulativos-, para los proyectos cooperativos y con la compra de los productos -a precios de gallina flaca- por parte de los comerciantes intermediarios a las cooperativas, cuando éstas lograron producir algo. Esta situación se presentó porque los cooperativistas carecían de  redes de distribución y conocimiento de los mercados y se veían obligados  “a morir” en las manos codiciosas de los especuladores capitalistas.  

De manera espontánea las cooperativas, al igual que hoy muchas de las Empresas de Propiedad Social (EPS), fueron convertidas en instrumentos de reproducción del sistema del capital, como consecuencia de la inercia de la cultura individualista y oportunista predominante en la sociedad y de la falta de experiencia y  comprensión desde el gobierno, de que los cambios demandan estrategias y planificación revolucionarias.

Es absolutamente necesaria la planificación y formación integral para la construcción y gestión de cadenas y redes socio-productivas integrales; la formación socialista, tanto sociopolítica como emocional de los nuevos trabajadores, y no solo la capacitación técnica que les permita desempeñar un oficio, para que pudieran hacer la gestión con orientación socialista de las unidades, redes y cadenas socio-productivas.

Esto necesariamente implica la construcción planificada desde el Estado y las Organizaciones del Poder Popular,  con participación social y gestión socialista, de cadenas y redes integrales de financiamiento, producción agrícola e industrial, acopio, transporte,  distribución, comercialización y consumo. Si esto no se hace así, las experiencias negativas se repetirán de manera incesante.  

Después del golpe petrolero de 2002-2003, y contando con el apoyo del pueblo y los trabajadores se han nacionalizado y recuperado no pocas fábricas. El gobierno ha construido otras, para avanzar hacia la transformación del modelo rentista petrolero en un modelo productivo, soberano, diversificado y socialista; ha  adquirido otras más, por expropiación con indemnización, es decir comprándolas, como en el caso de SIDOR y la  industria cementera; y ha recuperado otras cuantas, por expropiaciones sin indemnización, por  tratarse de empresas formadas con recursos  procedentes del saqueo del erario público, por la  corrupción administrativa, como es el caso de las agro-industrias, bancos y empresas de transporte  que pertenecían al grupo financiero PRO, de Fernández Berruecos.

En su mayoría, estas empresas no han alcanzado niveles de producción y productividad adecuadas ni satisfactorias. Otras ni siquiera han iniciado su fase productiva. En algunas de estas empresas, como son las industrias básicas de Guayana: SIDOR, ALCASA, Ferrominera y otras, el gobierno nacional conformó juntas directivas y después designó gerentes de entre los trabajadores y propuestos por ellos, avanzando hacia lo que se ha denominado como “el Control Obrero”, o “Gestión con Control Obrero”, pero con muchas desviaciones economicistas y enfrentamientos entre diferentes grupos de trabajadores y mafias sindicales, hasta  ahora con poca eficiencia en la gestión. 

En otros casos, como es muy común en el sector de alimentos, el gobierno ha designado Juntas Directivas o Juntas Interventoras, y ha creado las llamadas Mesas Técnicas de Participación, para la toma de decisiones. En estas, los funcionarios designados por el gobierno, raramente toman en cuenta los planteamientos de los voceros de los trabajadores y finalmente ni siquiera se reúnen con ellos. En contravía de las orientaciones presidenciales, la administración central asume el control total desde Caracas y  en la práctica, los trabajadores son excluidos por la burocracia estatal  de las decisiones fundamentales sobre: a) Elaboración y control de sus presupuestos; b) Elaboración y control de planes de trabajo anuales; c) Contratos de obras,  compras de equipos y materias primas; d) Definición sobre el destino de los productos y e) La distribución de los excedentes, cuando estos llegan a producirse.  

Se mantiene la división social del trabajo y su estructura jerárquica, donde unos cuantos piensan, planifican y ordenan, y los demás, -la mayoría-, cumplen sus órdenes de manera operativa.

La alienación social se reproduce incesantemente, aún con el descontento y resistencia, en general pasiva, de los trabajadores, aunque en ocasiones se manifiesta de manera activa con comunicados, paros y marchas, los cuales tienden a crecer en los últimos tiempos. 

Hay procesos de des-inversión en las agro-industrias. De los ingresos que éstas generan, que son manejados por los Presidentes y Gerentes de las Corporaciones (o agrupaciones de empresas) desde Caracas, no se hacen oportunamente las inversiones para reposición y mantenimiento de los equipos, que lógicamente sufren un desgaste por su uso. Los trabajadores desconocen el destino que da la burocracia administrativa del gobierno central a los ingresos provenientes de las ventas de los productos, con lo que se reproduce constantemente la alienación del capital. 

Esta situación preocupa grandemente a los trabajadores, porque ha conducido a la paralización de muchas empresas y a la duplicación de los accidentes laborales. Los salarios no son ajustados teniendo en cuenta la productividad del trabajo, el aumento de la producción, la inflación, el costo de la cesta básica y el costo de la cesta alimentaria. Todo esto, lógicamente genera una baja en la productividad, descontento entre los trabajadores y sus familias y desgaste político del gobierno. 

Se configura en la práctica un capitalismo de Estado, rentista, ineficiente y asistencialista, que se opone sistemáticamente a la construcción  y ejercicio del Poder Popular con orientación socialista y a sus formas de expresión orgánica: los Consejos Comunales y las Comunas, los Consejos de Trabajadores, las Redes de Productores Libres y Asociados, en una palabra ¡la gestión socialista!

Sin Poder Popular, -aunque haya habido en los últimos años mejoría en la calidad de vida de la población-, no hay avance al socialismo, hay reproducción y expansión del capitalismo. 

Mientras tanto, se fortalece una casta burocrática y rentista de funcionarios públicos, que se vinculan por intereses económicos egoístas a los sectores capitalistas nacionales e internacionales, dando origen a una nueva burguesía, opuesta de hecho a la orientación socialista del desarrollo nacional. Las consecuencias políticas de todo esto pueden ser nefastas para el pueblo de Venezuela, América Latina y el mundo.

Es indispensable revertir con rapidez estas tendencias negativas. 

Elevar la formación masiva de la conciencia para la elaboración de proyectos y para la gestión socialista  del Estado 

Una forma de acelerar el desarrollo de la conciencia del pueblo así como de sus formas de organización y de acción revolucionaria de los trabajadores y los servidores públicos, es el debate, la investigación y la elaboración, ejecución y gestión de proyectos comunitarios integrales. Esto incluye la creación de Empresas de Propiedad Social (EPS) y de Redes Integrales de producción, distribución, intercambio y consumo, en los que se articulan con orientación socialista, diversas formas de propiedad, pero siempre con hegemonía  de la propiedad social.  Por otra parte es indispensable elevar la calidad de la Gestión socialista del Estado, la economía y las empresas, con sus cadenas y redes socio-productivas integrales. 

Estos son temas del interés inmediato de las comunidades y los trabajadores, que podrán realizar un aprendizaje significativo, porque estarán motivados para aprender debido a que saben que podrán aplicar con rapidez sus nuevos conocimientos, en sus lugares específicos de vida y centros laborales. Es necesario sistematizar todos estos aprendizajes, experiencias y resultados para:

a) Construir poder popular con orientación socialista.

 b) Mejorar y aumentar la producción y la productividad en beneficio del pueblo que consume sus productos  o que usa sus servicios.

c) Mejorar sus condiciones particulares de trabajo  y de vida, colectiva, personal y familiar.

d) Fortalecer la soberanía nacional, la gobernabilidad y la seguridad ciudadana. e) Mejorar los resultados sociales, con los recursos disponibles en la actualidad y con los que podrán recibir en el futuro, como resultado de su propia actividad y de la ejecución del presupuesto nacional.  



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Rafael Enciso

Economista Investigador

 saberytrabajo1955@gmail.com

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