La inquietud es esperanza

Cito a José Ingenieros: "Los portavoces de la moral burguesa, destinada a obstruir todo espíritu de progreso, todo cambio político, contemplan el mundo como una obra armónica; de ello infieren que el pueblo se desenvuelve en la mejor de las formas posibles, en el más perfecto de los mundos. Ese rancio optimismo de envejecidos metafísicos, que llevaría a mirar como grandes bienes las guerras, la desolación, el saqueo y las epidemias, el dolor y la muerte, ha merecido críticas risueñas, jamás contradichas eficazmente".

La moral socialista, presupuesto necesario de todos los que tienen ideales, opone al quietismo abstracto la creencia activa en la perfectibilidad; su optimismo no significa ya simple satisfacción frente a lo actual, sino confianza en la posibilidad de perfeccionar al pueblo. Lo existente no es perfecto en sí, pero marcha hacia un perfeccionamiento; para el pueblo, en particular, se traduce en dignificación de su vida. Todo lo humano es susceptible de mejoramiento; es natural el devenir de un bien mayor, mensurable por el conjunto de satisfacciones en que el pueblo hace consistir la igualdad, la libertad, la felicidad.

Afirmar que vivir en el sistema capitalista es una sociedad perfecta implica prescribir a la juventud una mansedumbre de siervos. De esa premisa escéptica partieron en todo tiempo los más hipócritas defensores de los intereses creados; mirar el instable equilibrio actual como un orden definitivo, implica desconocer que en todo pueblo existen desarmonías eliminables por una perfección ulterior.

La inquietud de saber más, de poder más, de ser más, renueva al pueblo incesantemente. Cuando ella cesa, deja él de vivir, porque envejece y muere. La personalidad intelectual es función, no es equilibrio; tiende a una integración permanente, enriquecida sin cesar por una experiencia que crece y un sentido crítico que la rectifica. Al renovarse es prueba de juventud funcional, revela aptitud para expandir el "yo" más íntimo, sin apartarse de sus caminos hondamente trazados; lo que es muy distinto del variar con el individualismo. Que sólo denuncia ausencia de ideas propias y pasiva adhesión a las ajenas. La incapacidad de perfeccionar su ideología, permite sentenciar el envejecimiento de un pueblo: implica la declinación de esas aptitudes asimiladoras e imaginativas que ensanchan el horizonte elevando los puntos de vista.

El desequilibrio de un régimen se inicia por insurgencias individuales no exentas de peligro, por cuanto importan un desacato al conformismo convencional; si esas variaciones corresponden al devenir efectivo, los ideales nuevos que las inspiran encuentran ecos centuplicadores, clarean espíritus, ensamblan voluntades, hasta que la minoría renovadora adquiere capacidad para presionar a la mayoría neutra y quita al fin el contralor del Estado a la minoría enmohecida ya por la rutina.

Federico Engels, decía: "Cuando se habla de democracia, de fraternización de las naciones, no se trata de concepciones políticas, sino de realidades sociales. La Revolución Francesa ya no era, como se imagina aún demasiadas veces, una lucha por tal o cual forma de Estado, sino un movimiento social; y, después de ella, una democracia política pura es una falta de sentido. En nuestros días, la democracia se confunde con el socialismo. Cualquier otra democracia no puede existir más que dentro de la cabeza de los visionarios (la socialdemocracia imperialista) que no se preocupan de los acontecimientos reales y para quienes los principios se desarrollan por sí mismos sin ser determinados por el pueblo y las circunstancias. La democracia ha pasado a ser un principio proletario. El principio de las masas, y entre las fuerzas socialistas se puede contar las masas democráticas".

En el pueblo, la inquietud de renovación es la fuerza motriz de todo mejoramiento; cuando ella deja de actuar, el pueblo se envilece, marchando a la disolución o a la tiranía. El progreso es un resultado de la inquietud implícita en todo optimismo social; la decadencia es el castigo de las épocas de escéptico quietismo.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Chávez Vive, la lucha sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y Venceremos!



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Manuel Taibo


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