Bajo el segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-1999) se firmó bajo exigencia del capital imperial y sus representantes en PDVSA, la Apertura Petrolera como poder oculto dentro de la empresa petrolera. Desde entonces abonaron el terreno para orientar su brújula hacía el camino de sus intereses.
La Apertura creó diversos escenarios políticos, todos respaldados mediante una serie de documentos confidenciales por parte de expertos al servicio de la industria petrolera, comprendió todo el análisis a partir de la coyuntura política de entonces, tanto nacional como el entorno petrolero mundial, pues los antecedentes del proceso económico, social y político que atravesó Venezuela a finales de los siglos XX y principios del XXI decidirían con la asfixia de los sectores más comprometidos con la vieja PDVSA.
El poder institucional de aquella vieja PDVSA enquistada y comprometida en el golpe y paro petrolero (2002-2003) abarcaron la esfera política nacional al punto de infiltrar su escenario político con engreimientos internacionales emanados desde la Agencia Internacional de Energía (AIE) estadounidense, soberbias soterradas como las demostradas en cada intento por favorecer regímenes políticos de fuerza. En esto se propusieron:
Posicionar el desnacionalización perfil de la política petrolera venezolana a través de la vieja PDVSA en el entonces marco iniciado con la Apertura Petrolera, pero sobreponiendo y analizando su nuevo papel a los intereses internacionales.
Determinar el escenario político y económico más conveniente a los intereses de los petroleros.
Analizar el origen y el desarrollo histórico del país, tomando como base documentos y personajes políticos formados dentro de la PDVSA de aquel entonces en una denominada oficina de Análisis Estratégico.
Examinar la Apertura Petrolera como principal política que permitiera consolidar su homogeneidad económica en Venezuela y cómo aplazar todas las amenazas nacionalistas.
Estos aplazamientos históricos y políticos permitieron estudiar y determinar la evolución de la política petrolera de entonces, quienes quisieron con sus conspicuos detractores la llamada Gente del Petrolero, dirigir y confeccionar junto a Fedecamaras y la Central de Trabajadores de Venezuela dirigir el golpe de Estado y paro petrolero del 2002-2003.
De haber triunfado los petroleros habrían actuado con sus nuevos actores en diversas áreas las cuales hubiesen permitido rescatar la "estabilidad económico—política" de la siguiente manera:
La idea de un nuevo gobierno sería garantizar un crecimiento económico que favoreciera la industria petrolera y a Fedecamaras. Privatizando la primera y dándole todos los dólares de las ganancias del petróleo a los segundos.
Se respetaría un nuevo llamado a elecciones pero sin participación a las nuevas corrientes adversas bolivarianas.
Bajo este nuevo régimen estarían suprimidas las ideas políticas, diputados, partidos políticos, manifestaciones populares, estudiantiles y las revueltas sociales, que serían fuertemente reprimidas y controladas hasta quedar eliminadas.
En base a estos señalamientos, podemos indicar que la PDVSA de la Gente del Petróleo en sus ansias de crecimiento y privatizaciones pretendían seguir expandiendo un gran poder dentro del Estado, reflejando su fuerza al incidir en la reducción de su política de impuestos por parte de ellos hacía el Estado, lo cual desde el gobierno de Caldera habían logrado disminuir considerablemente, hasta un gobierno que amparara sus deseos de gobernar mediante métodos de fuerza, tratando que nada ni nadie interrumpiera sus aspiraciones.
Por tanto, el perfil de la política petrolera venezolana a través de PDVSA dentro del entonces marco de la Apertura Petrolera se desarrolló en torno a sus escenarios políticos y económicos los cuales no tenían cabida alguna frente a las leyes habilitantes y el golpe de timón anunciado por el entonces presidente Hugo Chávez, quien derrumbaría una hegemonía que incluía un precio barato del barril como en efecto sucedió.
Los objetivos conseguidos en el segundo mandato de Rafael Caldera propusieron desarrollar un escenario idóneo a los intereses de la figura de Luis Giusti, quien entre otras cosas igual aspiraba la Presidencia de la República.
En todo caso la Apertura Petrolera representó la principal instancia que permitió a PDVSA lograr una hegemonía antinacional, trayendo consecuencias políticas—económico—sociales a la orden del máximo holding petrolero nacional y esto se reafirmó con la crisis del golpe y paro petrolero del 2002-2003.