Voces contra el Imperio

Los problemas que enfrentan las centrales azucareras del Estado delatan a la otra amenaza que se cierne sobre la Revolución Bolivariana

Si el azúcar es el veneno responsable por el padecimiento de diabetes de millones en el mundo, el burocratismo y la ineficiencia representan también el veneno y, a la vez, la enfermedad de todos los procesos de cambios sociales y revolucionarios que ha conocido la historia. Por supuesto, la Revolución Bolivariana no ha estado inmune a estos males.

Nuevamente, el problema de la ineficiencia que exhiben algunas empresas estatales  –y no todas, como pretende hacerlo creer la oportunista derecha venezolana- vuelve a cobrar importancia luego de los señalamientos que hicieran algunos sectores políticos, a propósito de las mesas de diálogos recientemente convocadas por el presidente Nicolás Maduro.

Resulta lamentable que la lucha contra el burocratismo y la ineficiencia, banderas que históricamente han pertenecido a la izquierda, hoy pretendan ser usurpadas por la derecha venezolana para ser utilizadas como armas de la reacción contra el gobierno revolucionario.

La manipulación que hacen los sectores políticos oportunistas y reaccionarios sobre los problemas que enfrentan algunas empresas del Estado, persigue desmoralizar y desmovilizar a la vanguardia revolucionaria y al pueblo en general. Razón que nos obliga a encarar con mucha capacidad crítica constructiva y voluntad de trabajo.          

Al gobierno revolucionario, pero también a la vanguardia militante, no le atemoriza reconocer la verdad por más dura que ésta  sea. En varias ocasiones, el propio Presidente Hugo Chávez dio muestras públicas de reconocimiento de los problemas de retardo, ineficiencia y burocratismo suscitados en algunos proyectos productivos que adelantaba el Estado. Tampoco la ingenuidad caracteriza a la vanguardia. Creer que los problemas, aunque sean admitidos y enfrentados por la dirigencia del Estado, no serán utilizados por los carroñeros y oportunistas de la derecha venezolana para manipular al pueblo y continuar agrediendo al gobierno, es de ingenuos.

Por estas y otras razones, urge retomar las banderas de la lucha contra el burocratismo y la ineficiencia pero de forma responsable, para no terminar haciendo leña del árbol caído sirviendo al fogón de los reaccionarios oportunistas. Es el gobierno, la revolución y no la reacción, el más interesado en escuchar y debatir las críticas propositivas y las ideas que a bien traigan las bases revolucionarias y los intelectuales orgánicos.     

Es cierto. Desde su inicio, la Revolución Bolivariana dirigida por nuestro eterno Comandante Hugo Chávez Frías, ha sido la primera en denunciar, y enfrentar también, al monstruo de las mil y un cabezas que se esconde dentro del degenerado Estado burgués. Varias Misiones sociales fueron creadas por el líder eterno para evadir los problemas estructurales del Estado, al elefante blanco, y poder alcanzar así los objetivos sociales planteados.

Sin embargo, la revolución no ha podido hasta ahora demoler las viejas estructuras del Estado burgués para construir en su lugar un genuino Estado revolucionario eficiente y socialista. Es tarea pendiente que costará muchos esfuerzos intelectuales y pruebas.  

Es conocido que el gobierno revolucionario se enfrenta a mil amenazas externas y a las urgentes necesidades de nuestro pueblo. Tiempo ha faltado para poder girar el fusil para combatir con efectividad las amenazas internas que, en definitiva, son también muy peligrosas. En 15 años de gobierno, la Revolución Bolivariana no ha tenido descanso en la batalla, por el contrario, se visto obligado a enfrentar golpes de Estados, paro petrolero, intentos de magnicidio, desestabilización y sabotajes. Hoy enfrenta el golpe guarimbero-terrorista continuado, unido a la guerra económica que dirige la parasita burguesía venezolana contra el país y las amenazas de intervención imperialista que pretende justificarse en la Responsabilidad de Proteger.

No pretendo justificar al gobierno por su falta en la lucha contra los males del burocratismo y la ineficiencia que afectan al Estado y la revolución. Pero si aspiro a facilitar la comprensión de que la lucha contra estas taras no ha sido tarea fácil por esas y por otras razones que no caben en este artículo profundizar en ellas.

Sabemos, el burocratismo y la ineficiencia contribuyen a desmoralizar al pueblo en general, y permite justificar el discurso contrarrevolucionario y oportunista de la derecha venezolana que busca manipular al pueblo repitiendo su trillada retórica contra el socialismo: que “el socialismo es un fracaso”; que las empresas propiedad del Estado son por naturaliza “ineficiente”, y por ende, deben ser privatizadas, etc.

Ineficiencia en las azucareras.

Nuestra propia experiencia, por la feroz campaña de manipulación mediática que hemos tenido que enfrentar, nos hace cuidadosos y muchas veces desconfiados de los reportajes que realizan algunos periodistas. Sin embargo, sabemos que el problema con las azucareras estatales existe, y el sonar del rio nos avisa que piedras trae.

Un corto reportaje aparecido en un conocido diario de circulación nacional, Ultimas Noticias, realizado por la periodista Ileana García Mora, y publicado el 21 de abril de 2014, hace mención de la extraña situación que enfrentan las centrales azucareras desde que fueron adquiridas por el Estado. El mismo dice que el “2013 fue otro año de trabas operativas y conflictos laborales para los centrales azucareros estatales. El reportaje hace mención de la Central Santa Clara (Yaracuy), que puede operar con 600 trabajadores en zafra, pero que hoy tiene más de 1.200 trabajadores, y de la Central Venezuela (Zulia), que puede operar con 600, pero tiene 900, comentaron. Pero más allá de su excesos en la plantilla laboral menciona otro problema que es mucho más grave. Señala que el Central Pío Tamayo (Lara) trabaja al 25% de su capacidad por fallas en las maquinarias. Este puede moler 2.400 toneladas de caña al día pero no llega a mil por las paradas, según Reinaldo Bastidas, directivo del sindicato. Lo mismo sucede con el Central Ezequiel Zamora que puede procesar 7.000 toneladas al día, pero “con esfuerzo” muele 2.000 toneladas al día, según José Miguel Zerpa, dirigente del sindicato. También relatan  que lo mismo sucede con la Central Santa Elena que molía 900.000 toneladas de caña. Pero la producción ahora solo llega a casi 600.000 toneladas. Y que historias similares se repiten en el Cumanacoa, Cariaco, Táchira y Motatán [1].

Al parecer estos problemas se vienen arrastrando con tiempo.

El anterior presidente de CVA Azúcar, Camilo di Cola, había informado en 2012 que la producción de azúcar para ese año se acercaba al 50%. Y agregó que con los recursos que destinó recientemente el Ejecutivo para los centrales públicos esperan aumentar la productividad. [2]

El 11/10/2013 el Gobierno había emitido dos decretos en el que ordena la intervención y liquidación de la CVA Azúcar, y a la vez creaba la Corporación Venezolana de la Caña de Azúcar y sus Derivados (CVC Azúcar), empresa que tiene como objetivos "sembrar, desarrollar y el procesar la producción primaria" de la  azúcar y sus derivados y comercializará productos. También atenderá  los principios del Mercosur y los convenios internacionales firmados por la República [3]. La liquidación de la CVA Azúcar ha traído protestas por parte de algunos sindicatos. 

Es de notar que el país sólo produce poco más de un tercio (37%) del consumo de azúcar en el país, pues en los centrales venezolanos se procesan 450 mil toneladas de azúcar, mientras que la necesidad nacional es de 1 millón 200 mil toneladas. La diferencia es importada a través de CASA. Los planes oficiales, la meta es reducir a cero las importaciones para el 2021. 

El problema no radica en la propiedad estatal de las mismas.

La escasez evidente del producto y el reportaje de UN contribuyen a justificar el discurso de la derecha que señala al gobierno como responsable por la escasez que se presenta en el país de algunos rubros de primera necesidad. La derecha en bloque señala que los problemas con las azucareras comenzaron cuando estas empresas pasaron a manos del Estado.

¿Pero es acaso modelo socialista responsable de la escasez, tal como pretende argumentar la derecha?  La verdad se encuentra en otra parte. 

Apartando los problemas de tipo sindicales-laborales que presentan las azucareras por la liquidación de la CVA, también el contrabando extracción de éste producto hacia Colombia y otros países y la poca oferta efectiva (a duras penas cubre el 37% del mercado nacional en el supuesto de estar al 100% de su capacidad productiva), etc. a lo primero que debemos responder de los cuestionamientos que hacen los oportunistas de la derecha sobre las fallas que se presentan en algunas empresas azucareras del Estado, y particularmente en las empresas azucareras estatales, es que no estas no se deben propiamente al modelo económico como tal, sino de las fallas gerenciales de tipo técnicas y administrativas, como las faltas de los controles de mantenimiento y al burocratismo propio del Estado burgués que todo lo traba. También, la falta de compromiso revolucionario y a la ineficiencia de algunos funcionarios y gerentes de aquellas empresas.

Es obvio entenderlo así, puesto que la diferencia fundamental entre la propiedad privada (capitalismo) y la propiedad social o estatal (socialismo) radica sólo en quién se apropia de la plusvalía generada por estas empresas, mientras que la técnica gerencial aplicada para la administración y operación de la misma reviste un carácter universal y no puede ser adjudicada a un modelo económico especifico.

Es absurdo pensar que existe un sistema administrativo-gerencial  socialista y otro sistema de tipo capitalista. Algo así como pensar que existe una maquinaria con componentes electrónicos socialista y otra capitalista.             

Si la plusvalía es apropiada por el propietario (el capitalista) de la empresa, tampoco es garantía de que la empresa funcione con mayor eficiencia. Sin lugar a dudas, el capitalista en su afán de búsqueda por incrementar sus ganancias (plusvalía) procuraría incrementar la productividad de la misma empresa, haciéndola alcanzar el máximo de sus capacidades y explotando a la clase obrera. Pero para que el capitalista tenga éxito en su deseo de lucro, irremediablemente tendría que valerse  de los mejores conocimientos y adelantos en las técnicas administrativas y de controles, así como también de una capacitada gerencia, no menos comprometida con sus intereses (su bolsillo).

¿Es acaso imposible que las empresas del Estado puedan disponer de los mismos sistemas administrativos, de control y seguimiento utilizados por las empresas privadas, así como de cuadros gerenciales comprometidos con el pueblo en lugar de los bolsillos del patrón, o de sus propios bolsillos?    

¿Qué esperamos para enfrentar con inteligencia y determinación estos problemas? ¿Por qué se sigue centralizando la operatividad de algunas empresas estatales en el ministerio, donde muchas veces se depende de la firma del propio ministro para la adquisición y reemplazo de una maquinaria o pieza dañada?  ¿Dónde están planes de contingencias y sistemas controles propios de la empresa y del ministerio rector? ¿Es acaso revolucionario permitir que las empresas dispongan de más personal del necesario para su operatividad? Urge crear una comisión de la verdad que investigue de fondo las denuncias que hacen algunos voceros sindicales por el mal manejo gerencial de aquellas empresas.  

No estaría de más, y de hecho creo que debería ser materia de estudio para nuestros altos dirigentes ministeriales, cuadros generales y obreros, realizar un repaso por la experiencia empresarial soviética de manera que sirva ésta de aprendizaje para no repetir en Venezuela los mismos errores que llevaron al colapso de la URSS.   

El eterno Comandante Chávez siempre concibió al burocratismo y la ineficiencia, propia del Estado burgués heredado, son el talón de Aquiles de la Revolución Bolivariana. A sabiendas de esto, volcó todas sus fuerzas intelectuales y políticas de sus últimos meses de vida para la construcción de las organizaciones obreras (el consejo de trabajadores), las Comunas y el poder popular. También aportó muchas ideas para combatir aquellas taras del pasado, y con su propio ejemplo de trabajo incansable demostró que era posible cambiar la realidad y combatir las fallas de tajo. Uno de sus lemas fue ¡Eficiencia o nada!   

Pido disculpa a mis lectores por ser reiterativo en este tema. Así como lo he escrito en otras ocasiones, siento el deber, como también lo han expresado algunos otros compañeros, de ser reiterativo en las críticas constructivas sobre la idea medular de este escrito. Para mi pensar -y estoy seguro que mis reflexiones son acompañadas por muchos- la mayor amenaza que enfrenta nuestra revolución se encuentra dentro de ella misma. Además de los puntos ya mencionado más arriba, son también los infiltrados (enchufados) parásitos de derecha que se han hecho con los cargos más importantes de la administración pública y de las empresas estatales para sus usufructos personales, sabotear a la Revolución Bolivariana y destruir el legado del Comandante Chávez.      

Fuentes:

[1] Denuncian fallas como arroz en las azucareras

http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/economia/denuncian-fallas-como-arroz-en-azucareras-del-esta.aspx

[2] Centrales azucareras al 50%

http://www.eluniversal.com/economia/120424/centrales-azucareros-del-pais-producen-al-50-de-su-capacidad

[3] Se elimina la CVA Azucar: 

http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/gobierno-liquida-a-cva-azucar-y-crea-nueva-empresa.aspx#ixzz30WrVyg1m

 



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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

 basemtch@gmail.com      @BasemTajeldine

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