La educación: ¿Deuda social o transformación inconclusa?

 

"Nadie hace bien lo que no sabe;

por consiguiente nunca se hará República

con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte."

(Simón Rodriguez)

La sociedad venezolana es desde 1999, en su espíritu constituyente, una sociedad educadora. La magnitud de esa tarea aún no termina de consolidarse en el imaginario colectivo de la sociedad. En realidad, un amplio abanico de la oposición en el ámbito educativo venezolano se ha enfrentado al valor estratégico y constitucional que adquiere la educación como derecho y la dificultad que ello comporta para hacer de la educación un servicio suministrado por entes privados sin supervisión y más aún, privatizable. Puesto en pocas palabras, el eje que atraviesa toda la constitución nacional es una vocación por hacer de la educación una práctica sostenida durante toda la vida de los ciudadanos como un bien público.

Las circunstancias para constituir una sociedad educadora ha sufrido los reveses propios de las ideas innovadoras y revolucionarias. Se le imputó a la iniciativa educativa la condición de intrusa de la esfera privada en la formación de los más pequeños: "Con mis hijos no te metas", fue el resumen más llamativo de una situación que raya en la estupidez. ¿No será un acto de cuidado fraterno que la sociedad sepa que ocurre en las clases?. La situación llegó a peores escenarios cuando se habló de ideologización cuando en justa lid todo acto educativo es, en buena medida, la práctica de cultivar las ideas que permiten a una sociedad reconocerse como tal y a entregarle a los individuos la libertad responsable de contribuir con el enriquecimiento espiritual y material de la sociedad. Las iniciativas fueron paulatinamente decayendo porque es imposible educar si el entorno inmediato del educando es contrario a ese proceso.

Se apostó por la estrategia de asumir a la escuela como el centro de toda comunidad y hacer de ella el punto de apoyo para apalancar el desarrollo de la comunidad. La noción de desarrollo endógeno entendida como el "despliegue del quehacer social en armonía con el entorno"1 resumía la necesidad de convertir a la escuela en el lugar donde se encontraban las preguntas para comenzar a gestar respuestas desde el conocimiento universal al saber necesario. La iniciativa decayó por debilidades institucionales que iban perfilando una de las deudas que nos ocupan en este tiempo: la deuda de una sociedad con sus educadores y la contraria, de los educadores con la sociedad en una relación que trascienda a la laboral-patronal y se convierta en una práctica social valorada por lo importante y estratégico de la educación para todos. Veamos algunas características de esta deuda que es menester saldar y definir más allá de la coyuntura política.

Es evidente que el sistema salarial en Venezuela se encuentra dislocado porque estamos en presencia de una distorsión severa en lo económico que hemos comentado en otra oportunidad. En breve, el asalariado es empujado a dedicarse a la actividad del comercio informal como mecanismo para protegerse de la inflación. Quien vive de su salario está en serios aprietos independientemente del nivel de salario del cual disfrute en las escalas que se tienen en Venezuela. Ese sistema salarial debe ser reconstituido para garantizar el bienestar material de todos los asalariados. En eso no hay duda. El salario debe ser re-definido para comenzar a transitar el camino desde salario social a retribución social. Es decir, aquello que permita a la propia organización social de los educadores erigirse en los protagonistas de soluciones solidarias, colectivas e incluyentes de vivienda, bienes materiales e incluso de aquellos bienes necesarios para su actualización como profesionales. En este sentido, quizás un aspecto que amerita ser cuidado desde los propios educadores y con el apoyo decidido del estado son los procesos de actualización pedagógica, didáctica y tecnológica que permita el mejor desempeño de sus tareas. La retribución social es valorar al educador incluso desde el educador mismo.

Un aspecto de la concepción de la deuda social que ha tenido efectos perversos en el sistema educativo en general, ha sido concentrar la atención en el sector más vulnerable del sistema educativo sin percatarse que las debilidades no sólo son compartidas sino que además pueden generarse efectos nocivos en el proceso educativo. Nos referimos acá a la concentración en resolver las vulnerabilidades de los estudiantes o usuarios del sistema y prácticamente dejar en el olvido las condiciones de infraestructura del sistema educativo y de sus responsables (maestros, profesores e investigadores). Se resolvió el tema de la deuda con el suministro del producto final sin preservar la calidad del mismo, la posibilidad de proseguir en el sistema educativo de manera continua y la realización de procesos de evaluación y actualización profesional.

Esta situación en un sistema educativo que se ha revelado insensible a la posibilidad de cambiar e incorporar nuevas competencias nos revela la necesidad de una transformación profunda en el ámbito de la educación venezolana. Lamentablemente, no hemos podido hacer de la educación una práctica innovadora y creativa que logre convocar a los mejores y a los más audaces en desempeñar la tarea de labrar el futuro que son los niños y jóvenes de ahora.

En la actual disputa laboral del sector educativo que va desde la educación pública hasta las universidades, es evidente que hay intereses ajenos a la lucha gremial. En realidad, se vislumbra un complejo escenario en que existiendo la disposición del gobierno para la discusión del contrato laboral, habiendo avanzado en algunas mejoras salariales entonces se decida abandonar la mesa de discusiones porque hay que salir de este gobierno. Con esta irresponsable actitud de los dirigentes y la indiferencia de las bases es como se restituye y sobrevive lo más perverso de las formas sindicales venezolanas de los últimos 30 años.

Independientemente de las responsabilidades que se adjudiquen al gobierno por la actual situación de precariedad salarial, algo debiera ser evidente para los que se dicen dirigentes de los trabajadores: El mejor escenario legal e institucional que existe para la construcción de unas mejores condiciones laborales es el que nos da la constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Optar por el salto al vacío que supone una opción de inspiración plutocrática que vende la transición hacia un nuevo sistema gobernado por los poderes fácticos de una oligarquía sin arraigo en Venezuela, debiera percatarse que no es más que el intento de arrebatar de un zarpazo y con la ayuda de los enceguecidos, las condiciones de posibilidad de una nueva relación laboral más humana e igualitaria. Lo más paradójico de toda esta situación es que el brazo que sostiene la subversión y la solución por la fuerza, sea la mano que dice ser la responsable de labrar el intelecto de los que son el futuro de esta patria. Las reacciones destempladas de todos los sectores a una tardía e impertinente acción de la Asamblea Nacional nos revela la profunda crisis de valores en las cuales está hundida la educación en Venezuela en esas que están llamadas a ser las instituciones ganadas a la autocrica y el debate. La transformación que se ha adelantado en la educación es, sin lugar a dudas, insuficiente.

A tiempo: El comienzo de la campaña electoral para las elecciones parlamentarias no parece augurar un debate de ideas sino un festín de acusaciones. Ojalá podamos discernir que en la construcción del estado comunal, estas elecciones nos debieran servir para pensar y comenzar a gestar los parlamentos comunales. Esas instancias de la comunidad en la cual a partir de sus carencias y capacidades son capaces de demandar a sus representantes no la gestión de bienes sino la construcción de leyes.

 

1Pilonieta, C. y Ochoa Arias, A. (2006). "El Desarrollo Endógeno Sustentable. Una aproximación conceptual". Aprendiendo en torno al Desarrollo Endógeno. A. Ochoa Arias (compilador). CDCHT, Fundacite y Centro de Investigaciones en Sistemologia Interpretativa. pp. 21-36.

 



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Alejandro Elías Ochoa Arias

Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Profesor Invitado de la UBV Zulia, Universidad Politécnica Territorial Kleber Ramirez. Ha sido autor de varias publicaciones en revistas científicas nacionales e internacionales. Ha sido conferencista invitado y profesor invitado de la Universidad de Hull en Inglaterra, la Universidad del Cuyo en Argentina y la Universidad de Santiago de Chile en Chile. Ha contribuido en la definición y puesta en marcha de los centros de investigación: Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnologías Libre (CENDITEL) y del Centro de Investigaciones en Gestión Integral de Riesgos en Mérida.

 dioseses@gmail.com

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