¡Yo sí puedo!

A cada contexto social le corresponde un modelo educativo que responda a los requerimientos históricos y sociales de esa realidad, ello hace de la educación, la formación y en especial de la pedagogía, elementos dinámicos, cambiantes, dialécticos y sobre todo que sean pertinentes. La educación y la formación deben obedecer a las necesidades de desarrollo de la comunidad en la cual se desarrollan las prácticas pedagógicas, en la Universidad Campesina de Venezuela “Argimiro Gabaldón” hemos iniciado este camino.

Alguien se podría preguntar ¿cuál es el ambiente pedagógico que se vive en las aulas campesinas? Es un entorno de aprendizaje en el cual, los campesinos como sujetos históricos de sus modelos culturales de vida, participan en la construcción de sus propios procesos.

Para ello se vienen conformando unidades de aprendizaje donde los agricultores se asumen y reconocen como protagonistas de sus procesos. Se están desarrollando múltiples espacios de encuentros pedagógicos que responden a las necesidades que presenta el territorio cultivado, en dichos espacios se establece una dinámica de investigación y estudio en la cual la edad no es un obstáculo ni un requisito, como tampoco lo es el nivel académico formal alcanzado por el campesino participante.

En el aula campesina los campesinos ejercen la docencia con la licencia que le da la “vida campesina”, también acreditan conocimientos con la sabiduría ancestral que han acumulado y la maestría obtenida por ellos, esto hace de las campesinas y campesinos verdaderos expertos en los temas relacionados con el oficio del cultivador.

Los sistemas educativos promovidos por las sociedades de las economías que han emergido como vencedoras de periodos post bélicos, han erigido modelos de aprendizaje que obedecen a una lógica de dominación, debido a ello, orientan los procesos educativos para cumplir un papel tradicional, y para ser un simple aparato ideológico del sistema (ver Pedagogía de la Liberación). La manera cómo se establecen relaciones entre los individuos que se "educan" en las diferentes escuelas, colegios, liceos y universidades, responden a esta lógica, los espacios pedagógicos están diseñados para seguir un ordenamiento militar: el podio, la cátedra, el orden de los asientos, la lista, la formación, el timbre de recreo, los horarios, y el comportamiento y conducta, privilegian las prácticas individuales sobre las colectivas, refiriendo a elementos propios del mundo castrense. Esto sin tomar en cuenta el tipo de aprendizaje que inculca la obediencia y la sumisión, y se orienta a la poca reflexión sobre lo aprendido, lo que sirve de caldo de cultivo para el desarrollo del individualismo expresado en el reconocimiento de las competencias y el establecimiento de éstas, como único sistema de medición en cuanto a la asimilación de los aprendizajes.

Las experiencias de una educación acrítica, funcionalista, fraccionada en la información que imparte, la hacen carente de sentido en un mundo que reclama cada día más cooperación e integración.

Hemos insistido en la necesidad de crear una pedagogía campesina, que tome como referencia colocar en el centro al sujeto que aprende y enseña desde su perspectiva histórica, y que sea pertinente porque es en el territorio. Por ello, planteamos un modelo campesino que responde al axioma “en y desde el campo”. Por supuesto, los referentes pedagógicos y didácticos de este tipo de aprendizaje, están ligados a elementos como la tierra, los suelos, los distintos tipos de animales, las semillas, las plantas con sus ciclos de floración y la vida como expresión totalizadora de la cultura.

Comprendemos que esta forma de vida produce una cultura, es decir, un sistema de creencias, un lenguaje, una costumbre y un mundo simbólico muy distinto a la realidad urbana, que es el patrón educativo uniforme desde el cual se ha mirado y abordado la educación campesina, si es que acaso, en algún momento se ha considerado.

De allí que insistamos, que la educación campesina debe responder a un nuevo modelo pedagógico “del campo y desde el campo”, en el cual encontramos en la "vida campesina" sus referentes obligatorios. Es necesario insistir que fue esta forma de vida la que hizo posible caracterizar al hombre como un sujeto portador de cultura, de allí es precisamente donde surge la palabra cultura como un componente de la palabra compuesta agricultura.

Un problema que debe resolver la educación campesina es el relacionado con la dicotomía trabajo-estudio o trabajo-aprendizaje, para la integración de estas actividades en una unidad pedagógica en la cual una no se sobreponga a la otra o una tenga relativamente más importancia, es un reto para la nueva pedagogía.

Hemos propuesto los encuentros pedagógicos en las aulas campesinas como acercamientos que permitan el desarrollo de la Pedagogía de Encuentros, de compartir saberes. Desde la Universidad Campesina de Venezuela “Argimiro Gabaldón” estamos conscientes de que estamos rompiendo esquemas, a través de esta labor educativa en la que la demostración como metodología se centra en la labor cooperativa que encuentra su punto de unidad en el trabajo. Este trabajo no es cualquiera, tiene su acento en el trabajo colectivo, en el cual ninguno de los esfuerzos que se realizan para los encuentros pedagógicos pasa desapercibido; es tan importante para nosotros la colaboración de los especialistas y los investigadores, como la disposición de las familias campesinas para preparar los espacios de aprendizaje.

La planificación conjunta de las jornadas de trabajo-estudio está precedida de una dinámica donde los mismos participantes somos todos, ya sea para preparar los alimentos y planificar las tareas del encuentro pedagógico, como para el desarrollo de la experiencia, sobre la cual siempre se inicia con un acto reflexivo de todos los participantes sobre el significado de estar allí como protagonistas de su propia vida.

En las aulas campesinas la planificación es un elemento esencial, de tal forma que "se analizan situaciones reales, se detectan problemas y determinan los cambios tecnológicos que es necesario hacer" (Ramsay.J.1997), estas situaciones en la mayoría de los casos requieren de enseñanzas que tienen como centro la praxis y la reflexión, allí surge de inmediato la perentoria necesidad de la organización como esencia de la vida.

La experiencia de estos años de trabajo y aprendizaje con nuestros campesinos nos ha hecho reafirmar ese lema de la Misión Robinson: ¡Sí se puede! Y juntos, comuna y organización campesina podemos hacer realidad la Pedagogía para la Liberación.


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Arnaldo Guédez


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