El fascismo es un movimiento político de derecha que se organiza para la toma violenta del poder. Emerge como respuesta del capitalismo ante los logros sociales de modelos políticos socialistas, progresistas y de cambio en las relaciones sociales de poder, en beneficio de sectores explotados, pobres o vulnerables de la población.
La toma del poder por elementos de la derecha es la culminación de un proyecto que se desarrolla por etapas, de las cuales algunas son violentas y amplios sectores de la sociedad las rechazan; otras son menos estruendosas, pero absolutamente necesarias para que los objetivos de la derecha se hagan realidad.
Este rechazo de la sociedad ante prácticas violentas y violatorias de los derechos humanos, ameritan la ejecución previamente de un plan de “ablandamiento” que consiste en el desarrollo de actividades que transmiten mensajes a través de los medios de comunicación de masas: prensa, televisión, cine, redes sociales y que tienen la intención de impactar la psiquis de las personas con el objeto de crear nuevos valores acordes con el modelo socio-económico y de estado de aquellos que lo financian.
Esta etapa del fascismo penetra en la sociedad y se disemina de manera sutil al comienzo y se va radicalizando, de tal forma que culmina solo y hasta tanto se haya alcanzado la tolerancia en amplios sectores de la población, que no se percatan de la manipulación a la cual son sometidos. La tolerancia puede medirse por la reacción de la población contra hechos que atenten contra los derechos humanos, asesinatos, y garantías sociales. En las etapas que se suceden antes de alcanzar el fin último que es la toma violenta del poder político, se llevan a cabo actos de crueldad extrema como son asesinatos con saña de líderes y dirigentes, torturas y actos terroristas que producen pánico en las personas con un efecto paralizante, lo cual facilita el logro de un estado mental tolerante.
El fascismo actúa a través de un aparato de propaganda que tiene como misión lograr los siguientes objetivos:
Estigmatización: selecciona y caracteriza a las victimas de forma negativa con respecto al resto de los ciudadanos
Segregación: el aislamiento de las víctimas es importante porque es lo que permite la orfandad y vulnerabilidad ante la agresión.
Cosificación: la víctima deja de ser una persona para ser una cosa u objeto, se le despoja de su condición humana; de esta forma, la agresión es contra un rojo, indígena, gitano, musulmán, judío, ateo, santero, colectivo y facilita la aceptación social sin remordimientos.
Persecución: esta acción se ejerce de manera psicológica en el ámbito público y privado, en lo laboral, religioso, cultural, educativo. Se extiende a todos los sectores de la vida, generando cambios y actitudes que son en principio casi imperceptibles y se van intensificando hasta expulsar a las víctimas de los espacios sociales.
Exterminio: es la eliminación física de las víctimas, además de su cultura, religión, derechos humanos y políticos, aunado a la expoliación de bienes y posesiones. Los grupos estigmatizados se eliminan en tiempos distintos, lo cual facilita la ejecución con poca oposición.
Históricamente se ha visto que el fascismo avanza mucho hasta lograr la segregación, tratos crueles, asesinato y exterminio de poblaciones enteras, sin que ocurra una reacción efectiva de quienes pudieron actuar a tiempo para contenerlo y evitarlo. En este sentido, hay indicadores que reflejan el avance del fascismo en la República Bolivariana de Venezuela, como son: a) situar, estigmatizar y segregar a individuos y colectivos en medios de información de masas; b) segregar y expulsar personas de espacios públicos y privados: laborales, recreativos, educativos, asistenciales, etc; c) reacciones tibias o no reacciones de la ciudadanía ante agresiones y asesinatos efectuados contra víctimas visibles en algunos medios de comunicación de masas; y d) reacciones tardías, inoportunas o inadecuadas por parte de instituciones del estado y algunos dirigentes.
Revertir el proceso revolucionario bolivariano pasa por destruir la organización colectiva propia del socialismo para conformar el poder popular, que lo diferencia del individualismo en el capitalismo neoliberal. La satanización de los colectivos revolucionarios es una avanzada del imperialismo que hace uso una vez mas de la estrategia fascista para crear un ambiente propicio en el escenario nacional e internacional para su exterminio.
Identifiquemos oportunamente las etapas de la estrategia fascista y actuemos oportunamente con la creación de conciencia, articulación social, políticas comunicacionales y educativas, así como nuevos instrumentos legales para intervenir precoz y acertadamente con las instituciones de un estado democrático y revolucionario para detener el plan de la derecha internacional y sancionar a sus operadores en nuestro país.
judithporcar@cantv.net