De maestros y maestras pueblo, en tiempos de des-conocimiento y amenazas por la modificación de la LOCTI

Mi abuela nunca aprendió lo que es la geografía,

pero una arepa en sus manos redondita le salía” G.I

 

En estos tiempos en donde en Venezuela tras la discusión de la posible modificación de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) se ha puesto de nuevo sobre la mesa la vieja discusión sobre los lugares de enunciación de la ciencia y el conocimiento y con ello el “re” o el “des” – conocimiento de las y los investigadores(as), innovadores(as), tecnólogos(as) populares y creadores que más allá del campus universitario y de las instituciones científicas, crean quieran o no conocimiento útil, sistematizado y objeto de apropiación social. En este contexto han sido varias las historias que me han visitado para recrear el impacto que de cerca esos(as) que el INCE llama maestros(as) pueblos y que en el proyecto de ley para la difusión libre y el acceso al conocimiento varixs activistas llamamos acervos cognitivos vivientes y patrimonios vivos, han tenido en mi vida y en la de aquellxs que me acompañaron en el momento de su encuentro.

 

El primer recuerdo que me visitó, fue justamente en una asamblea a la que asistí para discutir los riesgos de obviar en la ley el derecho humano que todos y tenemos de participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten (Art 27 Declaración Universal de Derechos Humanos), en la que inicialmente me recordé de mi encuentro en el 2014 con Alcira Vargas. A Alcira, habitante de Barquisimeto en el estado Lara, la conocí en un encuentro regional de investigadores por la transformación educativa, quien acompañada de una profa de la Universidad Politécnica Territorial Andrés Eloy Blanco, nos demostró su sabiduría popular nutrida para ese entonces con el lenguajeo científico, con el que logró obtener el premio Regional de Innovación 2011, por su excelente propuesta: “Suministros para gallinas ponedoras que generan huevos libres del colesterol malo” .

 

De Alcira con estudios en la Misión Ribas, me impactó su genuina confianza personal con lo que hacía y el reconocimiento de las capacidades que tiene para ello, el manejo de términos propios de la química y la botánica del que se había apropiado para lenguajear con quienes certificaron la importancia y el impacto del alimento avícola creado por ella y elaborado sin químicos , pero principalmente por la conciencia política que demostró al reconocer el valor social de su innovación, por encima del valor mercantil que en tiempos de capitalismo cognitivo abunda en quienes crean ciencia desde la academia tradicional. “Los campesinos podemos hacer ciencia con conciencia, con el trinomio de lo teórico, práctico y sabiduría, logramos lo que queremos”, le oi decir, no desde la teoría que solemos manejar en la Academia, sino desde su capacidad de crear la realidad social, lo que en palabras de Bordieu no corresponde a un sujeto trascendente sino a un “cuerpo socializado”

 

Días posteriores a ese evento, en ese rumiar que el cerebro genera cuando se ocupa de ideas, pensamientos y sentires, me recordé de otro maestro pueblo que conocí en una pintoresca situación escolar. Se trata de David, quien para el 2002 y con una edad alrededor de los 30 años, ocupaba labores como personal de seguridad de una embajada europea a la que asistí en varias oportunidades para solicitar un apoyo del personal de cultura de la misma, específicamente para que uno de sus representantes participara en un desayuno con las y los niños de la Escuela Bianco (UCV), en la víspera de una feria del libro organizada para conocer la literatura infantil de tres países iberoamericanos. Se trataba de un desayuno en donde los representantes de las embajadas de esos países pudieran compartir con las y los estudiantes sobre su cultura, la geografía, aspectos sobre la educación y las costumbres peculiares de cada región, así como también leer con las y los niños, los textos de literatura infantil de su país que más les gustase.

 

Las veces que fui a esa embajada, tuve la grandísima suerte que David oriundo del país de ese espacio diplomático, estaba de guardia y digo que tuve la suerte porque no solo me dio siempre un trato amable y respetuoso y se preocupó porque fuera atendida la solicitud que llevaba, sino porque ya un día antes del evento, dado que no tenía respuesta formal, se ofreció a ser él quien nos acompañara en la actividad. “Yo conozco mucho de mi país, y me encantaría contarles lo que sé” fueron sus palabras, y así lo hizo.

 

Cuando llegó a la escuela, lo presenté como un miembro de la embajada del país en cuestión, y a la par de los agregados culturales de otras dos más embajadas, cumplió magistralmente con la tarea asignada acompañado de un mapa que llevó y de fotos personales de su niñez y su juventud de la ciudad donde vivía. Puedo decir que David fue el mejor expositor de esa Feria, por su sentida presentación, su apasionada lectura de los cuentos que llevó, su interés en responder con un lenguaje acorde a la edad de las y los niños cada pregunta y cada comentario, pero por sobre todo por su genuina cercanía con quienes allí estábamos, lo que resaltaba entre las y los otros invitados.

 

En la evaluación de la actividad, fueron los cuentos leídos por David, los más buscados posteriormente en la biblioteca de la escuela, los más comentados en los textos escritos en los que valoraban la experiencia vivida y que una semana después fueron elaborados por las y los estudiantes. Debo decir que también fue el más mencionado en el medio de suspiros, por las chicas de 5to y 6to grado quienes se dedicaron a tomarse muchas fotos que luego exhibieron como trofeo.

 

Fue pintoresco hacerle saber una semana después del evento a la directora y las maestras de la escuela, que David no era específicamente de la agregaduría cultural de esa embajada, sino el vigilante que amablemente me abría la puerta de la embajada, verificaba mis datos y me ayudó a canalizar una solicitud, que afortunadamente no tuvo su respuesta formal.

 

De David podría decir que fue todo un Pedagogo realengo, como llamaba el maestro Rafael Gonzalez al referirse a los y las maestras pueblo que con una sabiduría no creada en la Academia, se ocupan sin las pretenciones del conocimiento cartesiano a dar grandes lecciones necesarias para la construcción de un mundo más justo y bueno para todos.

 

De Alcira, podría decir que es una Científica realenga, parafraseando a esa idea en donde lo “realengo” no desmerita, sino que te hace crecer desde el lugar sin ataduras que como creador de conocimiento y de invocaciones, podemos tener en la vida

 

Por ellos, entre muchas otras cosas, toca dar la discusión ante la posible reforma de la LOCTI, no vaya a ser que los miles de David, de Alciras, de Luis Zambranos, de las abuelas como la de Gualberto Ibarreto, se vean invisibilizados ante quienes quieren insistir en una ley que no existan, para con ello quitarles su inviolable derecho a participar en el progreso científico y educativo del país.

 

Imagen tomada de: http://www.entornointeligente.com/articulo/4904233/Unidad-de-Produccion-Las-Tinajitas-de-Barquisimeto-modelo-exitoso-de-agricultura-urbana-01022015



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Marianicer Figueroa

Ciudadana, mujer, activista del Conocimiento Libre, psicóloga según un papel que me dieron, aprendiente según la vida me recuerda

 marianicer.mppeu@gmail.com

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