Por una Universidad verdaderamente humana, democrática, alegre y viva. (Decepciones y Esperanzas luego de seis años en la UCLA) Parte II

No hay esperanza en la pura espera, ni tampoco se alcanza lo que se espera en la espera pura, que se vuelve espera vana. La esperanza es necesaria, pero no suficiente, ella sola no gana la lucha…

Paulo Freire.

Recuento y Agradecimiento

Hace ya varios meses escribí e hice publicas algunas reflexiones personales sobre mi experiencia dentro de la universidad venezolana actual y su profunda crisis institucional, lo hice pensando en la posibilidad de propiciar la creación de espacios críticos ante la desilusión que me generaba una institución que otrora se encontraba preñada de saberes apasionados y que hoy solo es un espejismo de libertad, restauradora de las tradiciones moralistas y mágico-religiosas, agencia de empleo del capitalismo nacional e internacional, fabrica ideológica del individualismo y el hedonismo.

Sinceramente una parte de mi tenía la ilusión de que al menos de manera directa o indirecta se contrapusieran argumentos y se abriera el debate desde aquellas instancias de poder anti-democrático que hoy hacen vida en los Rectorados, Decanatos y Coordinaciones. Pero esto no ocurrió, y aunque esta vez no eran políticamente correctas las persecuciones ideológicas y personales que ya había experimentado, se encubrió con "sutilezas" y burocratismos la coerción a la crítica. Primero con silencios, luego ante la imposibilidad de responder con argumentos, se recurrió al chisme y al anonimato para esparcir rumores y descalificaciones personales sobre quienes pensamos diferente, utilizando para ello las prerrogativas que da un circunstancial poder; estrategia cobarde que no he sufrido solo yo, sino todo aquel que evidencia la arbitrariedad, el nepotismo y la doble moral que se esconde tras la farsa de la sacro-santa investidura de la academia y el impoluto claustro que la define.

A pesar de esta triste respuesta, no puedo dejar de expresar mi alegría por el apoyo que recibí desde diversas universidades del país que viven las mismas experiencias funestas de una forma de hacer y creer la universidad que agoniza y por medio de zarpazos e incoherencias intenta sobrevivir. También agradecer a aquellos profesores, empleados y obreros de nuestra universidad (la UCLA) que de manera pública o privada y superando el temor comprensible a las consecuencias negativas de expresar su acuerdo con los planteamientos realizados, me manifestaron su apoyo incondicional.

Pero sobre todo, debemos llenarnos de esperanzas, ya que desde las filas estudiantiles, enfrentando miedos y pasividades impuestas por la autoridad, han tomado para sí la vieja esperanza de aquel mayo del 68 para gritar de nuevo: "Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar". De ellos ha venido el mayor de los apoyos y por ellos y para ellos mi mayor y más grande reconocimiento y la promesa de no abandonar esta lucha por la verdadera transformación de la universidad.

Unas propuestas que todavía esperan…

En vista del silencio encubridor y de la descalificación ofensiva y sin argumentos con la cual respondió el poder instituido; imposibilitados por el sectarismo y la obediencia a dar desde dentro los debates necesarios para la transformación de la universidad, tratare de esbozar alguna reflexiones sobre la dirección de estos cambios, con la ayuda de las propuestas de otros educadores e intelectuales comprometidos con las luchas por la concreción de una universidad verdaderamente democrática y popular, que supere su estructura servil y la orientación neoliberal que adquirió a finales del siglo pasado.

Boaventura de Sousa Santos, Álvaro García Limera, Rigoberto Lanz, Vladimir Acosta, y Paulo Freire, nos advertían de la severa crisis que vivía la Universidad Latinoamericana, resquebrajada y desvirtuada por la estructura antidemocrática en la que existe, signada por castas académicas que obtienen de manera casi hereditaria el poder y "el conocimiento", devenida en formadora de "recursos humanos" y "emprendedores" que alimentan la desmedida ambición de un sistema económico social depredador del medio ambiente y de la vida.

Coincidían además en la incapacidad de que ella misma se transformara, se re-constituyera, ya que es una universidad avejentada (aunque llena de jóvenes), un sistema cerrado sin capacidad para alimentarse de saberes humanos vivos y críticos, ya que el dinero se ha transformado en su único alimento (sino hagamos un recuento de los innumerables "paros" universitarios exigiendo mas y mas presupuesto y aumentos de sueldo). Es una crisis que no es solo universitaria sino civilizatoria, por tanto cualquier transformación que se plantee a lo interno de nuestras universidades debe plantearse en términos también de la estructura económica y social en la que coexiste.

La Esperanza Activa

Freire define la educación como: "…un proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de la belleza, capacitación científica y técnica; así es la educación, práctica indispensable y específica de los seres humanos en la historia, como movimiento y como lucha"; de este proceso solo ha quedado en las instituciones universitarias una cuestionable capacitación técnica y científica, digo cuestionable ya que es común referir la educación universitaria encerrada en los parámetros excluyente de la religión positivista y atados sus intereses a los intereses personales y profesionales del profesor, en este gris escenario tanto la UCLA como el resto de las universidades del país se han transformado en institutos de adiestramiento técnico de una elite intelectual o profesional adecuada a los mercados de trabajo; las dimensiones políticas y éticas quedan encubiertas tras la ideología hegemónica que dicta el mercado y las trasnacionales del conocimiento.

Se hace entonces esencial retomar los espacios universitarios para el debate ético y político, no confundiendo esto con la politiquería panfletaria que abunda dentro y fuera de las aulas a favor o en contra del gobierno actual, se trata de construir espacios dialógicos, de saberes apasionados, que fomenten una mirada crítica y esperanzada que haga posible pensar y cuestionar la realidad existente y formular alternativas a un mundo cada vez menos sustentable.

Transformando así la educación universitaria en "…un hecho en que educador y educando se educan juntos en el acto educativo. De este modo el educador ya no es sólo el que educa, sino aquel que cuando educa es educado a través del diálogo con el educando, que al ser educado también educa. Así ambos se transforman en sujetos del proceso en que crecen juntos, y del cual los argumentos de la autoridad ya no rigen". La universidad seria entonces a decir de Rigoberto Lanz un lugar donde no habría "Ninguna búsqueda de la verdad. Sería un espacio donde la gente se reúne, se junta porque comparten preguntas, preocupaciones, porque se plantean interrogaciones que los mueven, porque paren ideas, inventan cosas, en fin, comunidades intelectuales.

La universidad no puede seguir sustentada en el discurso cientificista y positivista del siglo pasado, asentándose en la excusa de la objetividad, ya Freire nos alertaba sobre como esa "…llamada neutralidad de la ciencia no existe, la imparcialidad de los científicos, tampoco. Y no existe ni una ni otra en la medida misma en que no hay acción humana desprovista de intención de objetivos, de caminos de búsqueda. No hay ningún ser humano que sea ahistórico ni apolítico", esa supuesta neutralidad lo que encubre es una educación y una organización que justifica un sistema económico criminal, por lo que concluye Freire diciendo: "porque sería una actitud ingenua pensar que las clases dominantes van a desarrollar una forma de educación que permita a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica"

Siguiendo estos argumentos, quisiera resumir el ideal educativo que mueve nuestras esperanzas, con palabras de Pablo Gentili en su trabajo "Desencanto Y Utopía, La educación en el laberinto de los nuevos tiempos", en el que esboza algunos de los desafíos que enfrenta la educación y la universidad latinoamericana y que suscribo plenamente, estos son:

1. "Fortalecer una concepción democrática y radical del derecho a la educación. Para que el derecho a la educación se realice de manera efectiva, una de sus condiciones necesarias es la existencia de una escuela pública abierta, democrática, gratuita y laica."

2. El sentido primordial de la educación en una sociedad democrática debe residir "en su condición de ser una oportunidad invalorable para potenciar nuestra lucha contra el monopolio del poder, contra las arbitrariedades, el autoritarismo, la discriminación y la segregación… Una herramienta política fundamental para la transformación de las estructuras de discriminación que se producen y reproducen históricamente. Estructuras que se sustentan en una apropiación monopólica del saber socialmente producido."

3. "La educación es un derecho humano y social, un derecho común, que no puede estar sometida a lógicas de mercantilización y privatización, porque de la socialización de esos saberes, de la ruptura democrática del monopolio del conocimiento, depende la posibilidad de construcción de una sociedad justa e igualitaria."

4. "Sólo es posible afirmar que existe el derecho a la educación cuando todos y todas, sin distinción de clase, género, raza, origen étnico, de su lengua materna, de sus condiciones físicas o de su opción sexual pueden vivir en una sociedad donde el conocimiento es un bien común."

En la actualidad la universidad venezolana se encuentra estructural e ideológicamente incapacitada para llevar adelante estas tareas, muy por el contrario desde sus pasillos, oficinas y salones de clases, se mueven con naturalidad los restauradores del orden neo-liberal de los años 90, se promueve la dependencia económica e ideológica, se legitima la exclusión. Son organizaciones anacrónicas que responden a un orden jerárquico casi medieval, que vive en la impostura frente a los cambios que orientan a los movimientos transformadores y progresistas de América Latina.

Epilogo y Continuara

Frente al modelo de supuesta modernidad educativa y carácter de elite de sus profesores y estudiantes que defienden las autoridades de nuestras universidades. Hoy como el eco histórico de una lucha inconclusa y muy a pesar que los sacerdotes de la academia hayan declarado su muerte una y otra vez, no nos cabe duda que nuestro objetivo es como decía el Che: "que la Universidad se pinte de campesino, de negro, de indio, de trabajador".

Los gobiernos neoliberales de finales del siglo XX instituyeron una política educativa bajo la cual se cristalizaron institucional e ideológicamente formas naturalizadas de carácter desigual y excluyente en todos los niveles del sistema educativo nacional. A pesar del avance inclusivo que en los últimos años han orientado los esfuerzos del gobierno bolivariano, se enquistan en las universidades nacionales, formas organizativas y de pensamiento que perpetuán y justifican la restauración de la globalización liberal.

Nos recuerda Pablo Gentili que: "Derechos para pocos no son derechos; derechos para pocos son privilegios. Derechos para todos significa posibilidad efectiva de realización de aquello que es la precondición política para la construcción de la dignidad humana: la igualdad y la libertad. No podemos ser libres si somos desiguales. La solidaridad es una práctica social. Nos hacemos solidarios en la lucha, nos hacemos solidarios en el trabajo militante, nos hacemos solidarios en la medida en que nos comprometemos cotidianamente con los movimientos que luchan para que nuestra sociedad cambie". Por una universidad que se guie por esos principios de lucha es por la cual aun seguimos vibrando de esperanzas y comprometidos en la acción.

Gerardo Sánchez Ramírez

Profesor Asistente del Programa de Psicología

Facultad de Humanidades y Artes

Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado



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