Hoy los estudiantes estamos siendo afectados por un paro/suspensión de actividades universitarias al que sólo fuimos invitados como meros espectadores, a pesar de que somos nosotros quienes sufrimos las consecuencias inmediatas y directas con la posible pérdida del semestre o del año, según sea el ciclo académico de nuestra Facultad.
Estamos totalmente de acuerdo con las reivindicaciones salariales de los profesores, estamos totalmente de acuerdo con que la universidad requiere más recursos, pero esas necesidades han existido desde hace más de tres décadas. Desde los años 70’s del siglo pasado, la universidad ha tenido presupuestos deficitarios y el poder adquisitivo de los profesores no es lo que fue tiempo antes. La diferencia con otras épocas es, que antes la comunidad universitaria: profesores estudiantes y empleados, se comunicaban, debatían, acordaban, se coordinaban y luchaban juntos, bajo una estrategia inteligente y común para lograr un presupuesto mayor y unos salarios más justos, PERO SIN DAÑARSE LOS UNOS A LOS OTROS. En la actualidad LA LUCHA REIVINDICATIVA ES A COSTA DEL SACRIFICIO EXCLUSIVO DE LOS ESTUDIANTES.
Desde hace más de tres décadas en la universidad se debatió y se concluyó que los paros universitarios de brazos caídos, que los paros por los que los profesores y empleados se quedan en sus casas no son métodos de lucha adecuados, ya que lejos de llamar la atención de la sociedad y de presionar al Gobierno, lo que hacen es desmovilizar a la comunidad universitaria, de promover que los estudiantes no vengan a la universidad porque no hay clases. Los paros universitarios que impiden que haya clases son inútiles como método de lucha. Pero entonces, ¿por qué se insiste en esta oportunidad en un paro que se conoce y se ha demostrado que salvo dañar a los estudiantes es ineficaz?
En esta oportunidad hay dos iniciativas que paralizan la universidad: Una es el paro convocado por los profesores y empleados. La otra es la suspensión de actividades convocada por esa instancia privada y oficiosa que se autodenomina “Núcleo de Decanos”. ¿A que se juega con esta estrategia de doble acción para cuyo diseño los estudiantes no fuimos convocados a pesar de que somos los que la estamos soportando con la pérdida de nuestros semestres y años académicos? La respuesta es sencilla, es una estrategia electoral para incidir en las votaciones del 6 de diciembre de la Asamblea Nacional, no es una estrategia con fines universitarios. Es utilizar a las universidades y a la comunidad universitaria con fines electoreros. Es utilizarnos a los estudiantes como tontos útiles.
Por ello los estudiantes tenemos que preguntarnos ¿qué papel debemos tener en esta obra de teatro universitaria, que en parte es comedia y en parte es drama?, a la que sólo fuimos invitados como espectadores, pero en la que sin embargo somos los que pagamos los platos rotos. ¿Por qué tenemos que quedarnos callados y quietos frente a una situación que nos perjudica? ¿Por qué tenemos que sufrir las consecuencias de unas decisiones de líderes gremiales flojos, sin iniciativa ni inventiva para diseñar mejores métodos de lucha que, además no perjudiquen a los estudiantes? ¿Por qué tenemos que aceptar la suspensión de actividades ilegalmente decretada y ejecutada por una instancia que no es parte del cogobierno universitario, bajo la que se esconde un equipo rectoral deslegitimado, sin liderazgo real, y que no quiere aparecer como el real promotor del autocierre de la universidad? Recordemos que este equipo rectoral tiene vencido su período desde hace más de cuatro años, porque han obstaculizado la realización de nuevas elecciones, y que la mayoría de los decanos son encargados y han sido colocados allí a dedo por ese equipo rectoral.
LOS ESTUDIANTES DEBEMOS IR A LA UNIVERSIDAD, DEBEMOS MOVILIZARNOS, DEBEMOS PRONUNCIARNOS POR LA INMEDIATA APERTURA DE LA UNIVERSIDAD Y EL REINICIO DE CLASES. NO TENEMOS POR QUE SUFRIR UNA ESTRATEGIA ELECTORERA IMPULSADA POR UNA DIRIGENCIA GREMIAL Y UNAS AUTORIDADES IRRESPONSABLES.