Un mínimo de filosofía

Cuando empezamos a hablar de filosofía inmediatamente nuestra imaginación se traslada a Grecia y recordamos nombres: Sócrates, Platón Aristóteles o también pensamos a veces en San Agustín o Santo Tomás de Aquino. Se nos viene a la mente algún libro que por curiosidad pasó por nuestras manos, como el de Howard Selsam: ¿Qué es la filosofía? o recordamos una canción de Yellowstone & voice que escuchamos en algún bar que decía: Filósofo, los niños buscan tu estatua en el parque…

Todo parece tan familiar que nos atrevemos a decir que es fácil filosofar, y lo es.

La filosofía se hace en los libros, la hacen los especialistas y también los pueblos. Las visiones generales, irónicas, optimistas y los pronósticos de la vida política, de la naturaleza y de las maneras de pensar, están también, en el núcleo de ideas de los pueblos. Hay muchos ejemplos que se pueden extraer de la vida; pero, hay que saberla identificar, para no confundir la filosofía con el mito, con la religión o con el arte, porque si algo tienen en común estas formas de la conciencia con la filosofía es, su capacidad de integración general, de penetrar en cualquier dimensión de la vida cultural de los pueblos: en la política, en la manera de ver la naturaleza, las relaciones entre los seres humanos. Por ejemplo vi un cuadro de Dahlí donde pintaba La última cena con los apóstoles y Jesucristo, todos bien razuraditos. El arte vulnera la religión. Vi en el mercado a un Buda de barro convertido en alcancía. Por su parte, la religión también posee esas características: ser una visión general que ingresa en la naturaleza, al hombre y al pensamiento con su visión plástica y mítica de la realidad.

El cristianismo, en el génesis, expone una explicación sobre el origen del cosmos y del ser humano. En política Monseñor Romero haciendo eco de la encíclica Rerun Novarum de León XXIII y del Concilio Vaticano II, que se tradujo en América Latina con los documentos de Puebla y Medellín, en una redefinición de la opción de la iglesia por los pobres; llevó a la inmolación de Romero, quien decía en una de sus famosas homilías, demandando a los hombres del ejército: les ruego, les suplico, LES ORDENO EN NOMBRE DE DIOS. CESEN LA REPRESIÓN.

En esa visión general coinciden el mito, la religión, el arte y la filosofía. El peruano marxista José Carlos Mariátegui decía: sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza super humana; los demás hombres son el coro anónimo del drama.

Mariátegui, con la metafísica concibe que el intelecto humano, con su especulación demanda y construye cosas espirituales para satisfacer la sed humana de conocimiento y consuelo espiritual.

Eso de atribuirle a las cosas (semillas de avellana en la muñeca de los niños recién nacidos o ideas éticas) poderes sobre naturales que protegen al ser humano, está presente en las culturas desde Nueva York hasta Buenos Aires o desde Beijing hasta San Miguel.

Como hemos visto, de esa manera se hace también la filosofía, no solo con los libros, los especialistas, sino que también los pueblos contribuyen a la creación de la reflexión filosófica.

La filosofía nos da esa noción amplia, ese horizonte abierto a una mirada abarcadora. Un campesino que vive muy aislado sin energía eléctrica me dijo un 11 de Septiembre del 2001: hoy no pasó el avión de las siete; ! algo está sucediendo en el mundo!

La filosofía posee otras características, como ser: práctica, crítica y humanista. Problemas prácticos requieren soluciones prácticas. ¿Cómo se aprende a nadar? ¿Cómo se aprende a amar?

Ya basta de engaños, de demagogias políticas, como las que sucedieron en Copenhague. La muchacha canciller venezolana tuvo que sangrar su mano golpeando el escritorio para exigir y denunciar que se está fraguando de parte de los países desarrollados, una maniobra que exima de responsabilidades a Estados Unidos principalmente de los compromisos con proteger el medio ambiente planetario. No es en abstracto quien daña el planeta, deben asumir responsabilidades diferenciadas. ¿Quién emana tanto gas letal al espacio? Los países que en sus freeways de 12 carriles, las 24 horas del día, los siete días a la semana y los 365 días al año, mantienen una circulación constante de automóviles. No somos nosotros, por su puesto. Nosotros los subdesarrollados producimos el oxígeno, los alimentos, el agua, los minerales, las frutas que se hartan los países desarrollados.

Y todavía nos niegan el desarrollo, miren el caso de Irán y Venezuela. Los imperialistas nos convierten en consumidores empedernidos: se llevan los tomates nos mandan las bolsitas de salsa natura, se llevan el maíz y los frijoles y nos envían una latita con maíz o frijoles preservados, se llevan los minerales y nos mandan misiles. En esto tienen que ver los gobiernos locales que han destruido la capacidad productiva del agro y se han hecho tan despatriados y entreguistas.

La filosofía enseña a ver los aspectos positivos y negativos en la realidad, en las acciones humanas y en las ideas. Es antiguo el adagio que sostiene Imbéciles, los que se dejan sorprender por cualquier discurso. Esto lo dijo un filósofo griego de hace mil cuatrocientos años llamado HERÁCLITO. Pobres griegos, de hoy, su situación financiera, económica y social está muy quebrada. Los jóvenes desempleados están en las calles protestando; sin embargo, Tsipras lleva una esperanza de cambio.

Ese ser humano de carne y hueso, que piensa y que siente; a ese hombre en sentido genérico (hombre y mujer) debe tomar en cuenta la filosofía a la hora de reflexionar. Detrás de cada discurso, de cada religión, mito o acción política hay seres humanos implicados. Esa terrenalidad humana le compete a la filosofía. Los que ponen la frente en el suelo o toman la hostia, los que sufren antes y después de un terremoto. Que comen galletas de barro, hoy nada en Haití, como los que son perseguidos por aviones no tripulados en Afganistán o Yemen, o las que hacen las "pupusas" mientras otros están tranquilamente recibiendo clases de filosofía, aprendiendo a respetar y a reconocer a los seres humanos, independiente de su manera de pensar.

La filosofía nos enseña que es necesario dar el salto de consumidor a productor; tanto en el terreno económico como en el campo de las ideas. No basta con saber usar el celular es necesario aprender a hacerlos, fabricar computadoras, maquinaria clínica médica, bueno…

La filosofía que vamos a tratar de aprender en este curso, no es la filosofía de la sospecha, ni de la duda. Eso queda para otros; los que no saben quiénes son. Nosotros vamos a tratar de buscar definiciones de autonomía, de independencia, de pensar con criterio propio. Vamos a tratar de reencontrar al ser humano escondido en la virtualidad, en el confort capitalista. A comprar una bebida gaseosa va a la tienda de la esquina y va en su automóvil…!camine hombre! O, ¡ya se le olvidó!

A ese hombre, sumergido en la computadora y el celular: hoy hace el amor hasta con la máquina, está sentado en un extremo del aula y le manda un mensaje a su compañero que está en el otro extremo: ¡levántese hombre! si todavía puede caminar. Tóquese, golpéese las mejillas, es usted.



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