Hay un vacío de dirección política en la masa chavista. En los últimos tiempos, el fenómeno de despolitización se iguala al de la pérdida de la pasión, al desencanto, a la tristeza.
Si entendemos la política como la lucha por el poder, por la conducción de la sociedad, aceptaremos el párrafo anterior: a la masa chavista no se le dan orientaciones políticas, sólo chismes, lugares comunes, superficialidades. Los temas más importantes son sustituidos por trivialidades.
El imperio nos ataca, interviene en nuestra política, lesiona la soberanía. Queda evidenciado que la mud tiene relación con el gobierno gringo, que juntos construyen la política contra la Patria. Y nosotros respondemos con suavidad, sólo atinamos a una operación contra los llamados campamentos, no tocamos ni con el pétalo de un rosa a la mud, y con los gringos nos portamos como si se tratara de una pelea de vecinos en el abasto de la esquina, dos insultos y pasamos la página.
Así no preparamos, no politizamos, a la masa chavista. No la alertamos de la lucha que libramos, que reducimos a una pelea con unos muchachos en unas carpas, que son mal comportados, que consumen, que tenían unas cuantas pistolas. Y entre tanto, la agresión gringa y de la mud queda fuera del paquete, no se explica qué es lo que está en juego, cuáles son los proyectos que se enfrentan, por qué nos ataca. No se prepara a la masa para entender las nuevas agresiones, no se la dota de las razones sagradas por las que luchar.
La parálisis de la dirección es evidente: el ejecutivo no dirige, el partido está ausente. En este clima despolitizado, farandulero, trivial, surgen las desviaciones de todo tipo: el espontaneísmo, la justicia por su propia mano, los conatos de saboteo, el sálvese quien pueda, la estampida, la desilusión, la tristeza, la pérdida de la pasión.
¿Por qué llegamos a esta situación? La respuesta es clara: el diseño ideológico errado, que pretende que la burguesía resuelva el problema del Socialismo, ese deslizamiento hacia la derecha, produce, necesariamente, la incoherencia entre el discurso y la práctica, y neutraliza la capacidad de la Revolución de defenderse, la castra, le quita la fuente de su fuerza: desdibuja al Socialismo. La convierte en un fantasma temeroso, trémulo, frente a la realidad, incapaz de atacar a la burguesía, a sus agentes, a los que les suplica aceptación.
La solución es también clara, ¡RECTIFICAR! Dejar los inventos que no dan resultado. Volver al camino al Socialismo, al Plan de la Patria, pero de verdad, verdad. Ir a la esencia, que es superar el capitalismo. Aún hay tiempo, esa rectificación sólo la pueden hacer los hijos de Chávez, el Presidente Maduro, custodios del legado espiritual del Comandante. ¡PROFUNDIZAR! Desechar las ilusiones de un Socialismo que no irrite al imperio, a las oligarquías del continente. Eso no existe. El Socialismo lo deben apoyar los humildes y debe ser rechazado por los oligarcas, que ven en peligro sus intereses, sus privilegios. Esa es la única manera de salvar a la Revolución acechada por el imperio, por las oligarquías.
¡SÓLO EL SOCIALISMO RESUELVE LOS PROBLEMAS DEL SOCIALISMO!