La crisis de subjetividad en los estudiantes de la UNESR

En diferentes ocasiones nos hemos pronunciado a través de documentos públicos del Movimiento 3 de Octubre con respecto a la crisis institucional que atraviesa la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR). Siempre lo hemos hecho con el interés de promover que la universidad se piense y se trascienda reflexivamente a sí misma desde la exigencia del acumulado acervo cultural del pensamiento crítico del que dialécticamente debe ser depositaria y renovadora a la vez por definición de su esencia institucional. Sería un contrasentido, cuando no su negación, que la universidad se viera o interpretara a sí misma desde el sentido común o reproductor al que ella está llamada o misionada a trascender por medio del sentido crítico de la investigación, la formación, la extensión y la gestión. Por ello creemos que hay que discutir primeramente desde los diversos puntos de vista que pudieran existir democráticamente sobre la involución y entropía institucional provocada por las regresiones e incrustaciones del sentido común en muchos de sus ámbitos. Es un sinsentido que donde debe imperar el conocimiento y el saber más rigurosos prevalezca el desconocimiento a la hora de opinar y de actuar.

Hoy, frente a la aparente manifestación del descompromiso estudiantil con su formación profesional que al parecer evidencia una parte significativa de los “participantes” de la UNESR: “desgano, desinterés, desmotivación, abandono, etcétera”, situación ésta que se despacha desacertadamente en las conversaciones de pasillo con la expresión fácil de la existencia de una “crisis de valores” (¿o será de valoraciones? ¡que no es lo mismo!), queremos proponer una “hipótesis” para la reflexión y el debate, inicialmente fundamentada en los trabajos de investigación psicosocial relevantes internacionalmente como los de Félix Guattari y Gilles Deleuze. Desde esta perspectiva compartimos que la determinación fundamental de ese complejo comportamiento de los estudiantes radica en la crisis de subjetividad que se atraviesa como correlativa a la crisis mundial del capitalismo neoliberal que la genera a su vez. Aunque la señalemos como la determinación general principal, no se nos escapa a la consideración que inciden otros factores, entre los cuales deseamos resaltar, los dispositivos contraculturales (por negadores de la resignificación y resentidización trascendentes), y entropizantes que se han enquistado institucionalmente en la UNESR y que intervienen activamente de modo contrainstituyente en la subjetividad de sus estudiantes y en todos los demás sectores de su “comunidad” (entrecomillas porque esos factores entrópicos actúan también para impedir la cohesión sociocultural e institucional de sus integrantes). Bastaría, por ejemplo, con observar críticamente en un primer diagnóstico cómo los estudiantes configuran sus trayectorias académicamente para darse cuenta del modo actuante de esos dispositivos contraculturales instituidos perversamente en su imaginario en detrimento o alienación de la propia formación cultural liberadora.

Como se sabe a través de las investigaciones sociales aludidas, el proyecto central de la política del capitalismo consiste en la articulación de los flujos económicos, tecnológicos y sociales con la producción de subjetividad, de tal modo que la economía política coincida con la “economía subjetiva”, pero es el caso que el neoliberalismo falló en esta articulación. Por ello hoy, la debilidad del capitalismo radica en su falta de correspondencia con la producción masiva de la subjetividad que le es correlativa debido a que su crisis económica estructural mundial lo ha impedido considerablemente. En consecuencia, su discurso ideológico no ha causado el efecto esperado. De aquí que su crisis sistémica expresada en los repetidos fracasos financieros, productivos, etcétera, es también una crisis de producción de subjetividad porque ambas están estrictamente vinculadas y no pueden ser separadas por sus recíprocas implicaciones.

Su inicial predica neoliberal de promoción subjetivadora de los individuos como emprendedores, como “empresarios de sí mismos”, haciendo de cada individuo autónomo un negocio, resultó en la realidad una paradoja para la mayoría de la población y una gran frustración para millones de jóvenes en el mundo que incautamente creyeron en ese discurso. La autonomía, la iniciativa individual privada y el compromiso subjetivo de asumir riesgos exigidos devinieron en nuevas formas de empleo y precarización, por tanto en mayor heteronomía, en más sujeción. Conllevando esto a una depresión social generalizada denominada “el mal del siglo” ya que implicó un empobrecimiento de la existencia y el rechazo a la homogeneización consecuente.

En Venezuela la retórica neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI) tomó concreción principalmente en las notoriamente fracasadas políticas públicas de los segundos gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera que incrementaron la pobreza, el desempleo, la desnutrición, la morbilidad, la mortalidad, la corrupción, etcétera. Experiencias trágicas que condujeron a incrementar la conflictividad social que derivó durante el período del primero de los expresidentes en millares de hombres y mujeres asesinados durante las protestas populares como la del “caracazo”. Sin embargo, el descontento popular se tradujo en la búsqueda y respaldo de opciones opuestas al neoliberalismo que había gobernado, y esto condujo al gobierno de Hugo Chávez Frías quien había insurgido militarme contra aquellas. Que si bien propició políticas favorecedoras del entusiasmo y el bienestar popular a nombre del socialismo, en realidad afianzó un tipo de capitalismo de Estado centralizador de todas las decisiones en desmedro del protagonismo democrático y contralor del poder popular.

Un Estado-gobierno envilecido por las apetencias y hechos de corrupción de muchos de sus funcionarios, y lo hizo dentro del esquema rentista petrolero desdiciendo de su discurso social antidependiente y antimonoproductor de materias primas. Modelo que ha continuado con el actual gobierno. Esquema que en vez de promover el esfuerzo productivo y reproductivo de toda la población con apoyo del Estado, reforzó y refuerza la creencia en el mito de la riqueza petrolera y, en consecuencia, de la obligatoriedad gubernamental de redistribuir esa falsa riqueza entre el pueblo que esperaba su alícuota parte de esa presunta riqueza sin retribuir esfuerzo alguno para recibirla. Redistribución populista que alimenta imaginarios contraculturales de riqueza fácil y de logros inmediatos de fortuna o bienestar individualista que se contraponen a la dedicación, al esfuerzo, al estudio y a los logros realizadores con base en proyectos colectivos locales, regionales y nacionales que implican confianza en la espera y la postergación.

Modelo rentístico que ha entrado en su fase agónica producida por la desesperada voracidad imperial capitalista por el control de la producción y las reservas de petróleo en el mundo a través de guerras criminales y de mantener la baja de los precios en esta coyuntura creyendo el gobierno estadounidense que así podrá salir de la crisis que ha propiciado a costa de los demás. Lo que agudiza la incertidumbre ante el porvenir para los jóvenes venezolanos que se perciben en un tránsito por demás incierto y en medio de una confrontación nacional por la polarización política que inunda todos los escenarios, en la que la oposición ofrece continuar con el fracasado modelo neoliberal, lo que contribuye a incrementar más su inseguridad ante opciones profesionales universitarias que lucen endebles.

En este contexto mundial y nacional, de crisis estructural generalizada del capitalismo neoliberal que ha producido la desesperanza en la mayoría de la juventud planetaria por sus falsas promesas ya que son imposibles estructuralmente de cumplir por aquel, así como el desánimo debido a la crisis nacional por el agotamiento de la contracultura del éxito y de la riqueza fáciles producto de la redistribución populista de los ingresos petroleros, es que debemos entonces ubicar la crisis de subjetivación de los estudiantes de la UNESR y muy probablemente la de otros estudiantes de instituciones universitarias diferentes. ¿Qué hacer ante ello?

Indudablemente, revertir esas tendencias que afectan desfavorablemente a los jóvenes primordialmente es una tarea que implica fuerzas movilizadoras internacionales y/o nacionales transformadoras que sobrepasan las fuerzas y los recursos de un pequeño grupo reducido a una sola institución por más numeroso que sea. En razón de esto, hay que articularse con las fuerzas que luchan mundialmente bajo la consigna ¡Otro mundo es posible! y nacionalmente por la transformación auténticamente revolucionaria de la sociedad contra el neoliberalismo y todas las formas de sujeción burocrático-estatales, a favor del futuro y esperanza para la juventud y para todos; aunque su emancipación deberá ser obra de ellos mismos para que no recaigan en una nueva sujeción, la de sus supuestos emancipadores.

Por lo pronto, y en lo que concierne al lugar de interacción académica con los estudiantes en los ambientes universitarios y fuera de estos, reivindicando nuevamente a Guattari y Deleuze, es estratégicamente fundamental que se agencien por medio de experiencias trans-subjetivas en los estudiantes los acontecimientos de ruptura en su pensamiento y actuación, provocando en ellos las interrogantes que pongan en entredicho el sentido común del discurso capitalista dominante que actúa junto con los imaginarios reproductores de su situación de anomia, y los emplacen a dotarse de un sentido crítico y responsable en torno a sí mismos, los otros, la nación y el mundo dándoles así autoafirmación en sus acciones.

El agenciamiento refiere a las múltiples relaciones que se generan en los individuos para producir un sentido nuevo o crítico, y ese sentido, constituye el acontecimiento. Por otra parte, y como complemento de lo anterior, hay que animarlos a luchar y actuar junto con ellos por la transformación de la UNESR (en esta dirección, el Movimiento 3 de Octubre ha expuesto sus proposiciones a través de este medio bajo el lema de ¡Universidad Consejista!), principalmente contra la entropía institucional que la ha vuelto burocráticamente inercial y rutinaria, y los dispositivos contraculturales instituidos que escamotean su formación cultural como potencia y realización emancipadoras.



diazjorge47@gmail.com



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Jorge Díaz Piña

Doctor en Ciencias de la Educación (ULAC), Magister en Enseñanza de la Geografía (UPEL), Licenciado en Ciencias Sociales (UPEL). Profesor universitario de la UNESR

 diazjorge47@gmail.com

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