El mito del ascenso social

Como siempre, los sociólogos neoliberales olvidan los orígenes de la sociología y se la pasan inventando todo tipo de categorías para ocultar la verdad verdadera que esconde la llamada por ellos, “sociedad moderna”. En cuanto a esto, Carlos Marx quien al parecer sabía algo de sociedades, sostiene: "En la sociedad actual, los medios son monopolio de la clase capitalista, el estado de dependencia de la clase obrera que de esto se deriva es la causa de la miseria y la esclavitud en toda sus formas" (Carlos Marx, 1875).

Unas de la mentiras más rebuscadas de los sociólogos y los oportunistas, son las tesis sobre el disparate llamado "ascenso social", con el que se busca desviar la atención sobre los verdaderos elementos que generan la desigualdad entre los hombres, como lo sostenía hace algunos siglos el filósofo francés Juan Jacobo Rousseau (Sobre las desigualdades 1712-1778) cuando se preguntaba: "¿Cómo conocer la fuente de las desigualdades entre los hombres, si antes no se les conoce a ellos?" Al parecer, a estos "interpretes" de las sociedades se les olvida que muchas de las cosas que tratan de enunciar con sus trampas posmodernistas, son sólo retazos de trapos viejos de una cobija que a cada rato desnuda la Historia. Y es que la misma Historia les da su lugar, tal como lo deja sentado el Historiador y Maestro Lucien Febvre, en su obra Combates por la Historia en la que sostiene: "Los hombres son el objeto único de la historia, de una historia que se escribe con el grupo de las disciplinas humanas de todos los órdenes y de todos los grados, al lado de la antropología, la psicología, la lingüística, entre otras, una historia que no se interesa por cualquier tipo de hombre abstracto, eterno, inmutable en su fondo y perpetuamente idéntico a sí mismo, sino en hombres comprendidos en el marco de las sociedades que son miembros" (Lucien Febvre, 1952).

Al parecer, estos macarras que hacen de las suyas con los incautos estudiantes de las universidades, que han eliminado de sus pensa el pensamiento clásico por considerarlo anticuado, como si la filosofía fuese un accesorio, mueble o traje de moda; estos individuos, así definidos por el artista René Pérez de Calle Trece, como: "Un idiota es a aquél que no aprende del pasado, un idiota es un desinformado que cree que todos son idiotas menos él”, pretenden justificar lo injustificable. Sostienen ahora que las diferencias sociales son invenciones de Chávez y en su ignorancia llegan a afirmar sin el menor estupor, que la lucha de clases es una invención del Marxismo, ¡tamaña barbaridad! También llegan a señalar que la lucha de clases forma parte del discurso de una izquierda trasnochada, nada más lejano de la realidad! Lo que no terminan de decir estos agentes mal pagados del imperio, es que sus posiciones acomodaticias sólo obedecen a la verdad que ellos representan: ocultadores de estiércol de esta maltrecha y decadente sociedad de consumo.

Estos oportunistas hacen creer a los incautos jóvenes fundamentalmente de clase media, que la pobreza, delincuencia, contrabando, escasez, marginalidad y cualquier lastre social, es obra de la Revolución y de la casualidad y que: "la gente es mala". No señor, todas estas desviaciones y perversiones sociales tienen nombre y apellido, son sencillamente las consecuencias de un sistema: el Capitalismo, que en su afán de lucro rápido y fácil no repara en los daños que causa a la sociedad, al ambiente y al planeta mismo.

Plantean de la forma más hipócrita, que estos males pueden ser superados por los mecanismos individuales del llamado "ascenso social", estos fariseos ven el árbol no el bosque, es decir, tratan de explicar que las condiciones de vida de los trabajadores son consecuencia de su falta de preparación, basándose en la frase "estudia y serás alguien". Llegan a atribuir estas desigualdades al desgastado argumento metafísico de la fatalidad; viendo el problema social de la pobreza como una cuestión inevitable: "no todos podemos ser ricos". La vida es así, "siempre han existido pobres y ricos", incluso los más osados llegan al extremo de justiciar la pobreza afirmando "los pobres heredarán el reino de los cielos".

Nada más incierto que todos estos destemplados y vacíos argumentos, son sólo trampas para ocultar las verdaderas causas de la ideología de la dominación; son tan falaces como la afirmación que sostiene: "una mentira repetida mil veces se hace verdad". Tal es el caso de la frase estúpida que repiten a cada rato en las arengas politiqueras: "los ricos lograron serlo con el sudor de su frente". ¿A quién engañan o tratan de hacerlo? Cuando saben que la acumulación de riqueza sólo es posible en las sociedades asalariadas, en las que la plusvalía es la parte del trabajo de los obreros que los capitalistas dueños de los medios de producción se “embolsillan”, y que esta relación de trabajo tiene su asiento en la propiedad privada, que por cierto no ha existido siempre.

Esta gente que se disfraza de científicos sociales, amargados de profesión y opinadores de televisión, parecen ser felices contrariamente a lo que dice la canción de Calle Trece y Silvio Rodríguez "ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo, gracias a ti y a tus ojos (...) la escasez de comida se vuelve deliciosa porque tenemos la barriga llena de mariposas (...) la vitamina B me la das tú con un beso".


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Arnaldo Guédez


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