Petróleo, guerra, elecciones y perspectivas para 2016

Es necesario tener claro que el triunfo obtenido por la oposición agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en estas elecciones parlamentarias del domingo pasado, cuando el CNE culminó la totalización y le adjudicó 112 diputados frente a los 55 logrados por el chavismo organizado en el Gran Polo Patriótico (GPP), tiene múltiples implicaciones para la vida cotidiana de aproximadamente 30 millones de habitantes que conformamos este país. La situación puede proyectarse hacia el futuro como una mezcla de bailes de joropo con golpes tocuyanos, ante lo cual es indispensable adquirir varios pares de alpargatas y/o cotizas para enfrentar y aguantar las exigentes circunstancias que progresivamente marcarán el ritmo de la lucha política nacional. El enfrentamiento entre los dos proyectos políticos, económicos y sociales que representan el Gran Polo Patriótico y la Mesa de la Unidad Democrática entra en un escenario de confrontación intensa, institucional y un aumento progresivo de las tensiones.

El título de este artículo deriva de la característica de Venezuela como un país cuyos ingresos en divisas por la venta de petróleo representan alrededor del 97 % de su total. Es decir que el resto de las actividades económicas que se desarrollan en la nación, tanto desde el sector privado como desde lo público dependen fundamentalmente de lo que se denomina la Renta Petrolera. Los 101 años de explotación nacional de este importante y estratégico recurso energético han permitido construir la mayor parte de la infraestructura física, los bienes, servicios y la vida o cultura predominante de quienes desde esos años habitamos esta nación. Durante más de 80 años este recurso y particularmente sus mayores beneficios estuvieron bajo el control de las grandes empresas petroleras de los Estados Unidos y Europa. A partir del 2005, después de superar el criminal paro petrolero y asumir definitivamente el Poder Ejecutivo el control de Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA), es cuando el Estado comienza a utilizar una parte mayoritaria de los ingresos petroleros para saldar la inmensa deuda social con millones de venezolanos y venezolanas ubicados fundamentalmente en los segmentos B, C, D y E de la pirámide socio-económica, los cuales representan alrededor del 90 % de la población.

Durante este año 2015 la caída internacional de los precios del petróleo ha significado para Venezuela una disminución da más del 50 % de los ingresos internacionales o divisas. Durante 2014 el promedio del precio del barril de petróleo venezolano estuvo alrededor de los 89 $ y en este año 2015 ha descendido hasta un promedio de 42 $, manteniéndose en estos días de diciembre en torno a los 31 $ por barril. Sobre esta dramática caída de los ingresos de divisas internacionales se organizó fundamentalmente la operación de saboteo y desestabilización económica que el gobierno denominó la guerra económica. Además este año el gobierno nacional canceló miles de millones de dólares a los acreedores internacionales como parte del pago de la deuda externa adquirida y la heredada de los gobiernos anteriores. Igualmente se garantizaron los recursos para cubrir el gasto público y la inmensa inversión social que durante estos 17 años han permitido mejorar sustancialmente las condiciones de vida de millones de venezolanos y venezolanas.

A través de este intenso y extenso proceso de re-distribución de los beneficios económicos obtenidos por la venta de petróleo, ha sido posible beneficiar a millones de compatriotas ubicados en los sectores sociales de clase media (B) y fundamentalmente a los más golpeados y excluidos de la sociedad ubicados en las áreas humildes y de mayor pobreza (C, D y E), donde también se encuentran la mayoría de los miembros de las etnias originarias que habitan en varios estados del país. Políticas de empleo y leyes de protección a los trabajadores, aumento permanente del número de pensionados e incremento de los montos paralelo a los incrementos del salario mínimo, instrumentación de créditos de banca pública y privada con bajos intereses y lapsos iniciales sin pagar, construcción masiva de viviendas a muy bajos precios y miles de estas totalmente gratis para las familias con mayores limitaciones económicas y en pobreza extrema, educación gratuita desde maternal hasta superior, escuelas bolivarianas con alimentación incluida, distribución gratuita de medicamentos para enfermedades crónicas, distribución subsidiada y gratuita de alimentos, acciones permanentes de protección salarial, establecimiento obligatoria del bono de alimentación, pago de prestaciones sociales y pasivos laborales. Dotación masiva de computadoras y tabletas para estudiantes desde la primaria hasta el nivel universitario, masificación del deporte y programas de protección a los equipos dedicados a la alta competencia para los ciclos olímpicos. Muchas acciones legales y financiamiento para las actividades privadas, públicas y comunitarias del campo y la ciudad. Permanentes inversiones para las más diversas actividades artísticas y estéticas, así como la conformación de numerosas universidades para dar cabida a los cientos de miles de jóvenes egresados de la secundaria y además una política permanente de misiones educativas para garantizar el acceso desde primaria hasta educación superior a personas de mayor edad y quienes no habían podido acceder al sistema educativo formal.

Todo esto y muchas iniciativas orientadas a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de habitantes del país, se han mantenido como consecuencia de una firme posición gubernamental y de estado para utilizar el petróleo y sus beneficios económicos como instrumento de inclusión étnica y social. Nunca antes en Venezuela se había producido un proceso tan intenso y democrático de distribución de la Renta Petrolera en tan sólo 17 años. Para llevarla adelante ha sido inevitable enfrentarse a los poderes económicos e imperiales a nivel internacional, así como gobiernos poderosos, sectores empresariales nacionales, sectores académicos, gerenciales y políticos del país, quienes militan y defienden frontalmente las políticas neoliberales dirigidas desde organismos como el Fondo Monetario Internacional y cuyas características gubernamentales son las restricciones sociales-laborales, privatizaciones de los recursos estratégicos y los activos públicos nacionales, maximizar las ganancias de los empresarios, alineamiento internacional con las políticas imperiales de los EEUU y sus socios de la OTAN y finalmente la exclusión social de las grandes mayorías de la población, esas identificadas socialmente como sectores C, D y E, sin dejar de golpear severamente a los sectores B identificados como clases medias.

El plan de saboteo y desestabilización acentuado durante todo el año 2015, consistió en producir menos cantidades de bienes o artículos, ocultar otra parte de lo producido e importado, desviar cantidades hacia el contrabando externo, aún cuando la mayoría de las empresas transnacionales y nacionales recibieron las asignaciones de dólares preferenciales o subsidiados por parte del gobierno nacional en todos estos años entre 2006 y 2015. Durante este tiempo han obtenido dólares a Bs 4,30, luego 6,30 y finalmente 12,0. Esta situación denominada por el gobierno venezolano como guerra económica ocasionó un intenso desabastecimiento de alimentos, medicamentos, productos de limpieza personal y del hogar, repuestos para vehículos automotores, equipos electrodomésticos y otros productos. Una de las consecuencias inmediatas fue la conformación de grandes, incomodas y agotadoras colas para intentar adquirir algunos de los productos vendidos gradualmente. Otra consecuencia de la escasez es el establecimiento de precios especulativos en los artículos que se comercializan y por supuesto un proceso inflacionario inducido que afecta a todos los habitantes del país y con mayor intensidad a las grandes mayorías que vivimos de salarios y bonificaciones compensatorias. Paralelamente se ha desarrollado un ataque planificado y sistemático contra el valor del bolívar en su paridad cambiaria con respecto al dólar, situación que se agrava ante la reducción de la cantidad de divisas en dólares que ingresan por la caída internacional de los precios del petróleo.

La oposición política venezolana fue apoyada por una gran cantidad de medios de comunicación privados nacionales e internacionales, además de reconocidos voceros de partidos políticos de la derecha latinoamericana y europea, diversos funcionarios de los gobiernos de los EEUU, España y Colombia, por funcionarios con cargos en organismos internacionales multilaterales y en una campaña de marketing político orientado a producir un proceso progresivo de alienación y manipulación sistemática dirigida hacia toda la población venezolana. El objetivo era lograr sembrar en la percepción emocionalmente alterada por las limitaciones y recurrentes molestias para adquirir bienes y el aumento exagerado de los precios, que la responsabilidad de estos problemas correspondían exclusivamente al gobierno presidido por el Presidente Nicolás Maduro y la dirigencia del chavismo. Paralelamente lograron promover la falsa ilusión que asociaba su posible victoria electoral con la solución inmediata de estos problemas económicos altamente sensibles. Ofrecieron al electorado chavista y también a los indecisos que al ganar acabarían con las colas, pagarían los salarios en dólares, bajarían los precios de los productos y adicionalmente entregarían los títulos de propiedad de las cientos de miles de viviendas construidas y asignadas por el gobierno a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela Fue así como lograron convertir la escasez, la especulación, el bachaqueo, la devaluación derivada del ataque a la moneda en su paridad cambiaria y la inflación inducida en los principales referentes de la campaña nacional y las campañas electorales en las 24 entidades federales y en los 335 municipios que agrupaban los 87 circuitos electorales. Mucha gente desde el chavismo directivo y también desde las mayorías populares que lo conforman señalaron en diversas ocasiones como sospechoso que la oposición no realizaba una intensa y visible campaña. Los opositores y sus estrategas de marketing asumieron que su campaña consistiría en aferrarse al profundo malestar que ocasionaban todas esas alteraciones promovidas, sostenidas y multiplicadas por ellos y los empresarios que los apoyan. Esa presencia negativa expresada, vivida y padecida diariamente por millones de venezolanos y venezolanas se convirtió en su principal paquete propagandístico frente a las tradicionales cuñas, afiches, micros, festivales musicales, programas de opinión, movilizaciones, caravanas, reparto de folletos y actos masivos que organizaba el PSUV y el Gran Polo Patriótico.

Esta importante e inocultable derrota en las elecciones parlamentarias contra el chavismo no puede convertirse en un escenario propicio para repetir la historia de las organizaciones de izquierda venezolana entre las décadas de 1960 y 1980. De la derrota militar y política de la insurgencia guerrillera que intentó derrocar los gobiernos de la recién establecida democracia, presididos por Rómulo Betancourt, Raúl Leoní y Rafael Caldera, surgieron pugnas, acusaciones, frustraciones, odios y resentimientos entre antiguos camaradas que habían sobrevivido a la lucha insurreccional urbana y rural. De allí surgieron las divisiones en el Partido Comunista de Venezuela (PCV) que dieron origen al Partido de la Revolución Venezolana (PRV), el Movimiento al Socialismo (MAS), Punto Cero (.0), Tendencia Revolucionaria (TR). Por el lado de las peleas internas en seno del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) surgirían Bandera Roja (BR) y Organización de Revolucionarios (OR). Estas divisiones motivadas por la derrota y cargada de odios y resentimientos entre antiguos compañeros y camaradas, le permitieron al imperialismo norteamericano, la burguesía venezolana y los partidos mayoritarios de la derecha nacional agrupados como Acción Democrática y Copei, garantizar el dominio y control sobre el Estado, el Gobierno y la Sociedad hasta el 6 de diciembre de 1998 cuando una mayoría popular decide darle su apoyo electoral a la opción revolucionaria, insurgente, radical y constituyentista liderizada por el Teniente Coronel del Ejército (en situación de retiro) Hugo Rafael Chávez Frías.

La oposición ha señalado por diversas vías que adelantarán desde la Asamblea Nacional un conjunto de iniciativas legislativas y políticas para intentar acorralar, debilitar y desestabilizar al gobierno nacional dirigido por el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, hasta lograr su derrocamiento. Frente a estos claros objetivos de la oposición parlamentaria que inicia su gestión el próximo 5 de enero de 2016, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), las organización agrupadas en el Gran Polo Patriótico (GPP), los movimientos identificados con las conquistas y objetivos del proceso liderizado por el bolivarianismo-chavismo venezolano, deben analizar con amplio sentido crítico, táctico y estratégico los resultados electorales y las perspectivas políticas que se avecinan. Yo sugiero, desde mi condición de venezolano que se identifica con las amplias conquistas sociales, étnicas, económicas, educativas y CULTURALES en general alcanzadas en estos 17 años, que los dirigentes y activistas del PSUV y sus aliados deben desarrollar un trabajo intenso, esforzado, creativo y transversalizado por la humildad para encontrar rápidamente los caminos que le permitan re-encontrarse, re-conocerse, re-conectarse y fundirse con la inmensa mayoría humilde, trabajadora y bolivariana que habitamos en este país. Mantener el vínculo con los 5.600.000 bolivarianos que les dieron su apoyo y trabajar para recuperar la relación con los 2 millones de bolivarianos-chavistas que se inhibieron en las elecciones y acercarse a los 200 mil que votaron por la oposición agrupada en la MUD y con aquellos miles que votaron nulo de manera consciente. De esa mayoría humilde y trabajadora provienen la inmensa mayoría de dirigentes y militantes del bolivarianimo-chavismo. El Libertador Simón Bolívar, quien provenía de una de las familias más ricas de la inmensa Caracas, comprendió entre 1814 y 1816 que la única posibilidad de lograr la derrota del imperio español y conquistar la independencia para Venezuela y Suramérica era en estrecha y fundida alianza con la mayoría de pardos, llaneros pobres, negros libres y esclavos, etnias originarias y parte de los ricos hacendados ganados como él para la emancipación.

germilio.yeco@gmail.com

Historiador – Profesor de la UCV

11-12-2015.



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Germán Yépez Colmenares

Historiador - Profesor de la UCV

 germilio.yeco@gmail.com

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