Maduro, duro de tumbar

Al Presidente Maduro le han dado con todo para desestabilizar su gobierno y crear las condiciones de ingobernabilidad que faciliten su derrocamiento pero la ultraderecha fascista no ha podido conseguir su propósito después de casi lograrlo por los votos.
A su manera para no ser tumbado, Maduro se ha agarrado del capitalismo privado y de la búsqueda de la normalización de relaciones con el imperio en vez de apoyarse en las fuerzas propias de la revolución.

El excandidato perdedor, por su parte, sabe que, llegado el momento, siempre va a contar con los diferentes sectores del capitalismo privado y con el respaldo del imperialismo aunque circunstancialmente éstos acepten hipocritamente la institucionalidad democrática de Venezuela. Mientras tanto Maduro va atravezando el río, como dice la fábula, con el alacrán a cuestas.

Yo no soy un estratega político para enmendarle la plana a Nicolás Maduro, soy apenas un humilde opinador de a pié. Hay una alta dirigencia del PSUV inteligente y bien preparada que está alerta y prevenida para la defensa de sus intereses que esperamos hagan lo que tengan que hacer.

A mi juicio estamos metidos en un callejón sin salida donde cada paso que damos en la dirección de comprometernos con el capitalismo, para convivir con él, fortalece más la opción del capital en la credibilidad de las masas. Así se va matando, sin querer, la esperanza estratégica del socialismo y crece la factilidad del retorno al poder de la derecha.

Es insólito que el liderazgo del chavismo no haya asimilado autocriticamente el mensaje electoral del 14A y repita sus errores girando más hacia la derecha. La mitad del país votó por el veneno del capitalismo y estoy convencido que nuestro candidato Nicolás Maduro hubiera perdido por paliza en una campaña de un mes en vez de los 10 días que bastaron para que la amplia brecha de nuestra ventaja electoral se redujera a una insignificante diferencia de 300000 votos.

Yo sigo acompañando a Maduro no sólo por lealtad al mandato de Chávez sino porque no existe, por ahora, una alternativa revolucionaria creíble y confiable, pero reconozco que en su corto desempeño como Presidente Constitucional no hay hechos cumplidos, por parte de Maduro, que apunten hacia iniciativas concretas anticapitalistas.

Chávez impactó a Venezuela y al mundo con sus propuestas revolucionarias y logró levantar una gigantezca ola de esperanza concretada en las Misiones y otras espléndidas realizaciones sociales. Pero eso se corresponde con el mágico preámbulo de la revolución que debe ser superada y profundizada para evitar que el proceso se atrofie. Maduro hasta ahora no ha dado señales de querer dar el salto hacia una etapa más avanzada de la revolución. Ha hecho todo lo contrario.

Una cosa es que Maduro evite ser tumbado con su política de alianzas con la burguesía y otra muy diferente es el costo ideo político de su metódica direccionada a que el cambio histórico sea tergiversado y escamoteado por la prestidigitación ideológica.

Lo peor de todo es la fatalidad de la fábula del alacrán que en vez de darle las gracias a la confiada rana terminará, por la naturaleza del arácnido, inoculándole inevitablemente su mortal veneno al confundido anfibio.


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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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