¿Me voy o me quedo? ¡he allí el dilema!

“No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, preguntate que puedes hacer tú por tu país”

John F. Kennedy,

Leí los artículos de los señores Carlos Rivas1 y Gabriel Expósito2, publicados hace pocos días en aporrea.org, con relación a la migración de venezolanos motivada a la difícil situación que estamos afrontado día a día en nuestro país, llamese escasez, inseguridad, falta de oportunidades laborales, inflación, ambiente político, etc, etc, etc.

Aunque pretendo dirigirme con el mayor de los respetos a ambos, si debo decirles que me pareció que había un tono innecesariamente alto en el discurso, en ambos escritos se observan aportes importantes, pero también se observa descalificaciones innecesarias. Demás esta decirles que la mayoría de los venezolanos, de oposición o gobierno, estamos cansados de tanta confrontación y solo queremos soluciones.

Ya tuve una primera oportunidad de escribir sobre este tema, cuando se difundió un vídeo por las redes sociales en el cual se narraba la vivencia de unos jóvenes caraqueños, quienes usaban un jerga muy particular3. En esa oportunidad narré la situación de emigración desde la perspectiva de un estudiante. Casualmente, hace pocos días ese mismo estudiante, ya egresado, volvió a pasar por mi oficina narrandome las razones por las cuales él aún quería irse del país. Yo cumplí con la obligación de escucharle, sin juzgarle. Sus razones, desgraciadamente, se han vuelto un común denominador, que va mas allá de los estudiantes, y se han vuelto las razones de familiares y amigos. Es trizar escuchar esas razones, pero hay que respetar las posturas y opiniones de los demás.

Sería un sin sentido juzgar a quien harto de tantos problemas decide irse del país, esa es mi opinión. Yo particularmente he optado por quedarme en mi país, esa es una decisión personalisima, y a cada persona que me consulta, con la experiencia de haber vivido algunos años en el extranjero, procuro hablarles de los pro y los contra de esa decisión, la cual no es nada fácil. Pero me pregunto, ¿debemos calificar de traidores a quienes tienen que calarse horas en cola para comprar dos kilogramos de harina de maíz?. Cada fin de semana me reúno en casa de mis padres, y escucho las aventuras de mis familiares para comprar productos de primera necesidad, a pesar de que en las redes sociales se ofrecen bultos de harina de maíz, café, y hasta gandolas de azúcar al mejor postor, y a precios exorbitantes. Mientras que el gobierno habla de una guerra económica, la cual pareciera que esta cerca a perder. A los revolucionarios, a los que nos consideramos de izquierda, hoy mas que nunca nos toca, parafraseando a Bolívar, escuchar las mas duras verdades, y estar dispuestos a corregir todos los errores que hemos cometido. Uno de los tantos errores que hemos cometido es tildar de traidor y apátrida a quien nos dice las verdades que no nos gusta escuchar.

Con respecto al escrito de Carlos, yo comprendo su desagrado, entiendo que a su juicio si el ciudadano logra su título profesional en nuestro país, es la sociedad venezolana la que debería ser la principal beneficiaria, pero lamentablemente no puedo compartir su propuesta de impedir el ejercicio de la profesión fuera de Venezuela, pues en primer lugar eso sería ilegal, esa condición debió haber sido establecida por contrato al inicio del pregrado, así la persona podría decidir si estudia o no en una universidad publica, y en segundo lugar, porque lo que se debe hacer es preguntarle al profesional ¿por que?. Podemos pedirle a nuestros compatriotas que hagan un ejercicio de patriotismo, y que se queden a luchar por el país que tanto le ha dado. Porque a este país hay que agradecerle eternamente, gobierne quien gobierne. La solución no es impedir la migración, la solución es poner a los más capaces en las empresas que han sido tomadas, y exigir productividad, es castigar la corrupción de manera ejemplar, y no seguir siendo un gobierno blandengue. No debemos seguir culpando a los demás por los errores gubernamentales, y asumir nuestra culpa. Esa es la verdadera conducta que debe asumir una persona que se llame revolucionaria ante la evidente situación que estamos viviendo.

Por su parte Gabriel en su exposición hace varios planteamientos, en la primera parte fundamenta su rechazo a la propuesta de Carlos basándose en el derecho al libre transito y otros aspectos muy validos. Gabriel habla de la inseguridad en Catia, y supongo que él habla con conocimiento de causa, pues yo soy de Maracay, y quizas tiene razón, pero lo importante es decirle a Gabriel que Caracas no es Venezuela, Venezuela es un país muy grande. Y aunque no puedo negar prima facie lo que él dice, si puedo decir que ese no es un denominador común en todo el país, y que en todos los países del mundo hay zonas rojas en las que no deberíamos circular, y se lo digo por que he tenido la oportunidad de estar en Berlin, Florencia, Atenas, Buenos Aires, Franfort, San José de Costa Rica, Gratz – Austria, Shangai, y otras ciudades de primer mundo. En todas ellas hay zonas peligrosas, zonas de prostitución, drogas, y pare Usted de contar, y en verdad ni siquiera hay que visitarlas para saberlo. Así que pretender hacer creer que es imposible vivir en Venezuela, debido a la inseguridad, no es cierto, al menos para mi no lo es. Y además creer que ese problema es único de Venezuela, solo puede verse como ilusorio.

Hay otra cosa que deseo comentarle a Gabriel es que nunca he sabido de problemas de homologación de títulos de universidades publicas venezolanas, de hecho me tocó homologar mi título de maestría USB e ingeniería UNA, y no tuve problema alguno, y conozco decena de casos similares. Importante es decirle que siempre defiendo la calidad y el nivel de la educación pública venezolana.

Entonces, para resumir de ambas posturas respeto la visión patriota de Carlos, y la visión pragmática y globalizada de Gabriel. No comparto las descalificaciones, así no vamos a ninguna parte. A las personas que deseen o estén planeando irse del país por las razones que sea los invito a informarse adecuadamente de las condiciones de visado, y esas condiciones se pueden encontrar en los consulados de los respectivos países. Importante es que sepan que no es fácil, ni tomar la decisión, ni el inicio, quien le digas lo contrario, les miente.

Una nota interesante para el lector, es que la situación de emigración no es única de Venezuela, aunque se ha acentuado durante la revolución bolivariana. En un país seguro y estable como Alemania se transmite un documental llamado Auswanderung – Migración. Allí pude escuchar la vivencia de alemanes que emigraron a otros países, pues ya no se sentían cómodos en su país natal. Las razones que argumentaban eran muchas, la mayoría de índole económico. Entonces hablamos de que en un mundo globalizado, la migración es una cuestión de perspectiva.

Dos aspectos quiero tocar para finalizar, lo primero es que los políticos venezolanos deben comenzar a pensar mas en el país, y menos en sus proyectos políticos. Ya esta demostrado que la cuarta no funcionó, muchos estuvieron bien, pero la mayoría estuvo mal. Hoy gobierna el proyecto Bolivariano, e innegable es el beneficio a los más pobres, a los hijos de Juan bimba, pero se ha hecho difícil sostenerlo económicamente. Fue viable mientras los precios del petroleo estuvieron altos, y en mi opinión eso es lo mejor que pudo haber pasado, para que la dirigencia política oficialista se dejen de tanta utopía y sea más realista y responsable. Lo segundo es hacer un desagravia a aporrea.org, aunque Carlos se quejó de la publicación de Gabriel, y acusó a este medio de ser un nido de opositores (a mi no me gusta usar el término “escualido”), creo que es el necesario ejercicio de pluralidad que se requiere en este momento.

Les recuerdo entonces el pensamiento bolivariano, a quienes se abrogan ese calificativo:

*Profesor Universitario

lramos@una.edu.ve

2http://www.aporrea.org/educacion/a230559.html

3http://www.eluniversal.com/opinion/120519/seguro-que-te-irias-demasiado

 



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