La dominación capitalista se perfecciona con el pasar de los siglos, sus instrumentos se hacen cada vez más eficaces, con el tiempo necesita menos de la fuerza, tal es su anclaje en el alma de los dominados. Han conseguido instalar en la sociedad sus valores, sus metas, sus métodos, su pensamiento como únicos, universales, de obligatorio cumplimiento a riesgo de ser excluido, condenado al basurero. Se ha creado un mundo paralelo al que entramos por la pantalla del televisor; en esta ficción que domina al mundo real dicta la pauta el capital, el mercado. La televisión, con sus espectáculos que incluyen noticieros y programas de opinión, tiene la fuerza dominadora de una potente religión, condena y absuelve a voluntad del capital; el hombre, el humano, el individuo es un objeto a su servicio. Hoy relucen, mañana son basura, desperdicio.
Todo este aparataje de dominación se confluye en lo político, es allí que se justifica la dominación, éste es su campo de batalla definitivo. La mayor elaboración de la dominación política se manifiesta en la "democracia burguesa", que tiene la particularidad de agotarse en cierto número de años y de tener en su seno los mecanismos para repotenciarse, ese es el ritmo de las elecciones: un gobierno se agota y surge una opción que dentro del mismo capitalismo eleva la esperanza, crea ilusiones y gana las elecciones, para agotarse a su vez y dar puerta a una nueva esperanza que de nuevo se agotará. Cuando este ciclo falla viene el fascismo, y después de su gobierno fuerte, que limpia cualquier intento de rebelión, vuelve la democracia burguesa.
Este método le ha dado resultado al capitalismo en todo el mundo. Los gringos son ejemplo claro, pero también Europa, allá de tiempo en tiempo surgen esperanzas que se las lleva el viento: a los indignados, a los ocupas, a podemos, todas escaramuzas que no ponen en riesgo al capitalismo, todo dentro de la unanimidad del sistema. Dicen “es un primer paso, después avanzaremos”, y todo se disipa porque no hay avance posible: están atrapados en la "lógica del capital", en su formidable maquinaria de dominación.
Entre nosotros no es diferente, cincuenta años de pacto de punto fijo se rompieron con el aparecimiento del fenómeno Chávez. El sistema se vio seriamente desequilibrado y procuró su recuperación, en medio de la crisis (tiempo de cambio) entraron en pugna dos sistemas, el Socialismo y el capitalismo.
El capitalismo ensayó varias vías para reponer su dominación: el golpe, el sabotaje, pero sobre todo la penetración ideológica, horadar las bases filosóficas, obstaculizar la nitidez teórica. En esta empresa se confabularon la iniciativa de la pequeña burguesía en todas sus variantes, el gran capital, los neoburgueses petroleros, todos florecieron en el extravío de la clase obrera sumergida en el economicismo, incapaz de proponer Socialismo. Se inventó mucho para impedir la concreción de la batalla cultural, se olvidó el objetivo central: una nueva cultura de la fraternidad, del sentido de sociedad basada en la propiedad de toda la sociedad de los medios de producción.
Chávez, a pesar de las dificultades, nos condujo a niveles superiores de conciencia, él mismo evolucionó alcanzando las fronteras de la teoría revolucionaria, se dio la mano con el Che. En 2010, en la chocolatera “El Cimarrón” (Aló, presidente 366), en presencia de Arreaza, Jaua, Maduro, Molina, el chino Khan, Osorio, Menéndez, entre otros, nos dio una clase de Socialismo que debe ser estudiada y recordada por todos y principalmente por el alto gobierno.
Luego del asesinato del Comandante, el proyecto socialista fue abandonado, convertido en retórica, y la escena política fue dominada por dos proyectos capitalistas que se mezclan. Uno, instaurar una socialdemocracia franca, un nuevo pacto de punto fijo, de alternabilidad, he allí la explicación de la búsqueda desesperada de una oposición sana, "democrática". Y el otro proyecto, la vía violenta.
La primera opción, instaurar la democracia burguesa franca, se topa con muchos problemas: la socialdemocracia en el gobierno no puede abjurar abiertamente del chavismo que el 4 de Febrero irrumpió contra esta democracia, y por otro lado el capitalismo necesita una terapia de choque para sofocar el ejemplo del chavismo, conjurar el espectro del Socialismo que recorre a Venezuela, los cambios en la conciencia heredados, las expectativas de consumo, de buen vivir, la noción de cuerpo social conocida en Abril y en el sabotaje petrolero. Necesita acallar a Chávez que aún resuena en el aire, en las paredes, en los corazones.
Es así, hoy lo que hay en Venezuela es un circo, violento a veces, con aviones otras, con mentiras; se ofenden como en la lucha libre, puro amague; se acusan de delitos tremendos, magnicidios, golpes cruentísimos y nadie preso, ni siquiera se preocupan de disimular. Es un circo tramposo que pretende distraernos mientras vamos directo a la dominación capitalista.