El Chamán de la Montaña

Las verdaderas leyendas populares que llevan tras sus espaldas un legado cultural inconmensurable, a veces, las tenemos enfrente o pasan por nuestro lado, y las dejamos discurrir en sus senderos de locuras. Y cuando sus haceres ya se han ido de esta vida, nos inventamos irónicamente reivindicar sus corduras. Pasó así con Reverón, el pintor de Macuto, con el cabimero Emerio Darío Lunar y con otros tantos oníricos poetas y cultores.

Cuando un grupo de personas interesadas en la promoción del libro y la lectura en el Municipio San Francisco del estado Zulia, emprendimos la tarea de impulsar las bibliotecas comunitarias redimensionando la propuesta de la Biblioteca Nacional a partir de la elaboración de un proyecto adecuado a la realidad local, allí se dio a conocer Dimas. Su obsesión por la versificación rimada para hablar de la mujer, de la situación comunal, de Chávez o del Bolívar actual, hicieron imprescindible su presencia en los encuentros de promoción lectora, en uno de los cuales, el escritor cubano Eldis Baratute halagó la natural sencillez de su estética poética. Luego, fue distinguido con el Premio Municipal de Poesía que otorga el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

En el marco de la culminación del Plan Nacional de Lectura que impulsó Chávez en el 2002, Dimas se propuso llevar a su pequeña casa, una biblioteca. En la comunidad no había espacios disponibles para ello, y la opción elegida por él causó los roces familiares razonables por cuanto su mínimo espacio vital para compartir, los modestos estantes lo habían reducido. Fue así como el 23 de agosto de 2011 inauguramos la Biblioteca Comunitaria “Eva Golinger”. Allí, la gente empezó a ver por primera vez en su vida, libros como “El Diario de Bucaramanga”, donde se presenta a Simón Bolívar pleno de la cotidianidad doméstica; “Los Miserables“ de Víctor Hugo; antologías Poética de Sánchez Peláez y Lida Franco, entre otros.

Con ello, se estaba convirtiendo en el promotor de cultura ideal necesario para avanzar en la revolución cultural que siempre se ha demandado. Promoción de la lectura en la calle, frente a la casa para evitar que los jóvenes esquivos cayeran en la delincuencia; así como acompañar en la realización de talleres literarios en las escuelas y efectuar jornadas contra el maltrato a la mujer. Asumiendo en ese momento, con claridad conceptual y operativa lo que debía ser una biblioteca comunitaria.

Hoy, ante los embates del tiempo, la falta de apoyo institucional para acondicionar una infraestructura ideal para tales propósitos, se reinventa para decir su palabra inquieta, persistente. Y para que contribuyamos a ese fin, nos invitó a una reunión el día de ayer en la casa del Consejo Comunal de Fundabarrios, donde estuvimos presentes, Yulis Molero, Coordinadora Regional de la Biblioteca Nacional (con proyecto en mano de la “Ley del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y del Sistema Nacional de Bibliotecas, Información, Memoria e Identidad), Élida Durán, Coordinadora del Naciente Frente de Mujeres de una veintena de Consejos Comunales del área y los camaradas Albanis y Alexis Ferrebús entre otros tantos y tantas. Allí, aunque no se consumó el encuentro a cabalidad, nos presentaría a “El Chamán de la Montaña”, con el fin de que el mismo fuese al final una creación colectiva con propósitos más definidos sobre el trabajo social.

Esta leyenda popular viviente nos señala, que tal personaje surge de la intención por defender a los estigmatizados de siempre, que en su comunidad son los marihuaneros y homosexuales de los dos sexos. De la urgencia de hacerlos visibles como una realidad que habita con ellos y que merecen ser escuchados, respetados y respetadas. Pero además surge, por la necesidad de hacer más vivo el legado de Chávez, que: “debe tenerse más que en el corazón, en el hacer, en el hacer permanente para transformar la realidad”, sentencia. En consecuencia, el “El Chamán de la Montaña”, es un propugnador de la unidad y de la crítica propulsora o solidaria dentro de la revolución.

Este “El Chamán de la Montaña”, que bien podrá entenderse como un personaje, un seudónimo, o efectivamente una herramienta que coadyuve a generar cambios, advierte Dimas, “no debe confundirse con aquél que crea pócimas en un ritual de sincretismo religioso”, y debe verse ante todo como un sujeto social que va a la vanguardia embebido del espíritu del Chávez que está allá en el Cuartel de la Montaña.


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Aquileo Narvaez Martínez


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