No hay que calcinar muchas neuronas para aplicar con acierto la “ley de la incuria electoral ante opuestos similares”, principio primordial del avío de los revolucionarios emergentes, esbozada en el manual “Por el camino se aprieta la doctrina”.
En el contexto político latinoamericano ha sido muy frecuente; la última, la que provocó Funes, en El Salvador (elecciones legislativas y municipales, 2012). Tan similar a su opuesto (si valoramos cualitativamente, peor que su opuesto), que la incuria electoral se hizo presente y lo que se ganó con lucha tenaz y enormes sacrificios y muertes, está a punto de perderse definitivamente. Todo, por un pelón mayúsculo en la selección de quién representaría al Frente Farabundo Martí en las elecciones. Con tantos valientes combatientes, que quedaron relegados a cargos menores, eligieron como candidato a presidente al más timorato, indoctrinado, con poco en la cabeza y menos en las colgantes, que no ha hecho sino bajar la cabeza y decirle que sí a los amos del Norte. Nada grueso para solucionar los problemas del pueblo salvadoreño; nada dirigido a revolcar la amarga historia del País; pavor ante las alianzas necesarias y mudez ante las solidaridades imprescindibles, y en el momento actual del desarrollo político ideológico de América Latina, nadie puede venir con el cuento de que se trata de una táctica para avanzar o que medidas social demócratas son revolucionarias en sí. No ha tenido de cal… sólo de arena, más de arena que Arena. Lástima no tener a mano a Roque Dalton, para presentar un texto cáustico que endosara a cualquier opuesto de la historia de El Salvador, como si lo hubiese escrito a la exacta medida de Funes.
¡Chávez si que no! La diferencia esencial entre su gobierno y los pasados es lo que decidirá siempre en el apoyo del pueblo. Pero, jerarquía abajo, la cosa comienza a cambiar. Gobernadores y alcaldes que despegaron del portaviones Chávez, han sido objeto de la incuria electoral porque sus gestiones no se diferencian de la de sus opuestos. Gobernaciones y alcaldías dónde lo distinto llega hasta donde los arropa la acción de Chávez, pero en lo específico, en lo que resuelve problemas regionales o locales, son iguales o peores que los gobernadores y alcaldes adecopeyanos que los precedieron. He visto perder alcaldías por la bobera de alcaldes, por no diferenciarse, por ser más de lo mismo, así hayan vivido la gestión proclamado su adhesión al Líder.
Lamentablemente, en la mayor parte de los casos, no hay “mala fe” de por medio ni inmediatas intenciones de saltar la talanquera. Es que no pueden, es que no dan pa´más, es que su cerebrito no les funciona. La cagan sin intención, convencidos de que lo están haciendo bien. En resumen, un problema de ideología: profundamente ideologizados, confunden medidas revolucionarias con paños calientes para mejorar el sistema, al que se deben y donde siempre desearon realizarse. No tuvieron oportunidad o no quieren adoctrinarse, estudiar, comprender el capitalismo para luchar por el socialismo, bajarse de ese mojón inconsistente llamado clase media para colocarse en el lugar debido en la lucha de clases. Y creen que se la están comiendo. A su lado, casi siembre tienen oportunistas halagadores, aplaudidores, que sí saben lo que están haciendo, cobijados por lo que llaman revolución. Durante una gestión de gobernación o alcaldía pasan varias generaciones de vivos, que se arriman pobres y se alejan, casi siempre a tiempo, ricos, dejando enormes dificultades para remontar lo que hicieron retroceder.
Desde fuera y con ojos de quienes sí saben dónde están parados en esta guerra entre sistemas, todo se ve clarito. Pero, las más de las veces más vale quedarse callado, y por eso de lo estratégico, taparse la nariz, caminar rapidito y mirar pa´otro lado, sin abandonar los espacios de poder (todos los tenemos) convertidos en trinchera, porque si no, de golpe y coñazo, acusado, calumniado, despojado, anulado, amenazado, perseguido, liquidado, según sea el nivel de resistencia. Repito, saber cuando quedarse quieto, por eso de lo estratégico, confiando en que la coyuntura aparecerá en la medida en que las actitudes alienadas se hagan realmente antagónicas con el estado del proceso (que es lo que hay que favorecer que ocurra) y los intrusos tengan que reventar en mil pedazos, y entonces a rematar felones.
Sé que por enésima vez tendremos que taparnos la nariz y votar por quienes a punta de trampa, apariencias, medios comprados y recursos de la vieja política, se labran el camino de candidatos a diputados, gobernadores, alcaldes, concejales… con la bendición de arriba. Y no es dejar de luchar, no es resignación cretina, no es cabroniar imbéciles; es combatir en el momento adecuado, en el escenario escogido, avanzando, sin entorpecer metas trascendentes, hacerlo políticamente, empujar a los engatusadores hacia la dirección de su certificada conversión en felinos y sobre todo, evitar dejarse agarrar por pendejos.
¿A que vino lo anterior? A actitudes poco estratégicas planteadas por amigos, desesperados ante la “selección” a gobernador que nos viene y por los candidatos a alcalde que se asoman. Conversamos cuando nos vemos por ahí, intercambiamos sentires y hasta aplazamos temas porque se nos hizo tarde. En este caso, no nos dio tiempo de seguir conversando del FRAP, pero se asomó que pretenden estar más allá del bien y del mal, en el plano del radicalismo inocuo y el spray retozón, y que a pesar de ser como ángeles traviesos, etéreos, leves, que no huelen ni hieden, y de tener una dieta de perfumadas flores, la ponen hediondo cada vez que pueden… ¿será verdad?