"Si los pupitres hablaran"

Expertos advierten que el bullying es un problema nacional

Credito: Correo del Orinoco

17-08-15.-El acoso escolar no es una moda, ni un problema reciente. Desde hace décadas, en las instituciones de educación primaria y secundaria las niñas, los niños y las y los adolescentes viven estas situaciones que muchas veces dejan graves secuelas que se reflejan en la adultez.

¿Qué hacer ante este acoso escolar o bullying? Dos expertos venezolanos en el tema de la educación, como lo son Oscar Misle y Fernando Pereira, publicaron recientemente el libro “Si los pupitres hablaran”, bajo el sello Planeta Venezuela.

Este texto, aparte del análisis de este grave problema, plantea caminos para la prevención de la violencia en nuestros centros educativos. Son 30 años de trabajo con las comunidades los que avalan sus planteamientos.

En conversación con el Correo del Orinoco, cuando se les inquirió sobre el nombre del texto, Misle explicó: “Yo no sé si en la época de ustedes, pero en la mía hace unos aaaños atrás (risas), cuando uno se sentaba en el pupitre veía dibujitos, frases, corazones atravesados por flechas, desahogos por alguna rabia; en fin, cuando uno se sentaba en ese pupitre, este hablaba”.

El educador agregó: “Te decía todo lo que tú no podías decir en el salón de clase por estar sentado de espalda al compañero y dándole la espalda al otro. No me canso de decirlo porque es lo más antiniño que pueda existir en un salón de clase: sentando de espaldas al otro, viendo al profesor y el pizarrón de frente. Entonces, nos preguntábamos como un ejercicio de imaginación, ese pupitre solo habla con lo que se escribe o se plasma… o también fue capaz de ver y observar”.

Para Misle las preguntas son: ¿Qué pasa en ese salón de clases? ¿Cómo son los vínculos y la percepción que tienen las niñas y los niños del maestro? ¿Es un maestro o un repetidor de información ¿Cómo hacer para convivir con los otros en una sociedad que requiere encuentros, empatía, compresión y misericordia sin darle la espalda a otros. De ahí que nos pareció adecuado este nombre del libro: Si los pupitres hablaran”.

NUEVAS TECNOLOGÍAS

Por su parte, Fernando Pereira esbozó que con las nuevas tecnologías el problema tomó otros senderos: “Hoy en día los chamos y las chamas se enfrentan a situaciones que no teníamos en nuestras generaciones. Es el tema de las tecnologías que también abordamos en el libro. Esas tecnologías rompen las barreras y fronteras que no conocimos en nuestra época. Hoy en día ya se le puede hacer daño a un estudiante aún sin tenerlo delante, aún sin verle la cara, desde kilómetros de distancia, en vacaciones, en un fin de semana, en las noches”.

Pereira considera que “todo esto nos introduce en un reto a los padres y maestros de cómo lidiar con esas situaciones, que para muchos de nuestras generaciones no sabemos cómo lidiar con eso; incluso, no es una violencia que se pueda abordar como antes, cuando la violencia eran muchachos que se caían a golpes en la cancha, durante el recreo; o que en salón de clase se insultaban. Nos formamos con una pedagogía del siglo XIX los que estudiamos en el siglo XX, y somos quienes enseñamos a los jóvenes del siglo XXI. Hay que buscar nuevas soluciones”.

MAL CHISTE

Muchas veces ese acoso nace de un chiste, malintencionado la mayoría de las veces. Oscar Misle esbozó: “Desde que el mundo es mundo el acoso ha existido, no se acepta al que es distinto. Sobre el bullying muchos piensan que apenas tiene 35 años, porque hubo un osado que decidió ponerle nombre a una practica que se repetía de manera sistemática, donde alguien que tiene poder le hace daño a alguien que considera que es más débil; y lo hace de manera sistemática y continua para hacerlo sufrir”.

“El objetivo es hacer sufrir al otro”, según profundiza Misle, “y mi éxito depende de cómo ese sufrimiento se hace cada vez mayor y de la popularidad que voy teniendo con esa forma reiterada de disfrutar, no con el otro sino a costa del otro. ¿Qué es lo más difícil? Cuando te das cuenta de que no te metiste con el otro porque es gordo, blanco, gay, chavista o antichavista, sino porque es diferente y lo haces utilizando el poder, valiéndote de la estrategia del miedo para controlar al otro, obteniendo una jerarquía de qué tengo poder sobre ti y logro que una serie de compañeros sean aliados o cómplices míos. Significa el irrespeto a la diversidad”.

Ante la interrogante que señala que acoso escolar solo responde exclusivamente a los colegios públicos, reflexionó Misle: “La violencia es transversal para todas las realidades sociales: se ve en los colegios, públicos, privados, grandes, pequeños, los laicos, los que son exitosos o no. En todos se ve”.

Según una investigación que leyó de la Universidad de Caldas (Colombia), “se pensaba que la violencia tenía que ver con los sectores populares por todo eso del hacinamiento y de falta de oportunidades, pero no es así. Vieron que la violencia estaba presente en todas las realidades, básicamente por varias cosas: perdimos la capacidad de resolver los conflictos sin utilizar la agresión de la palabra para ofender o de los golpes para dirimir los conflictos”.

MALOS EJEMPLOS

El problema de la situación actual en el mundo y el país es importante para estos investigadores. Misle razonó: “Si tú tienes un contexto en que lo que pasa no se resuelve debatiendo, argumentando; o no me convences a través de la palabra, sino que cuando me quedo sin el argumento de la palabra utilizo la ofensa, la descalificación, el rechazo la humillación, estamos en problemas”.

Profundiza en este punto: “No podemos hablar solamente del bullying como una práctica entre dos, sino de un problema del clima escolar que está viciado, con que nos cuesta mucho ponernos de acuerdo los diferentes y entender que esos diferentes, más que una desventaja es una posibilidad, una riqueza”.

Y recalcó que “por eso no podemos ver solo el problema en la escuela, sino que también tenemos que sentirlo en el contexto, en los funcionarios que, mientras más jerarquía y poder tienen, más responsabilidad tienen de lo que dicen y hacen o de las decisiones que toman. Muchos dirán que qué tiene que ver esto con la escuela; pues mucho tiene que ver, porque si nosotros no formamos a los estudiantes desde sus primeros años del preescolar para entender lo que significa la empatía, el respeto hacia el otro, la compasión y misericordia con el otro, si no comprendemos tus miserias y las mías, nosotros no vamos a superar este problema”.

DESFASES

“Además”, según Misle, “hay un desfase entre lo que se dice y lo que se hace. Hay un pensador que dice ‘lo que haces habla tan duro de ti que no puedo escuchar lo que dices’. No es falta de información, sino cómo esa información logro digerirla, asimilarla, para que las creencias y lo que he aprendido permita aflorar y fomentar un discurso y una practica que se parezca al discurso”.

Cuando se preguntó sobre si el problema de intolerancia que vive el país, incide más en el problema, agregó Pereira: “Indudablemente el clima que se vive en la sociedad, en el mundo y nuestro país en particular tiene una incidencia en las escuelas y lo que están viviendo los estudiantes y los educadores, que van a las escuelas con las tensiones que se viven”.

“Le dedicamos un capítulo al tema de la polarización política”, argumentó Pereira, “y cómo está influyendo en la convivencia escolar y que en muchos casos está generando conflictos en la comunidad educativa. También damos algunas pistas de lo que pensamos que puede ayudar desde el desarrollo de una pedagogía para la convivencia para la paz, que creemos que es fundamental y que el país está pidiendo a gritos”.

Es más preciso, al señalar la “necesidad de una escuela que sea un espacio para el encuentro de los diferentes para aprender a valorar la diversidad y no para homogeneizar. Una escuela que debe permitir la formación ciudadana desde la educación inicial en los primeros años, de la formación de esos ciudadanos que el país nos está indicando. Hay veces que los educadores producimos violencia, inclusive las propias escuelas con sus normas, actitudes y procederes son generadoras de ambientes y climas de violencia”.

Pereira se pregunta si incide el modelaje de los líderes del país en este problema. “Pues sí, y lo abordamos porque los muchachos y muchachas nos lo dicen en los talleres que damos. Nos refieren los mismos sobrenombres y motes (escuálidos, chavistas, golpistas) con los que los líderes se refieren al otro. Y los muchachos te dicen ‘por qué nosotros no vamos a tratar de esa forma, si ellos se tratan así’. Es una constante”.

“Evidentemente”, precisa el educador, “podemos dar clases de valores y cátedras ciudadanas, pero si el ambiente que ellos están viendo en su entorno, donde el liderazgo del país, es hacia el irrespeto y el desconocimiento del otro, tenemos el trabajo cuesta arriba”.

HASTA UNIVERSIDADES

Pereira señala que ese acoso escolar no es exclusivo de la escuela, “sino que ya lo tenemos en las universidades, ya que colegas, docentes y jóvenes con los que tenemos contacto reportan situaciones de acoso, hostilidad. Ahí tenemos otro fenómeno que se ha venido estudiando: cuando el acoso se realiza entre adultos, colegas, en el ámbito laboral”.

El experto acota: “En las universidades encontramos jóvenes muy jóvenes donde se da esa práctica. Inclusive, cuando tenemos talleres entre docentes se refleja este problema donde te sientes agredido, hay un hostigamiento, acoso físico, sexual y sicológico. Estamos hablando de una situación de ejercer el poder entre seres humanos, que es algo común”.

PROBLEMA NACIONAL

El problema para Oscar Misle es nacional: “Estuvimos el año pasado en 19 estados del país y no importa que estés en un municipio en el que mande el gobierno o la oposición; de estados de un color u otro; solo ves una gran desinformación y una gran necesidad de lineamientos para resolver esos problemas. Uno siente ese vacío de orientación e información, y eso solamente lo puede resolver el Estado. Sin embargo y como decimos en el libro, a pesar de esto no podemos quedarnos con las manos cruzadas. Yo en mi aula, en mi familia, en mi espacio tenemos lo que tenemos que hacer como padres, maestros y ciudadanos”.

En la última parte del libro “hacemos énfasis en que padres, madres, hijos, cada uno de nosotros en nuestro metro cuadrado, en nuestro espacio de acción tenemos mucho que hacer, a pesar de todas esas dificultades. Eso sí, denunciamos la carencia en el país de políticas claras sobre este tema, la falta de cifras para saber exactamente los problemas que nos están afectando, para asi tener lineamientos y protocolos para comenzar a resolverlos”, esbozó Misle.

Fernando Pereira agregó: “Este trabajo en conjunto es la demostración de que sí se puede, porque nosotros que somos magallaneros y otros caraquistas (risas), nos podemos encontrar en un trabajo en común…. en un trabajo por la convivencia en paz”.

 

 



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