Auditórium

Lo importante de la crítica

“Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos”

Jacinto Benavente…

Lo escaso de la discusión en los medios revolucionarios, se suma al hecho que lo poco que se nota, es frecuentemente cargado de insultos, y de un ánimo más bien destructivo que constructivo. Esta modalidad, se ha convertido en una especie de cronicismo, no se si esto tenga remedio, y pueda superarse con voluntad y altura en la discusión.

Espero que la opinión aquí vertida sirva para ir apartando de lado los vicios del proceso, y podamos construir un edificio de bases sólidas y con otros aires frescos, desde donde se pueda trabajar por la revolución bolivariana en el mañana.

Se que hay muchas diferencias entre revolucionarios, entre las corrientes de izquierda, que algunos no entienden que el socialismo es una corriente “libre de dogmas”, “no cerrada sobre sí misma” y “abierta al desarrollo mediante la libre crítica”. Esto se ha repetido hasta el cansancio. Sin embargo, el menor contacto con la realidad encontramos siempre una realidad bien diferente a las complacientes declaraciones. Frecuentemente encontramos la falta de reflexión sistemática mezclada con el más recalcitrante de los dogmatismos, donde el análisis sereno de la realidad es sustituido por una serie de eventualidades apriorísticas e incontrastables con la realidad revolucionaria. Lejos de encontrarnos con un ambiente favorable al desarrollo de la crítica, nos encontramos unos elementos paranoicos que tienden a percibir la crítica como un ataque, o lo que es demasiado tímido para mucho ‘dogmatico’, que es el como discutir en términos eficaces las diferencias reales en su seno. Y encontramos a una organización que, lejos de aceptar las diferencias, discutiéndolas con altura, está siempre presto a execrar. Tal cosa no es defecto de tal o cual artículo o comentarios, o de tal o cual persona en el partido aunque haya quienes llevan esta tendencia a niveles de sectarismos patológicos, siendo esto un defecto perversamente engranado en el movimiento revolucionario.

En verdad, la revolución bolivariana tiene aún muchas fallas. Adolecemos como partido de muchas cosas, somos aún un movimiento en crecimiento, pese a nuestra corta historia. Pero una de las carencias más trágicas, es la ausencia de una real apertura hacia el debate. Pues donde no hay discusión, hay dogmatismo, y donde hay dogmatismo hay ignorancia. Donde la discusión no fluye libremente, lo que impera es la falta de una dinámica en las ideas, y un desfase con la realidad que vive el país. En ambiente semejante no puede propiciarse el desarrollo de una organización sana, con ambiciones de transformar el estado actual de cosas.

No tenemos mecanismos de discusión. Nos acostumbramos a “denunciarnos” en vez de discutir. Hay muchos que desperdician su tiempo “vigilando” los pasos de otros militantes, y denunciando lo que para ellos consideren una desviación, en lugar de aportar a la construcción concreta de la organización. Esta revolución se parece más una maquina de trituración con un conjunto de dogmas elementales, de rudimentarios procedimientos políticos mal digeridos, de consignas vagas y genéricas que sustituyen la reflexión política seria. El simplismo quita espacio al pensamiento articulado. Tenemos demasiados revolucionarios auto-proclamados defensores de la fe socialista, y muy pocos militantes dispuestos a desafiar el presente para explorar nuevos caminos para el socialismo, ante una realidad que no deja de girar.

Hay que aceptar las diferencias de opinión, procediendo al intercambio, respetuoso, enérgico, pero siempre con un espíritu constructivo, sin descalificarnos. No sabemos debatir y frecuentemente nuestras discusiones se han entrampado en cuestiones de chismes y retaliaciones, las divergencias tácticas son elevadas a la categoría de discusiones banales principios eternos del dogmatismo. En la revolución bolivariana, lamentablemente, se tiende a adornar, cualquier argumentación, con adjetivos calificativos que no aportan nada para la construcción del socialismo.

¿Para qué militar en un partido que esta demasiado ocupado en tareas inquisitoriales como para ocuparse de la problemática cotidiana social de los excluidos, de los pobres etc.?

El ataque a quienes piensan de manera diferente, y el sectarismo, han llegado al paroxismo. Cualquiera puede dar rienda suelta a sus ánimos destructivos, y a su espíritu miserable para despreciar los esfuerzos aportados, muchas veces con enormes sacrificios para levantar en los hechos una alternativa socialista. Esto es una realidad extremadamente triste y dolorosa para el que quiera ser honesto en esta lucha. ¿Qué se entiende por conciencia de partido? Se entiende como algo más que la efervescencia pasional de una idea, que la diminuta exaltación de ideales. Hay que entender el contenido específico de un programa partidista. Estamos desprovistos de conciencia política en el sentido que no tenemos conciencia de los problemas actuales. Somos utópicos. Nuestros sistemas de medios públicos que siguen reeditando refritos ideológicos sin añadirles nunca una nota crítica, demostrándose con este accionar, que nuestra cultura y nuestra propaganda están en manos de gente que intenta mantener el mismo tinglado en vez de empujar al movimiento a avanzar pensado mas a esforzarse en la crítica.

Tiene que llegar la hora de acabar con los brujos de las formulitas complicadas, que no ven más allá de sus cuartos llenos de humo; con los charlatanes que idiotizan al público con frases altisonantes.

El socialismo bolivariano tiene que superar el pedante socialismo científico, el comunismo doctrinario cerrado en sus casillas apriorísticas.

Esto no es un trabajo de fácil demolición, de un nihilismo hipercrítico, sino de un socialismo que enriquezca el patrimonio original y le añada fuerzas nuevas.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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