En un artículo escrito por Carlos Lanz para aporrea, publicado el 15/06/2007, se hace referencia, hablando en sentido amplio, a la articulación entre las propuestas del Proyecto Educativo Nacional (PEN) y la Constituyente Universitaria, articulación necesaria para la organicidad del avance hacia el Socialismo de Siglo XXI y, desde esta perspectiva, la incorporación de una universidad con responsabilidad y contenido social, articulación que dará personalidad a la propuesta de revolución universitaria que se hace necesidad al seno de nuestro proceso.
Al respecto, desde el gran respeto por el trabajo realizado por el profesor Carlos Lanz y su equipo, me permito señalar unos elementos para ser debatidos, quizá por entendidos y allegados, o, sería un placer, con el mismo Carlos Lanz.
El año 1999, de acuerdo a lo que se lee en el artículo, se menciona como el inicio de la promoción de un proceso constituyente a lo interno de nuestras universidades hecha por el Ministerio de Educación, si revisamos con cuidado, podemos decir sin equivocación, que la situación política de entonces no se equipara con la actualidad, en cuanto a riqueza en la organización popular y desmontaje de la organización estudiantil, y esto no está oculto a los ojos medianamente observadores, mientras que a las afueras de las universidades e instituciones de educación superior, el pueblo ha comenzado a recorrer un camino de organización y conciencia que apuntan al ideal auto-nomos, propio de la práctica de libertad en la que nos hemos enrumbado, la universidad se ha aislado hacia dentro, hacia sí misma, se ha perdido dentro de ella, sucede lo que Lanz menciona en su artículo: se ha estrechado y reducido la conciencia hacia lo interno, la combatividad estudiantil de la universidad tradicional, desalojada de pueblo, ha perdido organicidad, lo que pone en entredicho histórico el poder constituyente de la comunidad universitaria.
Las razones políticas que motorizaron iniciativas a lo interno de las universidades tradicionales para una constituyente, son razones propias de un momento histórico, pude participar en varios encuentros y asambleas a lo interno de la Universidad Central de Venezuela en esa época y puedo, a la par de establecer una lógica de continuidad entre el 1999, año de la victoria constituyente, y la actualidad; determinar también elementos de ruptura entre la conciencia popular de ese entonces y la diversidad de ahora, en pocas palabras, hay varios elementos propios de la realidad actual que condicionan y comprometen cualquier supuesto, cualquier análisis y producto realizado a la sazón del último año del siglo XX.
Haré mención a dos aspectos básicos a ser considerados:
1. Falta de organicidad de la “comunidad universitaria”
A la altura del año 1999 y hasta el período 2002-2003 se hace concreta una estructura del universo de la educación superior, la cual dará un vuelco revolucionario a partir de la segunda mitad del año 2003. Hasta entonces la presencialidad y des-municipalización como modalidad principal y procesos varios, respectivamente, condicionan un perfil de estudiante que debe decidir entre la excelencia y la posibilidad de participar e incidir, en distintos grados, en sus entornos universitario y de comunidad, esto es, la organización universitaria crea un ser antinatural: un estudiante des-comunizado –valga el brusco neologismo-, que debe hacer un esfuerzo para vencer la fuerza que lo separa de su natural cualidad de individuo de una comunidad.
A finales del año 2003 y principios del 2004 se inician dos procesos que el profesor Carlos Lanz conoce muy bien, se inician la Universidad Bolivariana de Venezuela y la Misión Sucre, comienza así, desde la práctica, a pesar que la construcción se hizo al revés, es decir, primero se diseñaron sendos documentos de dirección y luego se implementaron, se fue constituyendo y diseminando por todo el país la idea de organizar los ambientes de estudio que hoy se llaman Aldeas Universitarias, y que por una extraña razón, confieso no tener al respecto idea alguna, comienzan a llamarse “Ambientes Locales de Estudio Alternativos Socialistas”, estando de acuerdo con cada una de las siglas, excepto con la débil idea de “alternatividad”.
El documento rector de la UBV se preñó de ideas foráneas y de tanto posmodernismo, que muchos no encontramos el sentido a una estructura que se niega a sí misma, pero que sin embargo tiene toda la dignidad de una institución que se atreve donde otras se les pone la piel arrugada; de la misma manera, los fundamentos conceptuales de la Misión Sucre abordan aspectos que el documento rector UBV soslaya. Hoy la UBV sale a la calle y en la voz de sus profesores, autoridades y alumnos está la idea revolucionaria de encontrarse con la forma más evolucionada de organización popular: el Consejo Comunal y en esa búsqueda, se encuentra con la forma más evolucionada de revolución universitaria: la Aldea Universitaria, no como la idea descabellada de espacio alterno, sería lo mismo decir que el Consejo Comunal es una forma alterna de organización como lo son las ONG, sino como concreción histórica de la revolución del concepto de universidad. Comunidad y nueva universidad deben encontrarse en organicidad, sólo así tiene sentido el poder constituyente, como prolongación del poder constituido en los Consejos Comunales y Aldeas universitarias hacia las sombras que oscurecen nuestras casas de estudio.
2. Proyecto como posibilidad de pertinencia entre Comunidad y Universidad.
Se inició con la Misión Sucre y tomó forma más acabada con la incorporación de la UBV. La valoración de la continuidad entre estudio-trabajo-práctica, el estudio para toda la vida, la vinculación entre práctica y teoría, la necesidad de desmontar el pacto entre empresa y universidad, desde la ruptura de la práctica parcial como desarrollo coherente con la división del trabajo a lo interno del sistema capitalista, la pertinencia sobre la formalidad (Arnaldo Esté), en fin, la verdadera revolución universitaria, desde la organicidad comunidad-universidad mencionada anteriormente, inexistente en 1999 y difícilmente anticipable, se está construyendo a pulso con los intereses que se oponen, y debe posibilitar una concreción hecha colectivamente como una propuesta de abordaje integral de la realidad desde el estudio y del ejercicio ciudadano, que rompa la dicotomía entre la investigación básica y la investigación aplicada, a partir de la integración de la estructura curricular, como forma de concreción de un espacio inter y transdisciplinario, y de la articulación con lo político y social, en pocas palabras, la noción de Proyecto que se intenta construir desde cada programa UBV-Misión Sucre, desde cada espacio de discusión, tiene como fin último dar respuestas hacia lo interno y hacia lo externo, como dos momentos sincrónicos, a la necesidad de cambiar las formas y modalidades de estudio, coherente con la necesidad de una universidad que responda al llamado de la revolución.
Sólo desde la perspectiva de dicha construcción y valoración es posible la concreción de un proyecto duradero y verdaderamente revolucionario, desde la perspectiva de Proyecto como personalidad de la propuesta UBV-Misión Sucre, es posible la articulación, previa revisión de los elementos superados históricamente, entre el PNE y la Constituyente Universitaria.
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