La universidad, no puede seguir mirando su ombligo

".... Otra vez repito no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones .Tengo declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo" (Mariátegui, 1930).

La universidad... ¡Cuántas aspiraciones se resumen en esta palabra! ¡La universidad...! Pareciera que en ella, las sociedades más avanzadas quisieran colocar la responsabilidad de su avance o atraso... "Los saberes no son definitivos, también es posible pensar que la universidad no es el centro del saber absoluto".

¿Hasta dónde estos enunciados pueden ser realmente ciertos? ¿Dónde comienza el mito y en qué momento se inicia la verdad sobre las universidades? ¿Puede la universidad ser neutral ante las ideas, las convulsiones, y las aspiraciones de los pueblos por vivir un tiempo mejor para todos?

Nos interesa preguntar muchas cosas a la universidad, como por ejemplo: ¿cuál ha sido su papel en relación al problema del subdesarrollo, sobre el atraso científico y tecnológico de los países del mal llamado "tercer mundo", sobre la causa y el origen de las desigualdades sociales, sobre su papel en la ideología consumista, sobre la decadencia del capitalismo y su efecto “ecocida” en el planeta, sobre el re-pensamiento de las llamadas casas de estudios, sobre la dependencia político económica? Las universidades deberían hablar de infinidades de cosas, esa es su responsabilidad.
Éstas son preguntas difíciles de responder para instituciones que al parecer están ancladas en el pasado.

"Esa vieja universidad protege su pequeño régimen; su poder, su influencia, su postura dominada y dominante, sus dozavos, su autonomía, se defiende tras sus propias fronteras, tras su biblioteca, tras las puertas de ciertos cubículos, tras la retórica de sus profesores...". Diríamos nosotros, parafraseando a un viejo amigo: se defiende el "capitalismo curricular de la aristocracia universitaria".

La respuesta a semejante interrogante pudiera ser política. Sí, la política como vida de la comunidad, ésa de cuyas decisiones depende la vida social. Ésta es la respuesta a todo… O por lo menos a la mayoría de las cosas en la vida, para no ser determinista.
Aún así las realidades, sería oportuno seguir preguntándose: ¿es posible la existencia de una universidad que crezca y se desarrolle al margen de la problemática de los hombres y de su tiempo?

La respuesta es un rotundo NO.
Una universidad que se divorcia de los problemas de su tiempo es un claustro.
Pero ¿cuáles son esos problemas que requieren el concurso de la universidad?
Sin duda que son los problemas sociales; aquéllos que afectan e involucran a la mayoría de los miembros de la comunidad, es decir, al pueblo. Sin embargo, particularmente a esta palabra le agregaríamos el calificativo de: "pueblo trabajador". Esta categorización de pueblo pudiese ser discutida, pero considero que ella exceptúa, es decir, excluye deliberadamente a quienes de alguna manera, sacan provecho de su condición de propietarios para someter a sus designios a una inmensa mayoría de la población.

De allí que la universidad, y el conocimiento que en ella se desarrolla, carece de neutralidad, por lo que debe estar (a mi juicio) al servicio de la mayoría; y el resultado, que es licenciar, o en otras palabras, dar permiso a los ciudadanos para ejercer ese conocimiento, debe estar al servicio del pueblo, pero sin entender al pueblo como una masa etérea donde caben sirios y troyanos. No. Debe estar dedicado al pueblo trabajador, es decir, a la mayoría que con su participación protagónica, hace de la democracia una forma de gobierno de las mayorías explotadas sobre las minorías propietarias.

En una sociedad de clases no hay espacio para la neutralidad, nada es imparcial. La universidad, la investigación, la ciencia, la tecnología, los pensamientos, todo, absolutamente todo, está marcado por la ideología que se deriva de las estructuras de poder y las clases que la dirigen, y por supuesto, por el fetiche de la mercancía. En este sentido, compartimos la posición del peruano José Carlos Mariátegui, cuando sostiene en relación a la neutralidad y el acritisismo lo siguiente:

"Mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único proceso. Y si algún mérito espero y reclamo que me sea merecido es el de (...) Meter toda mi sangre en mis ideas (...). Otra vez repito no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones .Tengo declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano. Estoy lejos de la técnica profesoral y del espíritu universitario" (1930).

La universidad es una institución que data del año 1200 de nuestra era y que ha perdurado en el tiempo. Su nacimiento precede a muchas instituciones del llamado mundo "moderno", inclusive al nacimiento de los Estados nacionales. Las universidades "modernas", son la expresión organizada de una sociedad que desea educar a su población para que el conocimiento y el dominio de las ciencias y las tecnologías, permitan alcanzar sus fines, para ser más claros, actúan a favor de los intereses del capitalismo.

Con la Revolución Francesa, la universidad fue rescatada de los monasterios para caer en manos de la burguesía, nueva clase que asumió el poder en el sistema liberal; de allí, la visión marcadamente positivista de las ciencias en las universidades.

La universidad venezolana no es ajena a este análisis, su creación responde a un tiempo determinado, digámoslo claramente: nuestra universidad es en sí misma, colonial. Nace en 1727, en las entrañas de la sociedad colonial, por tanto, “es un parto de la colonia", y lo que de ella se deriva, son las relaciones de subordinación establecidas desde las metrópolis por el colonialismo de la época, al igual que la Nación misma es también una consecuencia de esto.

Con el surgimiento de las repúblicas, también este sistema de gobierno contrario a la monarquía, requirió una universidad que se acoplase a los nuevos tiempos, es por esta razón que Su Excelencia El Libertador Simón Bolívar, a quien además se le otorga el mérito de ser el Padre de la Patria, en el año de 1827, mediante la promulgación de un decreto, "se encargó de la "emancipación de la tutela de las altas jerarquías eclesiásticas otorgándole autonomía económica y financiera, bajo la rectoría de José María Vargas", quien se convirtió con los años, en el primer presidente civil de Venezuela, aunque por muy poco tiempo.
Mucha agua ha corrido debajo del puente de la historia desde este momento originario. El caso es que las universidades –querámoslo o no- juegan un papel destacado en la vida de los pueblos.

En la actualidad, las universidades tradicionales corren el peligro de estar condenadas a desaparecer si no asumen los cambios que la sociedad en general aspira. El costo que implica para muchas economías la educación universitaria, no se equipara a las retribuciones que éstas hacen al aparato económico, dejando ello mucho de qué hablar. Esto se ha convertido en un verdadero problema.

Es por ello que, en el mundo muchos centros de poder, incluyendo a las corporaciones privadas, entrenan a sus profesionales y los tienen en centros especializados mucho más avanzados que cualquier facultad. Esto evidencia que es imperante un cambio dentro de estas estructuras, o sencillamente estos claustros serán desplazados.

Son las mismas circunstancias históricas la que obligan a las llamadas "Casas de Estudios" a cambiar, si no lo hacen, están irremediablemente condenadas a desaparecer. En relación a esto, coincidimos con algunas voces que sostienen que: "las casas de estudios están condenadas a morir si no transforman sus estructuras", y diríamos nosotros, desde la Universidad Campesina de Venezuela “Argimiro Gabaldón”, si no se visten de pueblo.


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Arnaldo Guédez


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