Ya teníamos bastante con la guerra económica (que sigue tan campante); era suficiente con el terrible desfalco a Cadivi (que sigue impune); ya habíamos estado hasta el tope con las guarimbas (que se han calmado hasta nuevo aviso). Esos tres factores, cada uno por sí solo, eran motivos más que suficientes para hablar de inestabilidad. Juntos o por separado hubiesen podido echar por tierra a cualquier gobierno.
Ahora, como si todo eso fuese poco, Jorge Giordani, el más veterano de los ministros bolivarianos, ha hecho un mutis catastrófico, dejando una carta que pone de manifiesto las tensiones internas que sacuden al chavismo, ese extenso y variado cúmulo de gente que aún no logra superar el trauma histórico de la muerte de su líder. Éramos muchos y parió la abuela, dice un refrán, que en este caso se adapta bastante porque Giordani es un venerable adulto mayor de quien nadie esperaba que pariera nada a estas alturas.
La carta echada al mundo por el “nono” tiene mucho del resentimiento que provocan los despidos, los divorcios y eso que en alguna época -solo recordable por gente de cédulas marchitas- se llamaba un CVP (corte violento de patas). Es verdad, en cierto modo, es la típica carta del botado, del despechado, del que sin ser balón ha sido chutado en plena fiebre del fútbol. Pero negarse a ver la otra parte del documento –la profunda, la de fondo- es una muy mala decisión. La lastimera declaración del ex ministro de Planificación revela temas que deberían ser ventilados de una vez por todas, como el de establecer las responsabilidades por el megadesfalco de Cadivi y el de revisar cómo se han manejado las inimaginables cantidades de dinero de los grandes fondos nacionales.
Se entiende que a muchos no les guste la criatura que parió la abuela porque hay algo medio aberrado en su nacimiento. La idea predominante parece ser meterla en un sótano para que no nos avergüence. Se oye decir a alguna gente que Giordani debió plantear el asunto en privado, en el seno del PSUV, en un pequeño comité, en un conciliábulo, en fin, lavar los trapos sucios en casa. Es extraño oír eso en boca de quienes pertenecen a una Revolución en la que la participación y el protagonismo son piezas del escudo de armas y arietes de la más insistente propaganda.
Esa privacidad ya no cabe porque las consecuencias de lo que se ha hecho y dejado de hacer son públicas, son de todos. Los efectos de los errores en política económica (los de Giordani incluidos), las consecuencias de las negligencias y de los actos dolosos cometidos por funcionarios públicos y empresas (reales o de maletín) son absolutamente notorias. La gente, el pueblo, la sociedad toda está pagando por eso a través de la inflación, del desabastecimiento, de la especulación, de la paralización de muchos planes de desarrollo que son cruciales para tener alguna vez en la vida soberanía económica. No se le puede pedir a esa gente, a ese pueblo, a esa sociedad, que tolere y hasta ayude a guardar en secreto las causas y las responsabilidades de semejante situación. En especial, no se les puede pedir esa discreción a los revolucionarios y las revolucionarias porque ese cúmulo de desaciertos y delitos comprometen la viabilidad del proceso político como un todo. Éramos muchos, parió la abuela y de nada sirve negarlo.
(clodoher@yahoo.com)
Fuente: http://laiguana.tv/noticias/2014/06/21/17451/ERAMOS-MUCHOS-Y-PARIO-GIORDANI-CLODOVALDO-HERNANDEZ.html