Una oposición inmadura

Mi sentido pésame:

Como dice la canción de Maná, Falta amor, la oposición no deja de sufrir. Hoy se juramentará Nicolás Maduro como presidente encargado para luego lanzarse como candidato presidencial, siguiendo la línea política del presidente Chávez. Prontamente han ido a los medios de comunicación internacional, sobre todo la diputada María Corina Machado, aquella mujer que reunió apenas el 2% de votos entre sus propias filas, para decir que se está irrespetando la constitución de 1999. Visto este asunto, y mitigado apenas el dolor, he querido escribir acerca de los elementos que justifican las primeras acciones tomadas por el gobierno interino.

¿Por qué Maduro y no Diosdado? Volviendo al pasado, tenemos que ganadas las presidenciales de finales de 2012, Chávez se fue a Cuba para ser intervenido nuevamente en ocasión de su enfermedad. Todos sabemos que ese viaje era casi una despedida, razón por la cual legó su confianza en Maduro. Aferrados a la fe, muchos creyeron que volvería sano y salvo, pero ciertamente no era nada fácil para quienes asumimos que aquel viaje posiblemente sería sin retorno. No obstante, contra todo pronóstico, pudo volver. Entonces la oposición se agrupó en torno a la ansiosa idea de que Chávez no pudiera tomar a tiempo posesión de su cargo, porque se “intuía” que la enfermedad de Chávez –que era también su enfermedad– no le permitiría cumplir con el acto protocolar, lo cual daría pie para alegar vacío de poder.

Pues esa fecha llegó tal como ellos la esperaban, con la contrariedad de que el Tribunal Supremo de Justicia dictaminó que no era preciso juramentar al presidente porque se aplicaba en ese caso el criterio de “continuidad administrativa”, que es el derecho que tiene todo aquel que ostente un cargo, a considerársele en funciones continuadas luego de fallada una decisión a su favor. Dicho de otro modo, dado que Chávez era presidente antes de las elecciones, ganadas estas seguía siendo presidente desde el mismísimo momento en que el CNE dio los resultados de la contienda. En otras palabras, no era preciso que entregara el mando para luego recibirlo y el criterio de “continuidad administrativa” (o continuidad de funciones) rompía con este absurdo. Otro aspecto de la intervención del TSJ fue que requirió establecer una nueva fecha para la juramentación, a partir de la situación “devenida”, es decir, el “cáncer” que mantenía al presidente alejado de su compromiso.

Sumados todos estos planteamientos tenemos que cuando Chávez fallece ya era Presidente de la República, y su protocolo de defunción, de hecho, corresponde –tal como se ha notado– al carácter propio de un ciudadano Presidente de la República. En otras palabras, quien falleció fue el Presidente de la República en ejercicio de sus funciones por continuidad administrativa.

Ahora bien: ¿y qué dice la constitución de 1999 al respecto?, pues que en caso de falta absoluta en los dos primeros años de mandato (recuerde que hemos dicho que quien murió fue el Presidente de la República), le corresponde al Vicepresidente tomar posesión por juramentación de la Asamblea Nacional, tal como se estará haciendo en los próximos minutos (escribo esto a las 7:01pm). Sólo le hubiese correspondido a Diosdado Cabello en dos casos muy particulares: en que Chávez nunca hubiese sido nombrado presidente (que lo era desde hace 14 años) o que hubiese fallecido faltándole apenas 2 años para una nueva elección. (Para los curiosos, todo esto está en el artículo 233).

El otro asunto corresponde a sí Nicolás Maduro puede ser candidato presidencial. A la verdad reconozco que no es fácil pensar y estar de luto a la vez. La constitución de 1999 es muy clara: “No podrá ser elegido Presidente o Presidenta de la República quien esté de ejercicio del cargo de Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Ministro o Ministra, Gobernador o Gobernadora y Alcalde o Alcaldesa, en el día de su postulación o en cualquier momento entre esta fecha y la de la elección”. (Artículo 229)

¿Qué ocurre en este caso? Pues que Nicolás Maduro no puede ser candidato presidencial siendo vicepresidente, pero qué contrariedad –para la oposición– que para cuando sea candidato (porque ahora no lo es) será Presidente Encargado y no vicepresidente. En otras palabras, Maduro es el propio candidato en ciernes –o en potencia como diría Aristóteles– y su anterior envestidura de “vice” será tan solo una excusa para que él pueda recordar a quien con tan importante obra ha preñado de amor al continente todo.

Mis saludos a todos

@azabialgo

tcuento@hotmail.com


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