Media (1°parte)

La pura verdad es que renuncio a vivir cómo parte de esa entelequia que llaman clase media. Concepto por lo demás lleno de prejuicios y negaciones. Nadie sabe lo que es –ni la clase media. El marxismo la llamó "pequeña burguesía" cuando se refería a ese sector social conformado por profesionales liberales, comerciantes, pequeños y medianos empresarios, funcionarios públicos y burócratas de oficio –hoy se pueden incluir artistas y deportistas profesionales- que servían de colchón a las contradicciones de clase entre la burguesía y el proletariado. El revisionismo europeo, la encumbró cómo la clase protagonista que desplazaría la lucha de clases al bienestar propio del esfuerzo individual. La manía racionalista de la sociología norteamericana dividió las clases sociales en estratos, pretendiendo disolver sus antagonismos, a través de su agrupación por los niveles de ingresos, así se tiene: clase alta, clase media-alta, clase media-media, clase media-baja y clase baja. Esta supuesta objetividad que determina el ingreso se correlaciona con niveles de instrucción y lugares de residencia lo que ocasiona que estas clasificaciones se caigan por su propio peso, así, podemos encontrar niveles de ingresos e instrucción muy elevados de personas que habitan sectores "populares", personas con niveles de ingresos e instrucción bajos, que sobreviven en urbanizaciones "acomodadas"; o la subjetividad o autodeterminación en la que cada persona "ubica" su pertenencia a un sector social o al otro. Establecer criterios de identidad y pertenencia social adecuados al momento histórico es una condición básica para la reafirmación de la conciencia de clase necesaria para impulsar la transformación revolucionaria.

La interpelación a la clase media y su protagonismo fue un factor determinante en la construcción de la hegemonía policlasista cuarto republicana. A través de un discurso "populista" donde todos cabían -unos con mayor comodidad y beneficios que la mayoría- se propugnaba el ascenso social o su movilidad relativa a mayores y mejores niveles de confort y prestigio, siempre y cuando se escalara el nivel superior que significaría convertirse en miembro de la clase media. El puntofijismo y su experiencia "democrática representativa" anclada en la clase media, -sublimación de la lucha de clases- "juanbimbeó" a los sectores populares –comunidades no urbanizadas, sector obrero, campesino, agricultores, pescadores, artesanos, trabajadores y trabajadoras manuales, trabajadoras domésticas, entre otras menciones, dejándoles al garete, al margen de las posibilidades de ascenso y de confort. El ascenso social no es dañino en sí mismo, se observan experiencias en nuestra América donde el surgimiento de una fuerte clase media ha sido un motor importante. Véase la experiencia mexicana, argentina y brasileña y los modelos de industrialización desarrollados. La pregunta es: ¿Por qué Venezuela no consolidó ni ha consolidado una clase media realmente emprendedora que sea motor de transformación social, económica y política?

En la educación venezolana en su sentido amplio, recae esa responsabilidad. La educación puntofijista debilitó la formación escolar –básica y necesaria para la continuidad educativa y formativa- eliminando la formación de maestros y maestras por licenciados y licenciados. Al darle este "estatus" se hacía necesario la formación universitaria, que en la mayoría de los casos se alejaba de los conocimientos y experiencias de verdaderos maestros y maestras propios de las escuelas "normales". Por otra parte, la educación venezolana vivía de ensayo en ensayo de experiencias y teorías ajenas a nuestra razón de ser, olvidando la escuela lo más importante: enseñar a leer y escribir y dominar las operaciones fundamentales de sumar, restar, multiplicar y dividir. Este diseño educativo disolvió el proceso de reafirmación de nuestra nacionalidad, de nuestra identidad nacional al debilitar la enseñanza de la historia y de la geografía. Además, separó la necesaria relación entre en trabajo intelectual y trabajo físico, convirtiendo al primero en pivote de las clases medias y al segundo en una condición de subordinación laboral del sector obrero. Con la sanción de la ley orgánica de educación en el año 1983 –hasta ese año la educación venezolana se regía por leyes provenientes de gobiernos dictatoriales- se eliminan las carreras técnicas cómo salidas intermedias que formarían mano de obra calificada necesaria para el desarrollo integral del país.

La masificación universitaria alejada de las verdaderas necesidades profesionales y técnicas que el país necesitaba, además de la debilidad investigativa, no desarrolló la producción científica requerida para la solución de los grandes problemas nacionales en el área de producción de alimentos, desarrollo tecnológico y creación de bienes de capital, sistemas de transporte que integraran los territorios, construcción de viviendas, entre otros. Por otra parte, la formación universitaria académica alimentó un verdadero currículo oculto, donde sus egresados y egresadas se convirtieron en propagadores de los valores propios de la sociedad de consumo, alimentando también el sentido individualista, el triunfo de los méritos personales sobre el espíritu de la acción cooperativa, la identidad negativa de nuestra nacionalidad y el locus civilizatorio fuera de nuestras fronteras.

Ya, desde el siglo xix, la universidad venezolana le fue dando cuerpo a la clase media y a la profusión de sus valores. Así, el positivismo comtiano o el naturalismo spenceriano, define sus contradicciones. Orden y progreso del primero, necesarios para vencer la dualidad de civilización o barbarie del segundo. La plataforma divulgativa facilitada por la prensa y la literatura de la época –cómo expresión de la clase media- a través del ensayo y la novela afirman o justifican la "razón de ser" de las cosas. Aunque no es nuestro propósito hacer un estudio de la producción literaria de entonces, destacaremos El Gendarme Necesario, blanco y pacificador contra el caudillaje mestizo. La Venezuela urbana vencedora de la Venezuela rural la consagra Rómulo Gallegos cuando confronta el nuevo latifundismo civilizador urbano, blanco y universitario, idealizado en Santos Luzardo, subyugador de la Venezuela mestiza, supersticiosa y promiscua encarnada en la bella Doña Bárbara. No obstante, la clase media representada por escritores de la talla de Gallegos y Briceño Iragorry formulan propuestas reafirmadoras de la nacionalidad venezolana, el Mister Danger y el pitiyanquismo reflejan una importante postura de parte de ese sector en tanto a la amenaza del imperio norteamericano y la necesidad de asegurar nuestra identidad y conciencia nacional a través de la educación y el conocimiento de nuestra historia, su difusión y conocimiento por parte de la población.

Con la Venezuela petrolera emergen las contradicciones de clases propias del sistema capitalista. La migraciones internas configuran la dualidad campo-ciudad, la conformación del Estado Nacional ensambla la burocracia pública y la dinámica petrolera cómo motor económico, constituye el sector obrero venezolano y revitaliza la nueva clase media petrolera, incorporando al personal profesional técnico y administrativo que hace vida en las empresas de una manera particular: los inocula ante algún germen nacionalista agregándolos en la vida de los "campos petroleros", especie de campamentos o urbanizaciones –para criollos y para extranjeros- donde viven, van a escuelas de la compañía, a los clubes de la compañía donde celebran y pasan su tiempo de ocio, preferentemente junto a sus compañeros de trabajo de "la compañía". Dinámica que se extiende a las prácticas de vida que socializa a las clases medias de las empresas básicas del hierro y del aluminio. Arturo Uslar Pietri, ícono conservador de esta clase y representante intelectual, marca cierta distancia del nuevo país que crece a la sombra del petróleo y de las migraciones de "color" provenientes de las islas caribeñas.

Sociólogo Pedro José Fuentes V.

morrocoynosubepalo@hotmail.com

Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

Núcleo Valera



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