Revolución humanista sin humanistas: Desdén por la formación de filósofos

No hay duda que la Revolución Bolivariana puede mostrar importantes logros cuantitativos en materia de educación post-secundaria. Es cierto que la Revolución Bolivariana incorporó a miles de personas que nunca antes habían tenido acceso a programas de educación de adultos o que no pudieron culminar una carrera en una institución de educación universitaria. También es cierto que ofreció la oportunidad a miles de personas de culminar una segunda carrera universitaria, principalmente en los programas de formación de grado y licenciaturas que se ofrecieron en el marco de la Misión Sucre. Sin embargo, falta mucho por hacer en cuanto a aspectos cualitativos, sin mencionar aspectos que tiene que ver con la calidad de la educación. Son muchas las deficiencias acumuladas en educación universitaria que la Revolución Bolivariana no ha podido o no ha sabido superar; es más, algunos de esos problemas ni siquiera se los ha planteado. Tal es el caso de la formación de cuadros en las ciencias humanas y las humanidades. Lo cual es sumamente grave para una revolución que se declara humanista, profundamente humanista, infinitamente humanista. Me referiré en esta oportunidad a las serias deficiencias en la formación de licenciadas y licenciados en filosofía.

Las y los dirigentes de la educación universitaria en tiempos de la Revolución Bolivariana, en estos últimos quince años, han prestado muy poca atención al problema del déficit en la formación de profesionales en las ciencias sociales y las humanidades, el caso es mucho más dramático en el caso de la formación de licenciadas y licenciados en filosofía. Entre los que han ocupado cargos de dirección y aquellos que tienen influencia en la formación de políticas educativas predomina el enfoque empirista, utilitario, de la educación. Posición que ha ganado fuerza en estos últimos dos años, en estos tiempos de hegemonía de la visión economicista en el Gobierno del Presidente Maduro. Esto ha llevado a un casi total desinterés por la formación en las ciencias sociales y las humanidades.

Este abandono de la educación en las áreas humanísticas se muestra con mayor crudeza en el campo de la filosofía. En nuestro país, solo seis universidades ofrecen la carrera de Licenciatura en Filosofía. De las cuales tres están ubicadas en la Gran Caracas, dos en Caracas y una en Los Teques, y dos en el estado Zulia, las dos en Maracaibo. Lo cual reduce geográficamente la posibilidad de estudiar filosofía, dificultando el acceso a esta carrera a personas de los Llanos, del Oriente y del Sur y de buena parte de Occidente. Tenemos así una primera característica negativa, alta concentración geográfica. Aún más grave, es que de las seis universidades que ofrecen la carrera de Licenciatura en Filosofía, cuatro son privadas, ubicadas dos en Maracaibo, una en Caracas y la otra en Los Teques. Peor aún, estas cuatro instituciones universitarias están bajo control de la Iglesia Católica. Lo cual significa que en materia de formación de cuadros en el área de la filosofía estamos como en el siglo XIX, bajo el monopolio de la Iglesia Católica. Una segunda características negativa, un Estado laico, humanista con un Gobierno de un partido marxista con la formación de filósofos bajo la hegemonía de la Iglesia Católica.

La situación antes descrita nos nuestra una evidencia objetiva del poco interés de la Revolución Bolivariana por la formación en el campo de la Filosofía. Podríamos calificar la situación como de casi desprecio por el estudio en una de las áreas del pensamiento que se ha mostrado con mayor fuerza la capacidad creativa de los seres humanos, una de las más antiguas aventuras del pensamiento. Algunos vendrá con el cuento chino de que todas y todos somos filósofos. Esos son los mismos partidarios del espontaneísmo, del facilismo y de la falta de rigor en el estudio; quienes coinciden con los enemigos del estudio consciente y disciplinado, del aprendizaje producto del esfuerzo, en pocas palabras, las y los enemigos de las ciencias y las humanidades. Tal vez sin saberlo, estas personas promueven en tiempos de la Revolución Bolivariana la idea que las hijas y los hijos de los trabajadores no tienen derecho a estudiar ciencias sociales y humanidades, eso es cuestión de élites. Sobre todo quienes pueden pagar por estudiar, recordemos que cuatro de las seis universidades que ofrecen la carrera de filosofía son privadas. Si pensaran diferente hubieran ofrecido carreras humanistas en la Misión Sucre.

En este momento de crisis, en tiempos de reflexión y revisión, es propicio para darle una oportunidad a los estudios en ciencias sociales y humanidades. Tomemos en serio la declaración, la auto-calificación humanista de la Revolución Bolivariana. Si buscamos avanzar en la construcción del socialismo, en el desarrollo de una sociedad formada por personas cada vez más humanas, no podemos dejar la formación de filósofos en manos de la Iglesia Católica. Es momento de que el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología impulse la creación de programas de formación en filosofía en las universidades públicas y diseminados por todas las regiones del país.



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Julio Mosquera


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