Las Escuelas técnicas fundamentada en la filosofía de la Educación Bolivariana

La educación bolivariana, es una filosofía que nace bajo el auspicio e ideas de Hugo Rafael Chávez Frías, debe ser considerado como un proceso continuo de formación integral de los hombres y mujeres de nuestro país, permitiéndole vivir en democracia social, de derecho y justicia, en un estado que propugna como valores superiores de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la responsabilidad social, los derechos humanos, la ética y el pluralismo político; su propósito debe ser el desarrollar un pensamiento creativo, del ser humano y el pleno ejercicio de la personalidad, en una sociedad democrática basada en la axiología de la ética del trabajo liberador y el desarrollo el ocio creativo, participando de manera consciente y solidaria en los valores de identidad nacional y con una visión latinoamericana y universal. Las exigencias de este siglo se presentan con cambios vertiginosos, donde la tecnología y el conocimiento progresan juntos, quizás uno en mayor grado que otro y además de manera compleja, enfatizando a la vez en exigencias de utilidad, eficiencia y eficacia en organizaciones de vanguardia. Tales requerimientos, demandan que el sistema educativo, prepare a las nuevas generaciones para afrontar estos retos, ofreciendo respuestas emergentes y atender a todos por igual. Desde esta perspectiva, el país necesita de una educación para el futuro, con enseñanzas de primera línea, universal; si las sociedades sufren transformaciones, las escuelas fieles reflejos de estas, también deben cambiar y transformarse.

Para atender este contexto, es necesario procedimientos innovadores en la educación moderna y del futuro cercano, orientados en los fines planteados en la educación de los países, el nuestro no escapa de ello. La educación debe adaptarse al entorno cambiante que la rodea y esto exige que sus miembros así mismo cambien, que acepten como función, motivar a los docentes y dirigir las instituciones para que estos aprendan a adaptarse a los cambios por venir. El éxito de los planes, proyectos y programas, representará un mensaje de progreso, pleno de posibilidades, confianza, visión y calidad para el desarrollo armonioso de las personas, de igual forma, a toda organización educativa representa una puerta abierta a la esperanza, dado que tiene como finalidad encontrar respuestas que satisfagan las necesidades de las personas y de los grupos sociales en cuanto a su autonomía, creatividad y realización como fuerza determinante para el éxito y trascendencia educativa.

El conocimiento emergente de las escuelas técnicas, bajo una visión de la educación bolivariana, debe ser mucho más que filosofía del mañana; pues no existe un conocimiento acabado o gastado que garantice la disolución del error y de la ilusión; por el contrario, el conocimiento humano deberá contar con cambios y estar expuesto a las ilusiones sociales y personales; es así como no existe la ciencia, que dejando de lado la afectividad, pueda comprometerse objetivamente con su eliminación definitiva. Es por ello que llega a reflexionar en cuál ha de ser el tipo de educación técnica y bolivariana que necesita la patria, y permita apropiar sus métodos, fines, misión y visión al plan de la patria; que nos cure de la ceguera de un conocimiento que sólo propende a la racionalización. Es cierto, que el desarrollo de la inteligencia va inseparablemente con lo afectivo y emocional. En consecuencia, la primera e ineludible tarea de la educación para afrontar tal ceguera, ha de ser la de enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento y, para ello, apela a evitar la doble enajenación que se da en la mente de los seres humanos, por sus ideas y por las nuestras propias. Por tanto, si la primera tarea es la de enseñar un conocimiento que forme a la humanidad para criticar el conocimiento; el primer objetivo de la educación del futuro será apropiar a cada uno de los estudiantes de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del mismo, en un escenario social de reflexibilidad, crítica y sobre todo, de una diversidad ideológica.

Por otro lado el conocimiento no puede ser filosofía del mañana, mucho menos trasnochada, pues no existe conocimiento acabado que garantice la disolución del error y de la ilusión. Por el contrario, el conocimiento humano seguirá estando expuesto a las vibraciones de las alucinaciones sociales y personales; es así como no existe ciencia, que dejando de lado su afectividad, pueda comprometerse objetivamente con su eliminación definitiva. Esto nos lleva a reflexionar, en cuál ha de ser el tipo de educación que nos cure de la ceguera de un conocimiento que sólo propende a la racionalización, es cierto que el odio, la amistad o el amor pueden enceguecernos, quizás pensemos que una ciencia objetiva sea la única salida, pero también es cierto, que el desarrollo de la inteligencia es inseparable del de la afectividad.

Es trascendental emprender caminos filosóficos y contemporáneos, orientados en principios de un conocimiento pertinente, de la necesidad de promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y fundamentales, para inscribir allí los conocimientos parciales y locales. EL conocimiento no puede ser dividido o fragmentado, según las disciplinas (asignaturas) que impiden operar el vínculo entre las partes y las totalidades y para solucionar esto, se debe dar un conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos. ¿Cómo saber cuál es la información clave en este océano de datos inmensos de hoy en día? La educación bolivariana responde con una invitación a determinar los problemas clave de la humanidad, potenciando así la idea de una educación que promueva la "inteligencia general", dotada de sensibilidad ante el contexto o la globalidad y que a su vez pueda referirse a lo multidimensional y a la interactividad compleja de los elementos. Su distinción pertinente entre la racionalización como construcción mental que sólo atiende a lo general, y a la racionalidad que se atiene simultáneamente a lo general y a lo particular, permitiendo definir lo que denomina Edgar Morín "conocimiento pertinente"; que siempre es y al mismo tiempo general y particular.

La educación técnica y bolivariana, produce la vida social que es básicamente el intercambio del trabajo socialmente útil que realiza y que se expresa a través del intercambio de conocimientos validos al colectivo, su producción y sin embargo esa vida social suya, su ser social, se le enajena, se le convierte en algo extraño y ajeno en la forma de valor representado en las mercancías, el dinero y el capital. No dispone de estos como debiera para satisfacer sus necesidades, por cuanto no dispone del poder para organizar, dirigir y desarrollar la producción social, su sociedad, de manera justa, eliminando la explotación de su trabajo por otros, la explotación del hombre por el hombre.

Reivindicar al egresado de las escuelas técnicas, es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él, la humanidad debe reconocerse en su humanidad común y al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural implícita en todo la sociedad. Para ello, la educación bolivariana, refrenda que el conocimiento del ser humano ha de ser contextualizado al preguntar, quiénes somos, debemos preguntar dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos. Se sintetiza el ser y el desarrollo de lo humano en un conjunto, la tríadas o bucles (como lo denomina Morín) con las cuales explica lo global y lo individual de la especie, el cerebro-mente-cultura, la razón-afecto-impulso, el individúo-sociedad-especie. Con lo cual se concluye, que la educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos de la tierra de Simón Bolívar y Rodríguez.

cesarolimpus@gmail.com

"No hay mejor práctica que una buena teoría" Karl Marx; más tarde Lenin afirmó en el mismo sentido que "no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria".



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