“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”
Martin L. King….
La nomenklatura ultra izquierda trata de imponerse, desacreditando y apartando a los que no coinciden con sus ideas trasnochadas que defienden. Es el odioso y perverso sectarismo: la cagada de siempre. El creerse siempre el tener la razón y execrando a los que no comparten sus criterios, o tengan diferencias con sus tácticas políticas ya obsoletas, en este mundo de las comunicaciones globalizadas.
No personalizo ni entro en polémicas personales que terminan en la esterilidad irreconciliable, aunque se tengan más encuentros que desencuentros, que tanto daño le hacen a la revolución bolivariana. La batalla es de ideas, no de personas. Sin descalificar a las personas. Los trasnochados que buscan personalizar la crítica, no sostienen posiciones constructivas para solucionar los problemas, sino complicarlos más de lo que está.
Todavía no se ha podido consolidar la revolución bolivariana, como la sueñan muchos revolucionarios desde 1999, nadie tiene el derecho a ser el dueño absoluto de la verdad que está por demostrarse en la práctica, ni aspirar a enfocar una política concreta, muy lejana de la ideología socialista.
Compartir principios ideológicos básicos y pensar en políticas, es una cosa y las acciones y las tácticas son otra cosa. Pretender imponer posiciones, ignorando otras, de orígenes revolucionarios, eso es un sectarismo aberrante.
La posibilidad de concretar la sociedad a que aspiran todos los socialistas, se torna muy lejana sino se ayuda con la crítica sana y comprometida de todos.
Las experiencias revolucionarias hasta el presente han demostrado que: las divisiones, el sectarismo, el irrespeto a los revolucionarios que discrepan, la falta de diálogo, las injurias han sido siempre los factores que han contribuido con el fracaso de los procesos revolucionarios y socialistas, donde se ha presentado.
La falsa unanimidad que trata de esconder la diversidad de pensamientos revolucionarios, sacralizando un ideal único. Muchos tratamos de luchar en un ambiente abierto y democrático, donde se respete todas las diferentes formas de pensar, donde emerja una línea política, sin imposiciones. Coincidiendo con cada una de los puntos de vista de todos los revolucionarios.
Siempre han existido los ultrosos y los sectarios de uña en el rabo que aspiran ellos “imponer” a trote y moche un ‘marxismo revolucionario’, rechazado por principio en el modo y la manera de hacer y proyectar las cosas, desestimando, agrediendo otras posiciones que disienten, pero que parten de militantes, qué han demostrado honestidad, y han arriesgado el pellejo por defender los intereses del pueblo venezolano.
Aspiro a que seamos capaces de establecer un debate entre los que desean una sociedad socialista, democrática, sin exclusión. Con los que creen en la exclusión aplicando el sectarismo, lograrán posiciones de avanzada para el socialismo bolivariano.
La pretendida radicalización de la revolución bolivariana por los que detentan el poder, junto a la absurda “demolición”, ha llevado a que muchas personas se aparten, por sus familiares y amigos cercanos, por este planteamiento tan sectario y deshumanizador.
Nadie se atreve a decirle al Presidente Hugo Chávez, que la excesiva centralización económica junto a las decisiones políticas de un partido único, donde la democracia le cede mucho terreno al centralismo, son un caldo de cultivo, para desviaciones, corrupciones, nepotismos, amiguismos, clientelismo, arribismo y otras bagatelas revolucionarias de ‘modè’.
Hoy en Venezuela existe una amplia corriente socialista que aspira a que superemos el entrabamiento económico actual, superando al actual estalinismo burocrático autoritario.
Pero esta corriente, no logrará sus anhelos. Lo revolucionario hoy en Venezuela, parece ser la reflexión de toda esa gente, aceptando a militantes que estén a favor de un programa de orientación socialista, y que estén verdaderamente dispuestos a cambiar todo lo que debe ser cambiado. Si la dirección actual de la revolución bolivariana, no logra una voluntad política expresa hacia la socialización, las opciones estarían a favor de la restauración capitalista.
Hay que estar bien claro que existe una tendencia corrupta en la burocracia bolivariana, interesada en secuestrar la revolución, y luego buscar salvarse en alianza con capitales internacionales. No toda la burocracia anda en esas intenciones. Los que no tienen mucha experiencia, y estudios de los procesos revolucionarios, pueden no entender esta apreciación. Los que la hemos seguido, sabemos que es así.
No es el Estado en sí mismo, el que frena la transición al socialismo en Venezuela, sino la mentalidad burocrática y parapléjica de muchos compañeros. Esa mentalidad es la que hay que “demoler”, teniendo un amplio concepto de lo que debe ser una sociedad socialista, las relaciones de producción, la libertad, la democracia, los derechos humanos etc.
El sectarismo en la izquierda siempre la ha conducido al fracaso, cuando utilizan un pensamiento de querer imponerse antidemocráticamente, casi siempre por la fuerza, pisoteando otras tendencias y pensamientos de izquierda.
El dogmatismo no es hijo del estalinismo. Los sectarios de todos los tiempos se comportan igualitos, al no querer aprender de sus propios errores, reproduciendo siempre las viejas contradicciones ocurridas en otras épocas y espacios.
Quienes no sea capaces de aceptar la existencia de otras opiniones, de otras maneras lograr los mismos objetivos. Estarían, sin saberlo, sembrando el divisionismo.
Promover el fortalecimiento del hegemonismo tradicional, es frenar el avance socialista. Esta no es la vía de hacer entender a los demás la necesidad del entendimiento entre los revolucionarios.
La fuerza vence, pero no convence y a la larga la razón siempre se impone. Quien no este seguro de sus razones, e intente imponerse por la fuerza sobre otros revolucionarios en vez de ganar en la batalla de la ideas, más tarde o más temprano, las perderá todas.
Sectarismos hay de diversos tipos, pero el peor y mas dañino es el que se ejerce desde el poder. La falta de un mutua vulnerabilidad, de un sistema de justicia que sea realmente imparcial y no responda a lo que un pequeño y reducido grupo considera los intereses del estado y del pueblo (que no siempre son los mismos intereses), afecta el desarrollo de la sociedad. Parte de los endiosamientos de cierta elite, es una muestra de inmadurez política, más cercana a una monarquía que a una república.
Percasita11@yahoo.es