La guerra petrolera no es ciencia ficción. La OPEP maneja el 86% de todo el crudo convencional y no convencional existente en el planeta. Desde 1990, después del supuesto Fin de la Guerra Fría, la OPEP lucha contra todos los nuevos arrebatos originados por los países industrializados, todos alrededor de los intereses del petróleo. Bajo esta fórmula los primeros en caer dentro de este grupo energético fueron Irak (1990), mas recientemente Libia (2013), sin dejar de lado las sanciones de famosas listas de terroristas contra Argelia, Nigeria —5to proveedor de crudo hacia EE.UU.— y recientemente emprenderla contra Venezuela y Ecuador, pues la firme idea es debilitar las políticas petroleras de ambos Estados.
Por otra parte, contra el liderazgo de la petrodiplomacia venezolana el mundo industrializado trabaja día a día para destruir a la OPEP, esto ha quedado en manos de EE.UU. y la OTAN quienes no descansarán en esa meta, mientras Venezuela con los pocos países aliados en el seno de la OPEP y fuera de ella desplome los precios bajos del crudo.
Debemos tomar en cuenta un ejemplo real y emprenderlo nuevamente. Cuando Hugo Chávez llega al poder el 2 de febrero de 1999, el crudo no llegaba a 9 dólares por barril, para mayo con las incipientes gestiones y movimientos estratégicos de la diplomacia petrolera se recuperó en 13 dólares con 53 centavos y en diciembre había subido a 21 dólares y tanto por barril.
Inmediatamente y sin perder tiempo Venezuela convocó la II cumbre de la OPEP en abril del 2000, veníamos de la última y primera cumbre celebrada en Argelia en 1975 y la cual desde entonces no se repetía. Pero en el 2000 se escuchó la propuesta nacional retumbando en el complicado mapa petrolero internacional, para lograr ingresos de hasta 155 dólares por barril. De manera paralela, producto del desbalance de caja en EE.UU. en los años siguientes, ellos buscaron acelerar todos los conflictos bélicos contra los países del Golfo Pérsico. Fue cuando Hugo Chávez con su discurso pacifista empezó a ser un problema para las grandes potencias.
Seguir su legado implica opinar sobre la política petrolera nacional e internacional pero en el seno de la OPEP. Si alguien abrió la historia geopolítica petrolera en ambos sentidos desde los últimos 100 años fue el presidente bolivariano. Ahora las decisiones en materia económica se discuten y se aprueban en el marco de una nación con plena soberanía petrolera.
Pero no debemos olvidar el Golfo Pérsico pues este decide. De las 6 petromonarquías: Arabia Saudita, Kuwait, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Omán, las cuatro primeras pertenecen a la OPEP, y son dueños del 67% de todas las riquezas del mundo árabe conformado por 22 naciones con 400 millones de habitantes, y un inmenso caudal de dinero les ha permitido contratar junto al apoyo de la OTAN y EE.UU. a cientos de mercenarios y terroristas provenientes de la franquicia Al-Qaeda, actuando en buena parte de Siria, controlando buena parte de Irak y completamente a Libia, extrayendo petróleo sin ningún control y vendiéndolo, mejor dicho regalándolo hacia hambrientos mercados internacionales en apenas 25 dólares por barril.
Para entender el comportamiento del mercado y su baja en los precios del barril, debemos re visar la unilateralidad de Arabia Saudita, su gobierno redujo en algunos puntos el precio de su crudo a pesar de ser parte de la OPEP, esto afecta los precios a nivel mundial, y coloca a los países integrantes de las petromonarquías de arrodillas frente al mundo industrializado y al resto del mundo productor de hincados frente a ellos.
Entonces ¿Qué hacer internamente? Aunque parezca paradójico el escenario internacional tiene que ver con lo nacional y nosotros debemos tener una mejor conciencia frente al valor de nuestro máximo recurso como es el petróleo. No es malo en este momento decir que debemos ahorrar combustible. El actual modelo de consumo malgasta millones de litros de gasolina, con esto no estoy diciendo que dejemos de utilizar vehículos, la respuesta radica en los pocos kilómetros utilizados por litro, a lo mucho 13 km, esa realidad debemos cambiarla.
La gasolina debe ser un código para cada uno de los venezolanos, pues, es un valor de la venezolanidad. El aumento ya está aceptado entre todos, ir a una estación y dejarle al islero el cambio de tu vuelto, más del doble de lo que inviertes, ya es una aceptación.
Pero frente a los grandes problemas mundiales el Gas es la solución. Los venezolanos poseemos la octava reserva mundial, y en gas somos los que menos hemos creado, es decir, casi nada. Nuestra industria del gas es muy débil, casi inexistente, gigantes en reservas pero poca aplicabilidad para las necesidades de la región. Veamos el caso ruso con Gazpron, envían más del 76% del gas consumido en Europa y han creado enormes empresas constructoras de tuberías para gasoductos llevadas a todo el viejo continente.
Tenemos gas en exceso pero no se explota adecuadamente, no deberíamos tener una población en constante peregrinación por una bombona de gas. Aquí es donde uno se pregunta ¿qué habrá pasado con la revolución gasífera?, esa es una tarea pendiente. Aprendamos de la conspiración mundial en contra del petróleo, debemos ser solidos a lo interno, no para aullar con ellos, sino para ordenar nuestras políticas energéticas y reimpulsar la OPEP.