El viejo sistema de ingreso a las universidades y su actual defensa anti-académica




Recientemente hemos leído declaraciones de "connotados" especialistas, vice rectores y rectores, sosteniendo que el viejo mecanismo de ingreso en las universidades tenía como objetivo garantizar que el estudiante se graduara. Otros han dicho, que lo que realmente sostenía ese esquema de selección era el mantener un alto nivel de calidad en la educación. Así entonces, esos defensores del viejo esquema de discriminación, casi que piden a quienes no pudieron aprobar las pruebas de admisión y en consecuencia quedaron fuera de universidades como la UCV, la ULA y la USB, que agradezcan con pasión, a aquel mecanismo misericordioso que aplicaban ese tipo de universidades para dejarlos fuera. Es como que alguien, con una bola de cristal viera el futuro y te dijera, tu no sirves para esto, así que retírate y no me hagas perder el tiempo. Y agradécelo también. Sólo que el adivino, en este caso, usa una prueba en que se rellenan círculos, una lectora óptica que lee las respuestas y que más tarde suministra datos a una computadora, para arrojar los delicados resultados que restringen oportunidades y afectan vidas enteras.

De nada sirve en estos casos la consideración del espíritu de superación del ser humano y su voluntad de enmendar. Tampoco se toman en cuenta las diferencias con las cuales se llega a la prueba, las realidades que favorecen a unos y las que dejan atrás a otros. Injusticias que tienen un marcado trasfondo económico y de clase social. Por ello, los pobres terminaron quedando afuera de las universidades estatales y pasaron a engordar la fortuna de los empresarios de la educación en institutos privados. Todas esas perspectivas son radicalmente despreciadas con el viejo sistema de admisión universitario, que oculta esas realidades bajo la idea de que si no se está apto no se merece la oportunidad.

Y es que según los defensores del viejo sistema, esas universidades pretendían evitarles la frustración y el alto costo al estado, de que un posible estudiante entrara a una de esas universidades y no pudiera culminar efectivamente su carrera. Por supuesto que esa concepción se contradice cuando se revisan casos como el de los bachilleres Gaby Arellano, Ricardo Sánchez y Stalin González. Todos ellos estudiantes que entraron en esas universidades y llevan décadas "estudiando" sin culminar una carrera. Un estudio científico en ciertas carreras puede mostrar que completar una carrera depende de muchas variables y que el ingreso en una universidad, no es garantía real de que se pueda obtener el grado perseguido. Más aún, por eso mismo es que algunas de esas universidades sostienen tímidos mecanismos de supervisión de la permanencia del cupo en las carreras.

La misma noción de que, quienes reprueban esos exámenes no están aptos para culminar carreras universitarias, queda en tela de juicio cuando se constata que muchos de quienes no superaron ese mecanismo lograron graduarse en universidades como la UCAB y la UMET. También sucede algo similar con colegios universitarios, casi siempre instituciones privadas. Y es que el hecho señalado, pone en entredicho la hipótesis enunciada por los defensores del viejo sistema, o apunta a que estas últimas formaciones son menos exigentes en estas últimas universidades. Eso luce preocupante para quienes sostienen que la diferencia es entre universidades contrarias y universidades a favor del gobierno.

Adicionalmente, el hecho de que los hijos de profesores y empleados de algunas de esas universidades no debieran enfrentarse a ese mecanismo de selección y obtuvieran su cupo, a pesar de su preparación y estudio previo, es clara muestra de una discriminación contraria al precepto constitucional. Nunca hemos visto a la rectora de la UCV, que tiene su período más que vencido, pronunciarse a favor de eliminar esa injusticia.

La otra idea fundamental, la del sostén de la calidad educativa también es profundamente cuestionable. Se pretende hacer creer que la prueba mide los que realmente merecen la oportunidad de entrar, ya que pueden mantener la permanencia en un régimen estudiantil exigente y de alta calidad educativa. Es decir, si usted no puede aprobar la prueba de admisión, mucho menos podrá mantenerse dentro de la universidad. Esta es otra hipótesis y no se tiene trabajos científicos concluyentes al respecto. Por el contrario, existen ideas simples que ponen en duda tal aseveración.

Si la prueba mide la verdadera preparación estudiantil que se obtuvo durante la secundaria ¿por qué existen los cursos comerciales para aprobar esa prueba? ¿Se puede en uno o dos meses superar todas las deficiencias adquiridas a lo largo de cuatro o cinco años? Y si eso es posible, suponemos que de lo contrario esos cursos habrían desaparecido, ¿por qué no sustituir las pruebas por amplios programas de nivelación? ¿No fue esa la idea de los cursos propedéuticos de antaño?

Y si la calidad educativa es lo que hay que sostener a toda costa ¿Que hay de los regímenes de permanencia universitaria? ¿No deberían estos existir y ser iguales de rígidos y absolutos? ¿Por qué hay tantos estudiantes que ya tienen un cupo y que ruegan a los profesores para que les regalen décimas que no obtuvieron legalmente y no perder así su estadía? ¿No deberían estos estudiantes defender con igual firmeza que el que no pueda mantener se cupo debe dejarlo a otro que si merece la oportunidad? Eso no es lo que se ve; por el contrario, se ve a estudiantes rogando y pidiendo misericordia cuando no cumplen los estándares que una u otra universidad actualmente tiene. ¿Tienen estos que tener un trato diferente a los que no aún han ingresado?

Entonces, si existe un posible mecanismo para filtrar a los "no aptos" que ya están dentro de la universidades, ¿por cuál razón hay que preferir el otro? ¿por qué seleccionar un mecanismo que, ignorando significativa desigualdades entre los estudiantes, que ocurrieron con anterioridad, filtra a los "no aptos" antes de que los mismos pongan un pié en la universidad? ¿por qué inclinarse por una forma que marcadamente ha dejado afuera de las universidades públicas y del estado, a las clases sociales pobres?

¿Y qué decir de los graduados y su calidad? ¿Cómo está su sensibilidad con respecto al resto de la sociedad venezolana? ¿Ha aumentado el plagio con la llegada de la Internet? ¿Ha aumentado la calidad de los proyectos? ¿Qué ocurre con los trabajos de grados? ¿Tienen algún impacto en el país? ¿Cuán actualizados están los programas? ¿Y qué hay de la calidad de los profesores? ¿La calidad de sus trabajos de ascenso? ¿La calidad de la docencia? ¿La calidad de la investigación y de la extensión universitaria? ¿Cuántos libros se publican en las editoriales universitarias? ¿Cuántas investigaciones han contribuido efectivamente al progreso del país? ¿No ha pasado suficiente tiempo como para tener mediciones científicas de otras variables que también influyen en la calidad educativa?

Así pues que con más de dos décadas de probadas injusticias, es más que tiempo para probar otra alternativa. No hay razón para que la academia, que funda su razón de ser en la búsqueda de la verdad, se atrinchere furiosamente y sin argumentos científicos, en desprestigiar un nuevo método, cuando el que actualmente posee ha demostrado tener serias deficiencias. La actitud científica debería ser la del estudio profundo y riguroso, uno verdaderamente científico, que demuestre que un método es mejor que otro, o la búsqueda de un híbrido o de otra alternativa. Pero defender por defender, sin sostén de evidencias metódicas, comprobadas, que puedan ser comparadas es por naturaleza anti académico.

Una defensa basada en nombres de supuestos expertos y no en métodos científicos, es lo más opuesto al espíritu universitario. Y lamentablemente, hasta ahora esa es la lección que el país entero está observando. La que nos dictan las autoridades universitarias, las asociaciones de profesores y las federaciones estudiantiles y de centros universitarios. Pero el país, demanda verdaderas evidencias. Conviene entonces recordarles esta cita atribuida a Buda: "Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo."



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