Políticas públicas Versus prácticas de gobierno (I)

En un interesante estudio de investigación, Alex Rivas se refiere a la educación como unos de los caminos para lograr una mejor estructura social, nada menos cierto, pues, la educación es el motor que dispone el Estado para a través de la formación de sus ciudadanos perpetuar los cambios de la sociedad, transformar modelos de producción, pensamiento e incidir en la formas de convivencia y organización de esta. Por ello, nada más cercano al hacer político que las aulas de una escuela y nada más cercano hacer micro-política de cambio que el docente de una escuela. El docente es el profesional capaz de transformar las realidades cotidianas dentro y fuera del aula (en la comunidad), es quien debe tener los elementos académicos y el pensamiento crítico para interpretar los procesos de cambio y erigir conciencias distantes a las atractivas prácticas mercantilizadas que algunos han asumido como formas de vida y realización personal, donde el trabajo no representa el espacio para la contribución y la liberación o aporte del ser humano sino el fin desmedido para originar la tenencia de capitales; sociedades en la absolencia planificada es el quehacer cotidiano y todo es absolutamente desechable y reemplazable, desde un mueble nuevo hasta un artefacto electrodoméstico en perfecto estado, porque todo está sujeto a la moda, lo novedoso, lo práctico.

Sin embargo, un pensamiento como el dibujado en las últimas líneas del párrafo anterior se construyen indudablemente en las estructuras sociales que aspire implantar una nación a través de sus políticas públicas y bajo dos posibles esquemas de entendimiento; 1) cuando el Estado se rige y logra bajo un mandato vertical la apropiación en los distintos sectores de sus políticas públicas; 2) cuando un Estado concibe a las políticas públicas como prácticas de gobierno, es decir, al entenderlas lejos de una visión del lineamiento institucional emanado de las altas instancias del gobierno dirigidas hacia los distintos sectores de ciudadanía común. Rivas (2015) define esta interacción de práctica de gobierno como: "relaciones de poder que se producen, reproducen y transforman en el nivel micro de las interacciones pedagógicas, en el nivel meso de gestión y gobierno, y en el macro nivel de la regulación sistémica de las políticas"

Bajo la esta noción se puede repensar a las políticas públicas como herramientas dinámicas del Estado, pues, los sujetos pertenecientes a los sistemas no son inertes porque influyen en las políticas públicas que se generan desde la instancia generadora convirtiendo a ésta en un elemento más de interacción e involucrando a cada pieza del nivel meso como corresponsable en la ruta o sendero de los resultados que se evidencien en la formación de los ciudadanos. Por ello, una política pública entendida desde la visión de práctica de gobierno no se convierte en un tipo de receta ajeno al contexto cotidiano de una nación; no olvida su cultura, su historia y las distintas formas particulares de manifestación que generalmente coexisten en un país. Esta forma de política pública va ligada a su implementación en la práctica, si la circunscribimos a la escuela, va ligada a la enseñanza y aprendizaje de los niños, niñas y jóvenes, por ende, puede transformarse y redimensionarse en cada contexto particular, además, equidista del termino: "lineamiento" plasmados en los discursos y el rigor legal que suele atribuirse en una gaceta, generalmente, carentes de efectividad en la práctica.

Por ello, en una política pública adoptada desde la práctica de gobierno, específicamente, en el campo educativo, genera una educación ajustada a elementos que sólo maneja el profesional de la docencia a través de su centralidad pedagógica. El docente tiene el poder de confeccionar individuos que aporten elementos sustanciales para crear una estructura social más justa, basada en la liberación de conciencias, el conocimiento aplicable más no acumulable y menos sujeta a los dictámenes y vaivenes internacionales.

Si el docente de hoy no logra comprender la dimensión de su responsabilidad desde el ejercicio pleno de su profesión y las posibilidades de trascendencia en el sujeto formante que le brinda su envergadura de docente, estaremos atrapados en las dinámicas de la imposición, el letargo de lo mecánicamente confeccionado para un mundo cuantificado desde los modelos estandarizados y propiciando escenarios abiertos para incorporar elementos desestabilizadores, en los cuales, por ejemplo, subyacen intereses equidistantes a la idea de considerar la educación como un derecho humano universal.

Adentrarse en el terreno de las políticas públicas es también comprender que su confección esta acoplada, de igual forma, a las tendencias políticas y económicas de las gestiones o gobiernos de turno, que en muchos casos se encuentran de espaldas de la escuela y sus actores involucrados, quienes continúan repitiendo afanosamente los modelos conservadores memorísticos, de buenas prácticas y disciplina; en consecuencia, se configura día a día un ideal de formación del ciudadano que no termina de aterrizar en la estructura social del país que se aspira, aun cuando ese ciudadano se describe en algunas líneas de acción o ejecutoras, como por ejemplo: el currículo. Por ello, la política pública entendida y aplicada desde las prácticas de gobierno permitiría visualizar el hecho educativo, la realidad del aula como dice Rubiano (2013) con todo aquello que representa para el educando desde sus primeros años descubrimiento para la vida, es decir, visibilizar las cualitativas riquezas del proceso de aprendizaje, generalmente no contemplados y diluidos en el ámbito de lo cuantitativamente burocrático ministerial.

Liliana Medina de Luzón. Red Global/Glocal por la Calidad Educativa

REFERENCIAS:

Rivas, A. (2015). América Latina después de PISA. Lecciones aprendidas de la educación en siete países (2000-2015). 1ª edición – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fundación CXIPPEC.

Rubiano, E. (2013). El espejo de la cultura escolar. En los discursos miramos el reflejo de lo que somos y de lo que quisiéramos ser. Ediciones Universidad de Carabobo.



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