Amor con hambre no dura

El momento aciago que atravesamos hoy los venezolanos en distintos escenarios, como el material, moral y político, nos descoloca en una posición comprometida, en una encrucijada. La revolución bolivariana se encuentra en una gran apatía, en el cual las doctrinas, principios y valores que la afianzan han quedado en la retaguardia.

Aún creo en el proceso revolucionario accionado por el chavismo hace 17 años, aún hay muchísimo que hacer por un verdadero socialismo venezolano, pero, al abanico de problemas que nos agobia, hay que agregarle la acentuada confusión ideológica, moral y revolucionaria de las bases, que dilata más a la Guerra Económica. Algunos compañeros podrán tildarme de contrarevolucionario, pero no lo digo yo, lo dice el mismísimo presidente Maduro, “tienen nuestra economía secuestrada”, no solo los empresarios, comerciantes, banqueros, oligarquía, burguesía, o cómo gusten llamarlo. La tiene secuestrada el mismo pueblo, en un trágico círculo vicioso, donde impera más el “sálvese quien pueda”; “compro a 10, vendo a 100”, y un largo etcétera.

A los que consideramos que el capitalismo es el sistema inviable para el progreso material y espiritual humano, estamos sufriendo esta expresión de la peor calaña, en un país que se dice socialista, donde no hay consideraciones de ningún tipo, en la que todos somos protagonistas. Quedando aquí demostradas las fallas de la educación en estos años, con pocos vestigios de solidaridad con el otro, con los principios de equidad diluyéndose, y con la detestable y condenable “viveza criolla” dominando el escenario. Mientras, los precios de los artículos de primera necesidad siguen subiendo, sin contemplación, en una virtual liberación de precios, bajo la égida de muchos factores como la especulación cambiaria, acaparamiento, bachaqueo, contrabando, corrupción, desidia opositora, etc.

Ya muchos a diario escriben y hablan sin cesar de esos problemas. Yo quiero abordar los que siente la gente en su día a día, desde una perspectiva autocrítica y revolucionaria.

Red perversa de Supervivencia: Todos bachaqueamos

Ya es inaudito que el pueblo (que en su mayoría devenga el sueldo mínimo), tenga que joderse día a día para conseguir artículos de primera necesidad regulados (alimentos, medicinas, etc.), con subidas de precios implacables; desabastecimiento; acaparamiento, etc. También surge aquí un fenómeno no menos condenable que afecta la calidad de vida del pueblo, lo que he llamado la “red perversa de supervivencia”, en el cual, ejemplificando, ciudadanos comunes (de cualquier corriente política) que compren celulares vendidos a precio regulado por el gobierno, son capaces de venderlo nueves veces más caro arguyendo que con ese dinero “ganado”, a su vez, servirá para comprar los útiles y ropa escolar de sus hijos, pagarán cauchos para sus carros o se “darán un gusto” comiendo en la pollera de la avenida.

Esa compra - venta no es ética para nada, y, desde el punto de vista del consenso social, pongo en duda su legitimidad.

La oferta y la demanda que desgraciadamente aún galopa en nuestro país, sonriente, impone más o menos esto: si no hay cauchos y baterías para carros, entonces el que las venda de manera formal o informal, lo puede hacer (por que así se comporta el perverso mercado) seis veces más caras de lo que costó, es decir, de 5 mil Bs en PVJusto, pasa a costar en la calles 30 o 35 mil Bs. Este aumento es sin contemplación en la necesidad del comprador - consumidor. Eso es “especulación básica o tradicional”. El punto es la preocupante normalidad con la que los ciudadanos de este país están tomando este asunto.

Entonces, ¿está bien o mal comprar algo a PVjusto y venderlo 8, 9 o 10 veces más caro?

¡Está mal!

Pero, ¿Cómo reclamarle a alguien que está “pelando bolas” de artículos básicos (desde alimentos hasta uniformes para la escuela), que compra un artículo a precio regulado, para luego re-venderlo a un costo mucho más caro de su costo original con la intención de abastecerse de algún artículo básico o servicio necesarios para la vida diaria, que no conseguirá, de ninguna manera, regulado, sino a precio bachaqueado o a precio especulativo?

El bachaqueo de alguna manera se ha incrustado en nuestras pautas sociales, existiendo en muchos casos una línea frágil entre lo ético o no, entre lo que está bien o mal. La excusa perfecta para hacerse de la vista gorda.

Eso sí, tal necesidad no existe en la mayoría de los bachaqueros, hay un lumpen que no hace sino especular a placer sin mover un dedo para ganarse el dinero. Se ha creado una especie de cultura “del no trabajo”, entre variados casos, simplemente esperan que Dólar Today aumente el precio del “dólar paralelo”, y ya, listo, ganaron mucho dinero sin pestañear, aumentando 1000% a sus productos por que supuestamente el gobierno no otorga dólares; por que tendrán que reponer a “precio de paralelo”; etc, bla bla bla.

Es tan complejo este fenómeno social, que tengo que usar el término relativo, pues en algunos casos extremos el bachaqueo se podría justificar, pero en la mayoría de los casos el bachaqueo es rastrero, codicioso, avaricioso y de vagos. Honestamente, no sé en cual parte de este ciclo se deben acentuar las acciones para desbloquear o romper con este vicio social. En principio, propongo que se estudie este fenómeno desde dos puntos de vista, desde el bachaqueo por necesidad y el bachaqueo parasitario.

Lo cierto es que hoy en día está quedando demostrado que la conciencia revolucionaria y solidaria está quedando tirada a un lado. Hoy la patada especulativa y egoísta es lo que impera en nuestra sociedad. El gobierno, está quedando muy atrás, esforzándose en atender la justicia económica de los artículos básicos (comida, medicina, educación), pero con corrupción e ineficiencia en algunas instancias, y si reconoce “lo del secuestro de la economía”, es por que la Guerra Económica se está perdiendo.

Época de Sacudón

Algunos analistas, quieren hacer una comparación forzada entre el ambiente vivido en los meses antes de El Caracazo de 1989 y el momento actual. Pero no puede hacerse. Aunque reconozco que no estamos lejos de un estallido social, cada momento tiene su complejidad, y debemos preocuparnos por evitarlo en los días que vivimos.

Por un lado, estos analistas hablan de la supuesta omnipresencia de los medios estadales en el país, lo cual influye para que no se desboque el pueblo. Pero no creo que sea relevante, pues hoy la mayoría de la población (opositora o chavista) no depende de los medios "dominados" por el Estado para enterarse de lo que pasa en la ciudad, barrio o el mundo.

Al pueblo lo detiene otras razones.

Hoy, el puente de comunicación entre pueblo y poder institucional (estadal y económico), representado por los políticos aún no se ha desgastado como en los 80s. De alguna manera, los dirigentes, voceros de las barriadas, las comunas, políticos de diversos rangos, etc. establecen un enlace eficiente de interpelación entre el poder y la población, que sirve de muro de contención del actual descontento popular.

Por lo anterior, debemos estar atentos en no criminalizar las manifestaciones del pueblo que surjan en estos días, pues no todas son parte de la conspiración guarimbera de la ultraderecha. El alterado ánimo de la población y sus legítimas manifestaciones pacíficas, son algo que se debe respetar y no ser repelidas. Éstas deben ser escuchadas, consideradas, evaluadas y discutidas por esa dirigencia que aún mantiene algún poder de convencimiento en la población. Se deben respetar los gritos de desesperación, tomando en cuenta que la calle es un hervidero inflamable, no debemos esperar a que le lancen más fósforos para que se incendie.

En este sentido, estamos obligados a activar los canales de expresión de las demandas del pueblo en las instituciones públicas, asambleas de ciudadanos, reuniones de comunas y consejos comunales, reuniones gremiales, universidades y escuelas, reuniones de partidos, etc. e imponer las temáticas que más nos aquejan hoy en día. Asumiendo la autocrítica; reconociendo que existen estos problemas; planteando y aplicando soluciones de manera implacable (así como los bachaqueros parásitos, especuladores, etc. hacen con nosotros); y trabajando por cada comunidad. Así es como veo luz en este entramado social.

Tal vez ya es hora de que nuestros dirigentes asuman el peso político que les corresponde para evitar que nuestros problemas se agudicen más; y se calme la desesperanza del pueblo. A pesar del esfuerzo del gobierno (sobre todo manteniendo el gasto social y abasteciendo de insumos básicos en esta guerra) y del aliento que da diariamente el presidente Maduro, el pueblo está pasando penurias. En lo espiritual, escuchar al Comandante Supremo en sus añoradas alocuciones, pidiéndonos aguante (en un sentido de sacrificio revolucionario), pareciera que no es suficiente; que el lema “iremos a comer piedra, pero no volverán”, pareciera que no es suficiente. El pueblo está perdiendo esta batalla, y por más que se le estimule, anime, incentive, etc. no está en capacidad de aguantar esta arremetida implacable y desigual del poder económico contra el pueblo, y del mismísimo pueblo contra pueblo.

La oposición, como siempre, no da soluciones, pudiendo al menos colaborar con ello. Tal vez están esperando a ganar la AN el 6D, para entonces “contener a su gente”. Esto es, como garantes del poder político asociado a los empresarios, banqueros, mayoría de comerciantes, y en menor medida a la población que comercia y bachaquea, tiene el poder de “contener a su gente”. Pero sencillamente se dedican a dejar que el río siga su rumbo desbocado hacia la catástrofe. No caigo en la trampa de convencerme de que se está desmoronando la MUD, es una cortina de humo, pues saben que tienen el poder político necesario para ayudar a contener esta situación, pero no van a mover un dedo, por que confían en esta suerte de castigo para al pueblo, en esta agudización de la crisis, para ganar la AN a punta de voto castigo, y ¿por qué no? Para asirse con todo el poder del Estado, por cualquier vía, en cualquier momento de esta coyuntura.

Soy socialista y chavista, fiel a la búsqueda revolucionaria. Y reconozco que mientras continúe en muchos ámbitos nacionales la especulación, acaparamiento, contrabando, burocracia, delincuencia, corrupción, bachaqueo, e incompetencia gubernamental para detener lo anterior y la desidia opositora, las cosas no cambiarán. El gobierno y los especialistas se deben abocar a resolver nuestros problemas macroeconómicos y de producción pública y privada que permita mantener el gasto social y retomar el proceso revolucionario. Y cómo van las cosas, cada día cuenta para que todos actuemos en vías de resolver nuestros problemas sociales. La proyección tiene que ser a corto plazo, contundente e identificado con la mayoría; ubicando y afianzando los principios socialistas de solidaridad y democracia participativa que están tan dormidos.

 

*Licenciado en Historia, investigador y analista social

 

rogeravelas@gmail.com



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