Un Horizonte para UNEARTE

La UNEARTE viene de una época de crecimientos. Encontrar caminos para la verdadera realización de una universidad para las artes, latinoamericana, venezolana, del siglo XXI, implica no pocos retos. Las discusiones que condujeron a la aprobación del PNFA en Artes y Culturas del Sur, llevaron las propuestas que venían adelantadas a un nuevo escenario. Se ha sumado mucho en el crecimiento de esta universidad el compromiso asumido, desde el 2010, en la apertura de la universidad a los jóvenes artistas de sectores populares, con un aumento significativo de la matrícula. Además del esfuerzo sostenido para el desarrollo de procesos de investigación, con las jornadas de investigación del 2015, 2016 y 2017, y con el fortalecimiento de la línea de proyectos artísticos comunitarios desplegados en muchas comunidades.

La UNEARTE tiene, y viene asumiendo tareas que han sido interrumpidas, como desarrollar y producir conocimiento en áreas claves del desarrollo humano, aquel de la subjetividades, los imaginarios, las identidades, en las calles, en las salas de ensayo, en los espacios comunitarios, en los espacios de investigación de pre y postgrado. Campos de estudios álgidos y en disputa, en la situación que enfrentamos que ataca nuestras afectividades y sensibilidades. Es por ello que se avanzó en desarrollar planes de apoyo a la investigación de alto nivel para fortalecer el cuerpo docente. Así como en la consolidación operativa y participación en redes de investigación como CLACSO, RIOSAL, REDICSH.

Desde hace ocho meses nos deparamos, sin embargo, con un nuevo escenario. La gestión de continuidad debe asumir la universidad en desarrollo. Con todos los aportes que les corresponda hacer, y que serán bienvenidos, no puede ponerse de espaldas a la universidad que existe, por otra de amigos y deudores. Es por esta misma razón que considero necesaria, y única actitud responsable, visibilizar acciones que atentan contra nuestros propios procesos revolucionarios:

Sobre lo dicho y lo por decir en UNEARTE, mas allá de los rumores, es que hay un debate abierto en torno a la gestión como Rector de UNEARTE de Alí Rojas Olaya, quién en sus ocho meses de gestión no se había reunido, ni escuchado a la clase trabajadora de nuestra universidad, que es una colectividad organizada, dialógica y responsable, que en los momentos más difíciles de los últimos tiempos han mostrado su tesón y compromiso. La inconsistencia académica de su gestión lo fragiliza, ciertamente, y podría pensarse que fue la principal razón para que no se reuniera tampoco con las autoridades habilitadas a su llegada. Sin embargo solo diremos que se ha rehusado a conocer la universidad de boca de quienes la construyen, de modo que poco puede renovar una universidad que no conoce.

Tan abrupta ruptura de las más elementales instancias dialógicas en la comunidad, por parte de alguien que dice seguir el legado de Simón Rodríguez y los postulados de la educación popular y liberadora, subrayan las contradicciones de su proceder. Y así se lo ha dejado saber la comunidad, a penas tuvo la oportunidad en la única asamblea realizada el pasado miércoles 16 de mayo.

Las universidades experimentales tienen un altísimo compromiso en la construcción de la universidad latinoamericana de siglo XXI, y se logra es con producción, difusión de material de investigación, experimentación y trabajo con nuestras comunidades. Las acciones mediáticas contratadas, erráticas, de grupos autocomplacientes no nos conducirán a la valoración y producción del saber que necesitamos. La universidad y sus cargos de autoridades, como los de ninguna de nuestras instituciones revolucionarias, deben ser utilizados como una mecanismo para lavar historiales académicos ni administrativos, gestiones dudosas, ni tampoco tribunas para apalancar carreras que no se sostienen por si solas.

Muchas de las acciones que ha realizado parecen, lejos de fortalecer, obstaculizar los procesos en marcha: organizativos, académicos e incluso administrativos que atentan contra la estabilidad jurídica de la universidad, queriendo desconocer la estructuras mínimas de gestión de la universidad y la máxima instancia de gobierno, el Consejo Directivo, tanto el anterior como el que ha sido designado recientemente.

El regreso de prácticas políticas de clientelismo, manipulación, por medio de directores de dudosa competencia en cargos claves lesionan a la comunidad universitaria. Algunos de los cuales, por cierto, en varias ocasiones, han sido denunciados por diversos miembros de la comunidad, y la respuesta ha sido el silencio, o esconderlos en la propia universidad en otras sedes, con otros cargos. Casos puntuales del anterior Director de Seguridad, quién fue destituido por denuncias de la comunidad y reenganchado silenciosamente en otro espacio; la Directora de Publicaciones a quién denuncié en el Consejo Directivo en el cual se le nombró, por tener un negocio paralelo en el tiempo y los espacios de la universidad, sin que eso impidiese la designación y el director de Talento Humano interpelado por la organización de trabajadores en la mencionada asamblea del 16 de mayo.

No me he dedicado a la gestión pública. El paso por el Vicerrectorado Académico, fue un voto de compromiso con este país y con las universidades venezolanas, en las que me he formado y donde he desarrollado mi vida académica. No tengo la menor ambición a este respecto, de hecho doy todo mi apoyo a la autoridad que me sustituye. Esperamos que los actuales debates en la UNEARTE, que son mucho más que rumores, se conviertan en un río de agua caudalosa que libere a la universidad de este momento que detiene el proceso de crecimiento de los últimos años, para retomar el camino de la universidad comprometida, de altísimo nivel, de incidencia comunitaria profunda, de desarrollo de saberes para las Artes y las Culturas.

Sólo así será la universidad que contribuya al país en el actual momento, sumando su aporte en los retos que asume el pueblo venezolano.

inespw@gmail.com



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