¿Universidades para qué? (I)

Más allá del anacronismo retórico que pudiera sugerir nuestra pregunta, realmente queremos llamarnos a la reflexión con ella, en relación al sentido y justificación histórica que pueda tener la existencia preeminente de las universidades en la sociedad actual y venidera. En tiempos en los que el sistema-mundo sucumbe ante crisis cíclicas y estructurales, que se meten y carcomen en los más recónditos ámbitos de la vida humana, devastando progresivamente las condiciones naturales mínimas futuras para la existencia de la especie.

La misma UNESCO viene promoviendo mundialmente desde hace más de dos décadas, discusiones, debates, reflexiones que generen acciones para que los procesos educativos y más puntualmente, en los procesos de formación de profesionales, surjan pautas que conecten ideas, proyectos, luces que descifren como alcanzar procesos de desarrollo sostenible, para virar el rumbo de nuestra "única nave espacial", hacia destinos menos inciertos. Sin embargo, una de las formas que toma esa crisis estructural, es la crisis del mismo sistema educativo. Respecto a lo universitario específicamente, el prestigioso profesor venezolano Rigoberto Lanz, afirma que el modelo mundial está colapsado y no tiene reparación, requiere de una urgente cirugía epistemológica, política, ética, de paradigmas, por lo cual se ha hecho incapaz de responder ante la necesidad de ser partero de la generación de una nueva sociedad.

En Venezuela estamos peor entrampados. Aunque sabemos, debemos reafirmar que el modelo de universidad venezolana, y latinoamericana en general, es una copia burda de la universidad europea y gringa, lo que pudiera no ser el problema en sí. Por allí el científico argentino Oscar Varsavsky en su obra "Hacia una política científica nacional" nos dice respecto a la universidad…más que una ventana hacia el mundo, es un enclave, una base cultural desde la cual se nos transfiere todo lo que los países centrales entienden por ciencia, tecnología, cultura y a través de ellas su tipo especial de industrialización y economía, sus valores frente al consumo, el trabajo y la sociedad. Las mismas sociedades que dominan y reproducen el sistema que está destruyendo la vida, nos dictan las pautas con sus modelos científico-tecnológicos y universitarios. El problema es que lo permitimos y hasta aupamos desde nuestras mismas universidades.

En este marco de crisis mundial estructural, la sociedad venezolana hace más de una década se propuso regenerarse, reconstruirse, enrumbarse hacia otro modelo de vida, otro sistema productivo, otra forma de relacionarse con sus individuos, con otras sociedades y con la naturaleza. Es decir, trascender el modelo capitalista – rentista y la cultura que de este modelo surgió. Creemos muy poco probable que las universidades como las conocemos, con su praxis docente, con la escasísima e improductiva investigación que promueven y realizan, así como su desvinculación con los procesos comunitarios que están desarrollándose, vaya a ser partera de la nueva sociedad que se busca generar.

Pero seriamos sumamente absurdos si pensáramos que podemos desmontar las universidades para levantar nuevos organismos donde se formen los profesionales que requiere la regeneración social que nos propusimos en Venezuela. E igualmente, seríamos muy ingenuos, idealistas, si pensáramos que las universidades se transformarán a sí mismas. Estamos de acuerdo en que estas, aunque compuestas por seres vivos y componentes inertes, se han convertido en engendros sin vida que reproducen permanentemente una cultura instaurada; se han hecho engendros que se comen inmensas cantidades de presupuesto para simplemente licenciar gente, entregar papelitos que alienan a individuos alienados que con sus certificados profesionales, los títulos, se sienten "alguien en la vida". Incluso este monopolio de certificar profesiones, está también rompiéndose. Cada vez hay más agencias con métodos mucho más amigables, atractivos y eficientes que certifican profesiones. Entonces ¿universidades para qué?

Creemos que sólo la relación dialéctica, cual movimientos telúricos que mutuamente se afectan, entre la educación universitaria, otros sectores socio-políticos y las fuerzas de prácticas sociales, económicas, políticas o axiológicas que están desarrollando muchas comunidades organizadas, pudiera alcanzarse la regeneración de la sociedad que la Venezuela del siglo XXI se propuso. Empujemos y tironeemos todos desde nuestras concepciones, si, pero democráticamente, dialécticamente, para lograr esa regeneración. Hasta la próxima entrega.

MAGISTER EN DOCENCIA PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA / LICENCIADO EN EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO CULTURAL / DOCTORANTE EN UNERMB CORO

@joserangelso



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