La Universidad que nos intentan secuestrar

Al hablar de educar, a priori se dice de forma resumida, es "…hacer con lo que hay algo distinto." ahora bien, la universidad no es hoy un espacio edificante para formar, pues carece profesores de vida, es decir, la realidad imperante que es la necesidad de formar cuerpos vitales, que tienen que ver con la pasión, la formación, los valores, los talentos, la sensibilidad, lo mitológico, no está siendo atendida por los universitarios de hoy; siendo esto, una práctica continuada que trasciende del existencialismo básico y elemental, y que permea nuestros espacios académicos con mayor fuerza cada día más, profundizado en algunos casos por lo que denomina Max weber "Castas Académicas" que siguen existiendo y que niegan ceder espacio a las nuevas posibilidades, como las referencias a la era paleontológicas del Cretáceo que vemos en los grandes museos del mundo, que sobreviven a sus marcos históricos, preñados de mal intensiones, medidores de lo actual con parámetros de cuando su época de gloria marcó su momento histórico, estéril de resultados concretos, y que pudieran marcar en el ayer un punto de comparación con el hoy y que no tiene posibilidad de cambio para el mañana.

 

Cuanto mal le hacen estas Castas a la universidad de hoy, ésta, que busca vivir, vibrar, marcar puntos de cambios y avanzar, cual cuerpo que debe limpiarse de las prácticas del pasado: deshonestas, bochornosas, oportunistas, revanchistas, desmerecedoras y que no permiten avanzar a lo que la sociedad requiere actualmente, lo que la comunidad universitaria requiere y la patria reclama, unido ahora, (en lo particular desde donde veo, observo y tomo ideas para escribir estas líneas), con un grupo de supuestos salvadores de la Universidad, que ya no son solo las castas, sino, ahora son apoyados por los gremios fortalecidos por las frustraciones acumuladas por los logros que patria ha consolidado respecto a la lucha de los movimientos estudiantiles y masificación de la educación universitaria, que cual supuestos mesías, ansiados y esperados para reimpulsar el cambio necesario para mejor, llegaron; ahora, la cosa dan un vuelco hacia la misma miasma, pues no fue así, desde su llegada a la universidad de esta nueva casta de los impíos, conformada por los supuestos nuevos representantes de los gremios, y unido con ello, entes externos plagados de vicios, de esos que se aprenden en la industria, en los patios de estaciones de trabajo y demás cuestiones de obreros profesionalizados, aunque es cierto que pasaron por la universidad, no quiere decir con ello, que sean universitarios y conozcan la dinámica de la universidad contemporánea, pero lo cierto es que ahora tienen el control de la universidad, y ese control, que por novedoso en constitución pero viejo en prácticas y resultados se puede asumir que es un eje hegemónico del mal, que espero no deje las heridas más profundas e incurables en la comunidad universitaria toda.

Necesario es afirmar, la Universidad es eterna y los universitarios somos garantes de ello, por tanto, este gran mal que está sufriendo la universidad debe pasar, pues, aunque ciertamente requeríamos cambios para mejor, creo que pasamos de los ciento ochenta grados necesarios en cambios a trescientos sesenta grados, es decir, el cambio nos regreso a la necesidad de cambio. Esto debido a que, la nueva forma de gestión que ha representado la estructura de gobierno instaurado y que poco a poco se legitima en la institucionalización de nuestra universidad, se fundamenta en esa forma autocrática y destructora de la gestión colegiada como lo ha sido, es y en poco tiempo volverá a ser, del Ilustre Consejo Universitario.

Esta gestión de gobierno, autocrático, demagógico, despótico y negador del consenso y del pensamiento crítico, reflexivo, ha acabado con golpes bajos y continuos la institucionalidad y estructura académica-administrativa de la universidad en sus distintas instancias, lo que da pies a decir que la Universidad se encuentra secuestrada. Muchas características definen esta situación de secuestro, entre las que destacan el cambio en la estructura académica administrativa, el poder hegemónico del Rector, que supera la institución del consejo universitario en las decisiones y gobierno universitario, la incorporación de profesionales y técnicos de la Industria Petrolera en unos casos, y en otros, profesionales que por cierto tienen sus pasados poco claros en las gestiones particulares en las instituciones de origen; cosa que deja en evidencia la poca identidad con la universidad y la lucha que ha caracterizado a la comunidad universitaria en la historia republicana.

Este eje del mal, que mantiene secuestrada la universidad configurada en las castas académicas, han formado una triada que lejos de unir y continuar el desarrollo de la universidad, han tomado como bandera la calidad académica, cosa, que es cuestionable desde las perspectivas sociales, académicas, morales y éticas; o como dijera una profesora amiga "La inmoralidad, configura la disciplina", cosa esta, que ahora es el común denominador en la gestión actual. La disciplina y el reclamo de la disciplina es el catalizador de las castas hegemónicas que están llamadas a alzar la academia. Necesario es resaltar, la actitud de brazos caídos permanentes que estas castas mantenían en tiempos recientes de gestiones anteriores, caracterizadas por perturbaciones en las actividades académicas, gestiones administrativas y tramites, por llamados a paros permanentes, abandono de las aulas de clases de forma continuada, la negativa permanente a asumir responsabilidades administrativas y académicas, junto a ellos, el gremio administrativo no queda atrás, con las perdidas seleccionadas de documentos, las trabas en la ejecución de procedimientos, y otras situaciones, que en conjunto se puede resumir en un atentado continuado y planificado de la destrucción de la universidad y de la academia, y esto ha sido repito planificado y continuado hasta ahora, que ya las condiciones cambiaron. Haciendo un parentesis, es necesario aclarar, respecto a la calidad académica, que la misma, se hace en las aulas de clases, pues, esta es el resultado de ese proceso de enseñanza y ese proceso de aprendizaje que se dan en las aulas de clases, en esa relación estudiantes y docentes en la mayor proporción, pero es irresponsable y poco serio de universitarios asumir que la calidad académica se logra por tener a los supuestos mejores de la comunidad universitaria en el equipo que gestiona la universidad en el mayor de los casos. Ahora, dado la situación antes planteada, cabe esa expresión señalada "la inmoralidad hace disciplina", este grupo hegemónico que en su momento fueron los perturbadores y causantes de lo que ellos reconocen como baja calidad académica, se la endosan a otros, pues la moral y la ética, se les diluyeron en los jugos gástricos de sus vísceras académicas, ahora cuestionadores de los resultados de sus acciones cometidas.

Estas castas académicas, cayeron en ese juego de la división y la confrontación que bien ha planificado el Estaling que Reina y gobierna hoy la Universidad, como en otrora lo hacía con su cuadrilla de campo o grupo de oficina en la industria que lideraba; cosa que es deplorable por no decir más de la situación, pero triste por la Universidad toda, pues, hasta ahora, ha logrado sus acometidos, pes, con sus discursos llama al trabajo y a la concordia, pero con sus acciones doblega y destruye la institucionalidad y la identidad universitaria, divide a los gremios desmejorando a unos y enalteciendo a otros, eso sí, con la premisa de la Calidad Académica, que hasta el momento no se vé ni se asoma por ninguna parte, pues el descontento en la masa estudiantil que demanda resultados concretos, mejoras de las condiciones en las instalaciones, mejor y más presupuestos, más y mejores servicios, entre otros, cada día aumenta, y los gremios se ven atacados en sus instituciones, invadidos y acosados en otros.

Esta situación, planificada y en pleno desarrollo ha incitado a revolver las bajas pasiones e instintos de algunos grupos ahora hegemónicos, que cual caja de pandora, a mi modo de ver, este nuevo Rector, que por lo externo ha logrado abrirla y aunque en su momento pintó las mejores cosas, por dentro solo estaba llenas de demonios, cosas malas y los más bajos sentimientos que existen la humanidad, aupados por una artimaña legal y agrupados por esos sentimientos negativos y auras oscuras que solo puede unir grupos iguales - todos ellos remansados y controlados en la universidad- y así, cual viento torrentoso, huracanoso y destructor, pronto pasará; siendo esto necesario, para bien de la propia universidad, que requiere vida, esperanza, renacer y crecer como el lugar donde renace día a día la esperanza de nuestro pueblo. Lanz, al respeto de la vida planteaba "…la vida es siempre un esbozo, el esbozo es nuestra vida, es un borrador para nuestras vidas, un constante hacer y rehacer para construir nuestras vidas, para poder formar", lo que necesariamente me hace plantear las siguientes interrogantes. ¿La universidad que nos merecemos es la universidad que deber seguir padeciendo por estas castas decadentes, preñadas de vicios, grupos del mal, reproductores de vicios y bajas paciones humanas, destructores de sueños y esperanzas, dadores de clases, reproductores semi-intelectuales de 15 y 30, que cual verdugo destruye; que cual peón de finca conciben la práctica docente como el "esto es lo que hay" y otros que conciben la academia y las instalaciones universitarias como bazofias y muchedumbres y que con ello intentan minimizar a los demás y doblegar la universidad?, ¿se podrá gestionar la universidad de hoy, y en especial nuestra universidad como se gerencia una cuadrilla de taladro, o grupo de asistencia a una gerencia corporativa?, a lo que apologéticamente puedo afirmar, No, necesario es cambiar y seguir la marcha, necesario es volver al cauce, que esos vientos pasen y que desaparezcan en la lejanía, para poder seguir escribiendo y haciendo historia, pues, el bien común debe prevalecer ante estas castas académicas y eje del mal, que son muy pocos y ya están caducos por sus viejas y bajas prácticas, (bochornosas, indecentes, impropias de lo que representan, y que dejan de manifiestos los demonios que rigen su pensar y actuar, es decir sus almas inquietas), respecto a las nuevas energías que vibran, a las no tan nuevas se revitalizan y toman posición para seguir con la construcción de la Universidad que nos merecemos y que estos malos vientos tempestuosos de paso, no acabaran , y menos con las ansias que la propia universidad ha marcado como norte. Y que, aunque algunos con sus prácticas hacen ver que hemos perdimos el aura de nuestras aulas, de nuestros espacios, de nuestras prácticas, de nuestros propios pensamientos; están más que equivocados, pues, hay una comunidad consciente de esta realidad, comunidad ésta resistente y presta al combate de las ideas, pensamientos y acciones para mantener la academia, la institucionalidad y el desarrollo de nuestra universidad, que convulsionada como está ahora, nos requiere cada día más para superar esta crisis, a la que por estas viejas prácticas disfrazadas de cambios nuevos ejecutados por nuevos actores, los mismos del ayer que no hicieron nada nuevo y bueno por la nuestra universidad, junto a unos actores circunstanciales poco provechosos que como paracaídas llegan a la universidad con el único fin, terminar de hundir esta barca llamada universidad (esta cuestión es demostrada por los hechos y acciones cometidas). Pues, no se puede mejorar nada, si se hacen las mismas prácticas del pasado, con los mismos actores del ayer que vuelven al presente.

A mi modo de ver, estas acciones que poco bien le hacen a la universidad toda, nos llevan a pensar e imaginar cosas, como por ejemplo, nos llenamos de objetos en esos espacios que llamamos universitarios y que, debido a que la costumbre permite a muchos sentirse como sujetos acomodados dentro de sus propias certidumbres, arremeten y accionan para dividir la lucha del bien común de nuestra universidad; cosa que ha hecho grave daño al desarrollo del ser y la esencia del mismo como forma individual y como centro de todo proceso formativo, lo que se traduce en requerir una universidad con docentes sin condiciones y no uno que se agota defendiéndose, que haga preguntas para sí y que las responda para sí, eso sí, sin perder el norte de lo que se pretende hacer y a lo que estamos llamados a ser en nuestra universidad.

En la universidad entonces, requerimos de cambios contundentes para mejor, y de docentes que aporten para la universidad y la vida, en decir que practique la desubjetivación y una gerencia que aporte al desarrollo y no a la convulsión de las instancias, que llame al trabajo y no que evite este, que una y no que desuna, que propicie los espacios de encuentro y no que los evite, que trace fronteras y no límites, y así sucesivamente, y no claramente esta, que aplique el unilateralismo, el despotismo, el nepotismo, el autoritarismo y el abuso como estrategia de gestión. Pues, la comunidad universitaria como un todo, no puede distorsionar su acción, perder su rumbo, y dejarse llevar por particularidades y por esas castas académicas, que en el hoy no responden a las exigencias del mañana y que todavía no han podido responder por sus omisiones y acciones del pasado.

Desde el punto de vista axiológico en la universidad, no se puede distinguir entre ser docente y la propia vida; entendiendo que la docencia no es una profesión, si no un oficio y como oficio es una relación de vida donde en cada momento se deja la misma en el afán de hacer el oficio de la correcta manera, es decir practicar ese dicho que reza "para hacer hay que sentir lo que se hace". A lo que se debe agregar un apéndice a este contexto "la conciencia profesional", entendiendola como aquella que se caracteriza por incorporar en su contenido el elemento responsable de la conciencia ética, el auto-conocimiento de la conciencia reflexiva y el personal de la conciencia individual; el reconocimiento particular, la conciencia moral, y la responsabilidad social que caracteriza la profesión docente. Esto me lleva a formular, las siguientes interrogantes. ¿Tendremos conciencia moral, para siquiera hacernos llamar docentes universitarios?, y ¿nuestra dirección reflejada en los equipos Rectorales, tienen conciencia moral, conciencia histórica, conocimiento del quehacer universitario y académico, reconocen el accionar académico, y pueden llamarse representantes de una realidad llamada universidad? yo creo que nos cuesta, y cuesta responder de forma afirmativa, pues si evaluamos lo que debe caracterizar a un docente universitario estrictamente hablando, quedamos cortos y quizá requeriremos de hacer un acto de contrición para reiniciar nuestro rumbo y poder ver al norte del sur. O lo que es lo mismo, realizar un correcto desempeño de la profesión docente en base a la adquisición de unos conocimientos y prácticas adecuadas, consolidadas y actualizadas constantemente, supone, esta condición estrictamente necesaria para ejercer como docente universitario.

Ahora bien, gerenciar, gestionar, administrar y representar una comunidad universitaria va mucho más allá, de salir nombrado en una gaceta oficial y leerla todos los día literalmente hablando, sino, que eso incluye muchos aspectos entre los que destacan la honradez, el reconocimiento de la comunidad, la legitimación con las acciones buenas y beneficiosas al respecto del desarrollo y crecimiento de la universidad, de la buena intensión y sobre todo de la efectiva comunicación que integre y no que desuna, del discurso con verbo y no de puros sustantivos, que muestre una sola cara la cual represente al colectivo y no que renueve caras todos los días adaptadas al sentir de las vísceras del líder facultado no legitimado; cosas estas, que nada bien hace a la comunidad universitaria, que siente, padece, sufre y no olvida las vejaciones, ofensas y maltratos que reciben.

Asimismo, hay un elemento denominado competencia que enmarca el principio de formadores en acción y que nuestra universidad adolece en algunos aspectos y que en muchos casos ha desviado el camino del quehacer educativo, pues el quehacer no sufre cambios sino nuevas formas de hacer y esto a las castas que se niegan a fenecer les incomoda, donde sus accionares no se fundamentan en el contexto y mucho menos argumentan siquiera en el texto (Cuestionan sin fundamentos ni evidencias) y ahora, con esta oportunidad que la tempestad les ha otorgado, esperamos no cometan las mismas acciones del ayer. Tristemente, la universidad de hoy se ha plagado de viejas prácticas y de comercialización de la educación, del tráfico de influencias, de la vulneración a la autonomía universitaria, del desprecio a la comunidad universitaria, y otros, que desgraciadamente se dice la universidad, porque engloba a la comunidad toda, por no poder separar a los muchos dignos representantes: docentes, personal administrativo y estudiantes, de los poquitos de las castas académicas (Vientos de paso, sindicatos oportunistas y los dinosaurios académicos); siendo la ética y la moral las principales ausentes de nuestros espacios; al parecer a estas dos amigas fueron secuestradas y olvidadas, dejando a la comunidad universitaria triste por ello, pero las castas felices porque les incomodan estos dos pilares que caracterizan al docente universitario de ayer, de hoy y de siempre; y que hasta en otros espacios de la vida universitaria han llegado a padecer por la ausencia de la ética y la moral, desequilibrando la moral colectiva que debe caracterizar la Universidad que merecemos y que se está construyendo; lo que tristemente me atrevo a anunciar, "..si la universidad se permite continuar con estas prácticas deshonestas, carentes de ética y moral, en su conglomerado parasitarias, enquistadas en los castas decadentes y oportunistas, y los destructores llegados a la universidad, estaremos en los inicios de la crisis y la decadencia, y seguiremos la Universidad Secuestrada". Por ello, debemos retornar a los caminos que nos unían como universitarios, con un punto único por el cual luchar, y que se caracterizaba por la práctica de los valores, la ética profesional y la conciencia moral, que implica el reconocimiento del esfuerzo del otro, la valoración de la comunidad universitaria, la unión colectiva, y la necesidad de transformación hacia lo mejor que nos caracteriza como universitarios todos.

!Qué bueno sería retornar a los espacios de discusión de la Universidad que queremos, pero una discusión real y sincera, de los universitarios todos, -no de esas voces frustradas que llegaron por las fuerzas de los vientos tempestuosos- de la esencia de la lucha y de la formación, que configura la visión de lo que construimos como sociedad!, lo referente a las formas actuales del papel formador del docente de oficio y no del docente de profesión, es una categoría que debería valorarse para superar esa crisis que ha convulsionado la comunidad universitaria en primera instancia. Ahora bien, lo concreto no es un pensamiento teórico, pues corta su formación y la perspectiva en el manejo de la cosa y sobre todo el hecho educativo y la experiencia del sentido común. Dejando en manifiesto otra interrogante ¿Que significa estar a la altura de una dirección universitaria?. Creo que es ser y estar formado y formar en y para la vida, ser ejemplo de moral, luces y de resultados concretos no de sustantivos; y no dejar de manifiesto los demonios que cada uno lleva por dentro de sí, evitando matices y no las verdades, desde las certidumbres inciertas particulares como el dominador del saber que no se sabe, el maestro ignorante y el ciego que guía a otro ciego.

Desde la perspectiva académica, otra categoría a evaluar, se puede decir que, desde tiempos inmemorables, es sabido que, se puede educar sin método, sin competencia, sin currículum; pero no se puede educar sin ética, valores, nobleza y optimismo. Estos, son la base de la docencia como oficio y no como profesión, por ende, haciendo una mirada a la sombra que se refleja de la realidad, estamos carentes de ética y optimismo, nos convertimos en peones académicos ilustrados semi intelectuales de quince y ultimo, excusados en nuestras carencias de optimismo por la vida y la educación en sí; a lo que decimos no nos garantizan las condiciones para que formemos bien, nos persiguen, nos borran; poniendo en manos de otros las culpas de nuestros fracasos y frustraciones al no reconocernos como docentes de oficio, y dejando que las castas académicas, como estructuras parasitarias, sigan secuestrando la universidad, cuestión esta que nos limita el desarrollo como universitarios y nos desvía el rumbo que es la Universidad que propicia el desarrollo territorial del Estado Venezolano.

Unido los dos factores antes descrito, se puede resumir que la universidad se encuentra en crisis, y esta crisis está relacionada a la práctica gerencial, a la gestión académica, a la gestión administrativa, a la extensión, y a múltiples factores que, de una u otra manera han permeado todos los niveles, y han transculturalizado el accionar de cada actor de la comunidad universitaria, los cuales, han visto como natural que acciones como las descritas se asuman con naturalidad, pues, las zonas de confort se establecieron como necesidad primaria y la universidad toda pasa a necesidad secundaria, y esto ha sido entendido por las gerencias que en algunos casos han llegado como vientos tempestuosos, para hacer y deshacer a sus anchas y sin límites, lo que sus vísceras le piden hacer, y en muchos casos, han contribuido con el deterioro de la frágil línea que se marcó y que nos unía como universitarios. Siendo resaltante que la forma de gerencia va a marcar el rumbo de lo que se considera buena marcha o mala, pero eso no importa o parece no importar a los gerentes o quipos encargados de tomar las decisiones, puesto que, si el rumbo de la universidad se ha visto en muchos años incierto, ahora se ve más lejana esa posibilidad de cambio para bien, y esto, es resultado de un accionar pensado, maquinado y elaborado por un grupo de gerentes importados de fabricas y empresas que al mejor estilo de la dialéctica del Amo y del Esclavo, creen y asumen así, que la universidad es la industria o la empresa, donde el amo (Equipo Rectoral) debe dejar el todo por el reconocimiento del esclavo (comunidad universitaria), cosa que ha sido el más grande error cometido, sin comparación o ejemplo resaltante en la historia universitaria venezolana, pues con esto, ha borrado la identidad del universitario, el espíritu visionador de los universitarios que nos caracterizaba y sobre todo, que nos han transculturalizado en las prácticas y acciones propias de peones y esclavos, cosa que borra la docencia universitaria, al reducirla a eso de la acción y la reacción. Razones estas que dan pies a pensar y asumir, que nuestra universidad dejo de ser retenida (por las crisis que hemos vivido por la política intencionada que ha querido borrar el espíritu indómito del universitario y de la universidad en general), para llegar actualmente a tener una Universidad Secuestrada.

Ing. (Mag.)

Docente Categoría Asistente de la UPTNM "Ludovico Silva".

antoniojisasi@gmail.com



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