¿Disciplina u obediencia?

Esta disyuntiva ha sido la maldición de los partidos revolucionarios. La dirigencia revolucionaria tiende a confundir estos términos y utiliza siempre la expresión “disciplina” con la definición de “obediencia”, y no cualquier obediencia, sino de “obediencia ciega”: que se presta sin examinar los motivos o razones de quien manda. No hay nada más contra-revolucionario que eso. Un verdadero revolucionario tiene dos características fundamentales: es profundamente democrático y fundamentalmente disciplinado, pero NUNCA OBEDIENTE en materia de decisiones y acciones que por su naturaleza deben ser realizadas democráticamente. No creo que haya dudas que la elección de un candidato es y debe ser una decisión y acción democrática, lo que supone, insoslayablemente, la participación de las bases en todo el proceso. Puede ocurrir, que la dirigencia del partido teniendo una visión clara del panorama político (que además es su trabajo) sepa quién es el eventual candidato que garantice una mejor posición en la contienda electoral, y sea la dirigencia quien proponga el candidato. Esta situación no debe excluir el debate en las bases sobre las razones por las cuales la dirigencia propone a tal o cual persona para que sea candidato o candidata. Cuando la base entienden las razones de la dirigencia y expone las suyas es cuando opera la disciplina, de lo contrario es una vulgar imposición. Bien intencionada, pero imposición al fin; y en esos casos, obviamente, se exige es la obediencia.

Quiero hacer énfasis en que no dudo que la dirigencia pueda y deba tener una visión muy clara acerca de la situación político-electoral en todo el territorio nacional (porque es su trabajo), pero lo que considero que horada la fortaleza del partido: que son sus bases militantes, es que decisiones de naturaleza participativa, sean impuestas sin más ni más y no se busque mecanismos de discusión para que las bases tengan la oportunidad de entender las razones de la dirigencia y de exponer sus opiniones al respecto.

Cuando las bases de un partido eligen su dirigencia, depositan su confianza en éstos para la conducción del partido, pero existen decisiones que no deben ser tomadas únicamente por la dirigencia, porque son muy sensibles para la militancia, y la escogencia de candidatos para cualquier cargo de elección popular genera naturales y válidas aspiraciones en quienes dedican buena parte de su vida diaria a las actividades del partido; razón por la cual es una de las decisiones más sensibles para la militancia de los partidos. En estos casos la dirigencia debe realizar una “propuesta” de candidato y exponer las razones por las cuales considera más idónea tal propuesta y dar la oportunidad del debate interno con las bases. La experiencia nos dice, que cuando se hace así, las bases en la mayoría de los casos, aceptan la propuesta de la dirigencia, porque se supone que esa propuesta responde a un estudio serio del panorama político y de las distintas variables que entran en juego en el tema electoral. Este método reduce sustancialmente, disidencias y descontentos.

¡Un partido debe reflejar por dentro, lo que predica hacia afuera!



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Juan Carlos Valdez G.


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