En Venezuela el 97% de los dólares que integran el presupuesto nacional provienen directamente de la renta petrolera. Todo eso nos hace parte del gran mercado mundial de los hidrocarburos. Muchos países deben estar conscientes de las amenazas por el control de sus reservas lo cual luce atractivo frente a las grandes corporaciones petroleras.
Subirse al trasporte de la energía es clave para los inversionistas foráneos pues tras los recientes hallazgos de depósitos petroleros encontrados en Venezuela tras la guía del Proyecto Magna Reserva, conservadoramente las reservas reales del país están por descubrirse en los próximos años y cuadruplicarán las existentes.
Por eso es necesaria la incorporación de nuevas tecnologías e infraestructura más la preparación no solo en lo técnico, también son necesarios los aportes que van a permitir hacer nacer alianzas y la incorporación de una alta política que vaya a definir el musculo de la petrodiplomacia el cual ha comenzado por la región y algunas partes del mundo. Pero más importante, urgente y necesario es el personal que van a llevar adelante las futuras y nuevas negociaciones, puntos que tienen que desarrollarse muy bien ya que los mercados de la competencia internacional mantienen y se acercan a importantes redes donde están los futuros negocios en base a sus nuevas necesidades mundiales. Este mundo de 90 millones de consumo pasará a 120 millones diarios de barriles antes del año 2030.
Pero el mundo está cambiando y no es sólo para nosotros, también se mueve para importantes productores quienes igualmente pesan, miden y calculan hacia donde deben ir y quedar aseguradas sus inversiones.
En esto entra un juego muy importante: lo tecnopolítico. Justo donde muchas trasnacionales petroleras ya están invirtiendo en el cálculo y las garantías de los nuevos mercados en Venezuela.
Anteriormente las ganancias eran de las operadoras políticas quienes utilizaban estos métodos para inmiscuirse en la estabilidad de cada país, así influían por cualquier medio inclinando cientos de intereses a su favor, pero hoy las nuevas realidades han cambiado y muchas trasnacionales petroleras antes de ver al país como un riesgo están invirtiendo.
Para 1989 cuando caía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas su mandatario Boris Yeltsin aprovechó millonarios contratos dados tras dos gigantescos acuerdos petroleros denominados Sakhalin-1 el cual fue adjudicado a la Exxon y Sakhalin-2 otorgado a las petroleras Royal Dutch Shell, respaldadas por Mitsui y Mitsubishi.
También era el fin de la Guerra Fría y en la firma solo del proyecto Sakhalin-2 obtuvieron un préstamo de una muy alta suma que jamás habían recibido, invirtieron 20.000 millones de dólares. Fue la mayor inversión extranjera de una vez en Rusia. Sakhalin-2 produciría 180.000 barriles día, más 9,6 toneladas de gas para Japón, Corea del Sur y EE.UU.
Pero las firmas de los contratos para la producción a largo plazo con las multinacionales BP, Royal Dutch Shell y Exxon Mobil fueron invalidadas posteriormente con Vladimir Putin, todos los acuerdos que fueron firmados durante la era Boris Yeltsin. Putin al inicio del 2006 inició una lucha sin restricciones obligando a los propietarios extranjeros de la Sakhalin-2 a venderles parte mayoritaria de su empresa.
Para 1991 cuando la fragmentación de la era soviética con la liquidación generalizada de los recursos estatales tuvo como resultado que la producción rusa cayera en 1989 en 11.1 millones de barriles diarios de petróleo se estancó en 1996 en 6,1 mbd.
La consigna de Vladimir Putin fue enfrentarse a los poderosos intereses privados, puso fin a las mafias de oligarcas multimillonarios. Fue tras quienes obtuvieron el control de los recursos energéticos tras la caída de la URSS. Centralizó desde el kremlin para centralizar la seguridad energética. Para 1990 Putin hizo un doctorado en el Instituto de Minería de San Petersburgo su ciudad natal. Era un centro educativo histórico vinculado a las elites gobernantes rusas.
A partir de allí creyó en el papel esencial del Estado como administrador de sus propios recursos naturales, entre esos los mineros que más ganancias darían en los mercados internacionales. Esa consigna energética hizo renacer la producción hasta colocarla actualmente en once millones de barriles al día, llevando a Rusia al actual poder alcanzado.
El caso de Ucrania tiene sus antecedentes. Recibían subsidio. Mil metros cubicos de gas lo pagaban a 50 dólares, mientras que Europa cancela la misma cantidad en 200 dólares.
Rusia les advirtió que cualquier aspiración independentistas tendrán que satisfacerse ellos mismos los nuevos precios del mercado. Sólo gas con descuentos para quienes orbiten alrededor de Moscú.
Para el 1° de enero del 2006 Ucrania se negaba a pagar los nuevos precios y Gazprom interrumpió el suministro de gas en medio de un gélido invierno. Los salvó que el principal gasoducto que va hacia Europa occidental pasa por su territorio. Pero ahora las cosas han cambiado considerablemente.
Junio 14 del 2014