¿Hasta cuándo "Inventamos o erramos"?

                Dos fantasmas recorren la ciudad de los techos rojos; uno, de ceño fruncido que acostumbra a usar gafas de carey y otro, parlanchín y coplero como ningún otro. Circulan por los mismos lugares preocupados por el devenir de la revolución.

De repente se tropiezan en el piso 22 del edificio de Salas; allí se discute sobre la calidad educativa. Se miran e interrogan: ¿retornó el neoliberalismo? ¿Las transnacionales del saber imperial triunfaron de nuevo? ¿Qué pasó con las luces y virtudes sociales? El más joven interrumpe las cavilaciones de ambos y le dice al otro:

- Oh Maestro, mi maestro, inspirador de este proyecto redentor:  ¿Será que Bolívar y yo aramos en el mar? Ud. le formó su corazón para lo grande, para lo hermoso, enseñanza que prodigué por doquier con tantas misiones.  ¿Será que ese esfuerzo fue en vano?  El silencio interrumpe el momento; deciden continuar juntos el recorrido.

A la medianoche, cuando la penumbra cubre el palacio de Misia Jacinta, entran sigilosamente en el salón del Mariscal, hijo dilecto de Bolívar; no quieren que nadie los identifique. El Maestro le dice al joven discípulo, al arañero:

-¿Por qué te sorprendes de las traiciones y desventuras? La historia está plagada de tantas experiencias. ¡Cuántas no vivió Bolívar! Fíjate lo que ha pasado conmigo:   ¿Quién me conoce realmente? ¿Qué tanto se sabe de mis andanzas en éstas y lejanas tierras formando ciudadanos en las luces y virtudes sociales? ¿Me leen los maestros, los políticos, los gobernantes de turno? ¿Han comprendido la vastedad de mi pensamiento dialéctico? Tú divulgaste mi obra, fuiste un apasionado de mis ideas pero mi esfuerzo y existencia se redujo a sólo cuatro palabras: O INVENTAMOS O ERRAMOS.  Y lo que dije[1] entonces, en 1830, cuando defendí a Bolívar de los traidores fue: …”La América está llamada (SI LOS QUE LA GOBIERNAN LO ENTIENDEN) á ser el modelo de la buena sociedad, sin más trabajo que adaptar. Todo está hecho (en Europa especialmente). Tomen lo bueno –dejen lo malo- imiten con juicio-y por lo que les falte, INVENTEN. El fundamento del Sistema Republicano está en la opinión del pueblo, y ésta no se forma sino instruyéndolo”. Y estoy convencido que aún no se ha comprendido la esencia  de la buena sociedad. .

                De repente un olor nauseabundo impregna aquél salón; se asemeja al azufre. Miran a Bolívar; él también desde sus dos rostros. No lo pueden evitar, una lágrima corre lentamente sobre sus rostros;  recuerdan la traición oligarca de aquél 12 de abril del 2002 y presienten una nueva, la del diálogo que allí se entabló recientemente entre viejos y nuevos socialdemócratas. Es entonces cuando un sonido ensordecedor se escucha en aquél salón, es Simón Narciso[2] que grita:   …”Aprendan los pueblos á conocer sus verdaderos defensores en los que sostienen los choques que sufre su causa: vean en los principios de Bolívar los de la seguridad jeneral,  y en su persona la columna maestra del sistema republicano. –Bolívar merece ser defendido: los americanos deben considerarlo como un padre, cargado con el tesoro de sus derechos, peleando solo contra millares de enemigos, y pidiendo socorro á los mismos que defiende”. Luego, mirando a su compañero, le dice:

-Esta defensa la hice en 1.828; hoy la repito por ti, Hugo Rafael. Trescientos años o más de calma no bastan. Sigamos blandiendo la espada que Bolívar nos dejó. El Socialismo Bolivariano no puede postergarse una vez más. Vámonos de aquí. El arañero asiente mientras recuerda el alboroto mañanero de sus gallos.  

Al llegar a su destino sintieron algo extraño en sus cuerpos cuando se mezclaron con las madres del barrio;  con la Caperucita Roja y los niños expertos en volar zamuras; con los  cuibas, campesinos y cultores; con Cristóbal, Reina Lucero y muchos más: dejaron de ser fantasmas. El amor había obrado el milagro: se hicieron uno en el todo.

Fue entonces cuando en aquél frenesí escucharon atentamente el llamado del Maestro,  Filósofo y Artesano de las utopías, Simón Narciso[3] quien les dijo: …”Ha llegado el tiempo de enseñar a las jentes á vivir, para que hagan bien lo que han de hacer mal, sin que se pueda remediar. Antes, se dejaban gobernar, porque creían que su única misión, en este mundo, era obedecer: ahora no lo creen, y no se les puede impedir que pretendan, ni (… lo que es peor…) que ayuden a pretender   …Los pueblos no pueden dejar de haber aprendido, ni dejar de sentir que son fuertes: poco falta para que se vulgarice, entre ellos, el principio motor de todas las acciones, que es el siguiente:

la fuerza material está en la MASA

y la moral en el MOVIMIENTO”

Id pues a construir el Socialismo Bolivariano; son fuertes y saben gobernar.  El empeño de tanto majadero de la Historia deben concluirlo.  La Humanidad no tolera quinientos años más de calma.  

elgaropa13@gmail.com

[1] Rodríguez, Simón. (2010). Inventamos o erramos. El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social. (1830). Fundación Editorial El Perro y la Rana, pp. 53-54

[2] Rodríguez, ob. cit., p. 51

[3] Rodríguez, ob. cit. (2010). Luces y Virtudes Sociales, p. 71

 



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