Caso: Francisca Becerra

Prácticas de violencia y abuso de poder en la danza de UNEARTE

Las prácticas del capitalismo se han diseminado en toda la estructura social, de manera tal que la opresión y sumisión se han naturalizado, y el mecanismo que permite que dichas prácticas se naturalicen y perpetúen es el sistema educativo, el cual comprende no sólo la educación académica; sino también, los medios de comunicación, lo cual incluye al arte. Hace poco se celebró en el mundo y en nuestro país el día de la danza, pero no la danza en toda su plenitud y extensión como una expresión de todos los pueblos en celebración y comunicación plena a través del movimiento; sino que se limitó a la proyección y legitimación de la danza escénica, esa que si es considerada arte, porque es la que certifica no solo un tipo de estética, que alude a formas y cuerpos europeos, (en el caso de la danza clásica y la danza contemporánea); sino que, las obras se crean en función de ser un mero entretenimiento, donde el desenvolvimiento virtuoso es el principal atractivo;  y principalmente a través de ella se perpetúan y naturalizan las practicas de la dominación, las cuales tienen que ver con el ejercicio del abuso de poder, la violencia, la legitimación de la estructura de clases (oprimidos- opresores), la sumisión, la competencia, el egoísmo, la entrega del poder a una estructura vertical por medio del miedo y la coacción; siendo de esta forma una herramienta fundamental para la formación de las practicas capitalistas.

Soy estudiante de danza contemporánea en la UNEARTE, y durante casi 6 años he sido víctima de diferentes tipos de violencia por parte de varios profesores de danza; también he sido testigo de otros casos de maltrato, exclusión, abuso de poder hacia muchos de mis compañeros. Desde el inicio de la carrera he sido discriminada por las características de mi cuerpo, el cual no posee las formas de un cuerpo considerado adecuado  para la danza, en principio soy negra, de músculos fuertes, caderas amplias, glúteos grandes; en una oportunidad una profesora me dijo que no debía estar en UNEARTE porque no era un espacio para mi, que si podría hacer danza en una compañía de personas con movilidad reducida, lo cual si, por supuesto que puedo hacer eso, no me resulta ofensivo, ya que la danza es una expresión humana, independientemente de sus características. Sin embargo, UNEARTE es una institución educativa pública, la cual tiene por obligación ser inclusiva.

 Este semestre la profesora Francisca Becerra se dio a la tarea de practicar el maltrato verbal en  varias sesiones de clase, también a promover el valor de la competencia;  en una sesión el maltrato para mi llegó a un punto en que cualquier pensamiento de tolerancia y comprensión era injustificado, incluso me ofendió en un intento de hacer un halago (o fue lo que ella dijo), donde además de gritarnos, decirnos hipócritas y otra serie de cosas, dijo que a pesar de mis “deficiencias” yo estaba haciendo el ejercicio, recordemos que la palabra deficiencia significa malformaciones corporales; yo decidí hablar y detener el ensayo, y decirle que no estaba de acuerdo con su maltrato, ni en cómo se estaba desarrollando el montaje, porque la razón para el maltrato era la presión de la profesora por generar una obra, la cual evidentemente pondría en tela de juicio ante los demás profesores su capacidad como coreógrafa, por lo tanto le señalé que el montaje había perdido su razón de ser, que era el aprendizaje de los estudiantes, para convertirse en una competencia entre profesores deseosos de ser reconocidos.

  El haber realizado esta acción me costó el semestre, luego de ello el acoso en clase fue empeorando, me sacó de clases dos veces, me dijo que tenía reprobadas todas las evaluaciones, que hasta ese momento eran el 50% y que no estaría en el montaje, donde se evalúa el otro 50%, privándome de mi derecho a tener una evaluación completa; tampoco me permitió entrar a la clase de montaje violando mi derecho a la educación; mis compañeros, asumieron la postura de indiferencia y apoyo a las medidas de la profesora, para resguardar sus intereses de aprobar la materia y no ser execrados del mundo de la danza (el cual es muy elitezco), siendo de esta manera cómplices de la opresión. Todo esto pasa porque los profesores no tienen formación como docentes, son intérpretes que reproducen lo que aprendieron de la manera que lo aprendieron, y la responsabilidad es de la institución que no ha generado un proceso de formación con una visión liberadora para los profesores, ni la evaluación adecuada de los procesos educativos, se excusan en la libertad de cátedra para perpetuar la ideología capitalista a través de las practicas; y cuando hacemos este tipo de propuestas no hemos sido escuchados por las autoridades.

 Luego de introducir varias cartas a las autoridades, aun no tengo respuesta. Sin embargo si muchas preguntas, ¿cómo es posible que en una universidad creada en un proceso revolucionario estas sean las practicas que se legitimen?, ¿cuál es la danza y el arte que necesitamos para crear un nuevo sistema basado en la justicia social?, ¿donde están nuestras búsquedas éticas y estéticas en las instituciones educativas?, este proceso está en crisis y a punto de perderse por no atender la raíz del problema, y no es más que el sistema educativo, urgimos por una educación liberadora, por un arte liberador!



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