Zamuros en la baranda

 

Se insiste en ignorar olímpicamente el pasado, cuando es en él donde nacen las enseñanzas y los recuerdos; herramientas necesarias y suficientes para navegar y volar, con un pensamiento profundo y elevado hacia el horizonte, hacia el futuro. Los antiguos romanos acuñaron una moneda en honor al Dios Janus, con un rostro que miraba atrás y otro hacia delante. No podemos auto-perdonarnos y menos auto-flagelarnos. Si nos perdonamos nos haremos más sinvergüenzas; si nos auto-flagelamos, perdemos el tiempo que debemos utilizar para superar la crisis. Nuestra crisis comienza en reconocer que tenemos un exceso de pereza, una confusión de metas, una inclinación a violentar la norma, a trancar el paso porque tenemos la luz verde pero sin darnos cuenta que no existe el espacio y en poco tiempo la luz va a cambiar; confiados en que siempre habrá un "líder" que nos haga la tarea y cuando ya no le necesitemos o enferme, simplemente lo traicionamos o le ponemos a un lado, le dejamos morir, o le damos permiso para que robe, pero que haga lo que queremos –le votamos mientras nos sirva- quien quita que un día nos ponga donde haya. Como dice un sabio amigo: "uno tiene que pedir, porque no sabe si están por darle" (sólo que él lo aplica a la conquista de una dama).

Hemos olvidado a los escritores venezolanos y su obra. Hombres como Doc Arturo Uslar Pietri "de una a otra Venezuela", Mariano Picón Salas "Comprensión de Venezuela", Miguel Otero Silva "Casa muertas" y "oficina Nº 1", Mario Briceño Iragorry "Mensaje sin destino", Luis Beltrán Prieto Figueroa "¡Joven, empínate!", entre muchas luminosas mentes que bajo este cielo existieron. Ni qué decir de l obra de Juan Pablo Pérez Alfonso, creador y Padre absoluto de esa criatura llamada OPEP. Es realmente infinito el haz de lecciones y advertencias que nos irradiaron los intelectuales venezolanos; sin desmedro ni descarte de otros autores de otras latitudes, como Don Eduardo Galeano, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes (con sus bemoles), entre muchos otros.

Los cubanos, los nicaragüenses, tan pronto alcanzaron – a sangre y fuego- el triunfo de sus revoluciones, de inmediato entendieron que nada era tan prioritario como sembrar su propio alimento, formar una generación de torneros para construir sus propios repuestos para mantener un parque automotor y agrícola que por el bloqueo no se renovaría y fomentaron la educación y la investigación farmacéutica y médica…Cada persona, allí, sabe de dónde viene el plato donde come, el agua que toma y el repuesto que ha permitido que Cuba sea hoy día, el más grande museo en vivo, en tiempo real, de la industria automotriz norteamericana. Imagino – en estos tiempos de "acercamiento" que llamo "la danza de la cobra"- a los grandes jerarcas del poder político yanqui, deleitándose ante el incesante movimiento de sus reliquias, que les habla de un pasado esplendoroso y les lleva a pensar en el Detroit aquél, cuya sola mención era motivo de orgullo para la Unión. Busquemos –con mala fe- un analfabeta, un indigente, un paciente, abandonados ¡que sea cubano! ¡No lo hallaremos!

¿Qué no llevan zapatos Nike, ni jeans, ni ropa deportiva de marca, ni tablet, ni smartphone, ni Ipod, ni carros último modelo? ¡Es cierto! Pero han sembrado su alimento, están sanos, andan en bicicleta y son una potencia editorial, deportiva, musical; y andan en bicicleta..¿qué impide que el país más bendecido por los Dioses, pueda tenerlo todo y seguir siendo ejemplo de libertad, como dice "el Himno Nacional"?

Muy sencillo: somos nosotros, el mayor obstáculo para el desarrollo autosustentable. Es conmovedor, ver la vocación suicida que tiene el pueblo venezolano, para ser su propio enemigo, para suicidar su futuro, para irrespetar las normas. Nos negamos a devolver a la tierra lo que es de la tierra, no hemos aprendido a sacar el valor real de la basura, ni siquiera nos pasa un segundo por la mente la posibilidad de la cultura del reciclaje, la reutilización, el reuso de las cosas, nos devora el consumismo atroz, derrochamos la gasolina y no queremos saber nada del día en que dejarán de regalárnosla, pero pagamos el rubí de la diadema por unos cigarrillos, un vino, un whisky, una caja de cerveza, un accesorio para el vehículo, un porro de marihuana o un gramo de cocaína, un concierto de una banda o artista; inversión de valores que lógicamente estimula el contrabando de la misma. Hasta gran parte del sentido de la amistad es una farsa: sólo somos "amigos" para llenar una agenda, ocupar un espacio en un celular, pero no somos ni solidarios ni cooperadores con el amigo. Y quien quiera saber qué es la amistad verdadera, que se atreva a leer al menos, el cuento "un amigo abnegado" de Oscar Wilde.

Por ello, al haber invertido en sus prioridades, ha invertido su realidad. Y conste, no se trata de hablar sólo de política, sino de descubrir por qué somos lo que somos. ¿De qué sirve que el país sea hermoso si nosotros nos empeñamos en no serlo?. Colombia es también hermosa , la tierra fértil y bella produce frutos varios y de calidad pero están abonados con la sangre derramada de generaciones de colombianos asesinados por colombianos. Y crece económicamente pero no crecen las mayorías. Es como un estado hidrocefálico.

No todos somos culpables – la tierra fértil y útil, ha estado sembrada de vagos y corruptos, en un 45 % ; y hoy, los pocos labriegos jóvenes, voluntariosos y trabajadores, andan copiando ese modelo "pantallero" que tanto daño le ha hecho al mejor país de la tierra. Uno ve campesinos alcoholizados, consumiendo droga, rumbeando en sus "Super Duty", bebiendo whisky costoso, con su gps y su DVD, rodeados de chicas prepago y aumentando indiscriminadamente los precios de los frutos. Hortalizas y verduras que producen, para poder con ventaja, sostener semejante ritmo de vida. ¡Ya hace rato que se extinguieron los "simpáticos muchachitos andinos" . ¿Qué falta?….dar el salto la ciudad, el progresivo abandono del campo o convertirse en alcohólicos insalvables!.


Tenemos todo para aprender que podremos ser mano, cerebro y lenguaje. Tenemos talento, inteligencia, buen humor, sentido de la generosidad, nos gusta formarnos, conocer; sí pero debemos aprender oficios, a reparar cosas, a hacer cosas, a valorar y comprar herramientas, objetos de uso y utilidad. He ahí la diferencia. He ahí el grave error. He ahí por qué los zamuros apuntan su pico nauseabundo y su oscura mirada contra la orquídea del alma y el sol de esta nación gloriosa.

Hartos son los zamuros en la baranda, que observan la lenidad, la falta de unidad, la división, la roña, de un número significativo de venezolanos que se niegan a mover una sola mano en procura de su supervivencia como entes que forman parte de una nación bendecida por los dioses con semejante gama de riquezas en fauna, flora, minería, agua dulce, etc. Estamos en 1814 –para hacer un ejercicio de imaginación- nos rodean –como en un acto desesperado del reflejo de Pavlov- una banda de sedientos gallinazos liderados por la "nación voraz"; como Guyana, Colombia, Chile, Perú, la Argentina de ahora, el lastimoso México, las sedientas isletas de Aruba y Curazao, agazapado el Estado Judío, las cenizas humeantes del ex imperio Español… y la OTAN. Por supuesto, acompañados de sus gárgolas mediáticas.

El caso de Colombia es muy particular: anda acelerando los tiempos para hallar la Paz interna, desarticular a la guerrilla (desmontar una fuerza natural de choque y contención) para propiciar luego la anunciada Guerra con Venezuela. Ya no es por la Independencia de la Patria del Libertador, por lo que pone todo el hombro, sino para abortar la Libertad de Nuestra América y regresar a las cadenas solitarias que rompieron los pueblos de Ecuador, Argentina, Bolivia, Cuba y Nicaragua, bajo el impulso audaz de la nación bolivariana. Han estado repitiendo la historia en sentido inverso y tienen urgencia de calmar el cuero seco de la larga rebelión interna, para atentar contra el "mal ejemplo" que constituye la nación vecina que "ya no hermana" como le pareciera al Libertador allá en septiembre de ese mismo año, cuando Colombia le otorgó la ciudadanía honoraria por sus servicios a la libertad de lo que un día fuera el Virreinato de la Nueva Granada.

Méritos suficientes ha hecho: tiempo ha que ha vendió masacrando a su propio pueblo, experimenta todo género capaz de superar cualquier imaginación, de concurso y tipo de delitos; está infestado de bases militares yanquis y constituye de hecho el Estado 52 de la Unión; y cuando está aburrida, solicita la dejen ir a matar gente en Corea, Afganistán, Libia y Yemen, adonde exporta su legión de descuartizadores. No sin razón –previendo el fin del conflicto interno- el gobierno colombiano; su oligarquía, hace todo lo posible por alcanzar "la tierra prometida", por obtener la partida de nacimiento como la Israel de América y se cumpla su sueño de que Venezuela sea su franja de Gaza personal. ¿Será posible que para mantener la unidad territorial, la soberanía sobre nuestras riquezas y el derecho a existir, sea necesario volver a repetir "la guerra a muerte" y convertirnos en una nación de asesinos? ¡Porque es esa la única manera de vencer asesinos!. ¿Llegará el momento de ir a la caza, al encuentro de los que una vez fueron nuestros "hermanos" para matarlos antes de que ellos vengan a matarnos?. ¿Hemos hecho lo necesario para evitarlo?. No es una percepción caprichosa, haciendo un paralelo con la historia aquella de la Independencia, estamos en el año 1814.

No es que otros vengan a hacernos la plana, la tarea; Eso no es ningún acto de caridad; es la señal inconfundible de la amenaza de un intento real de despojo, una "invasión" que va a destruir – si se les permite- cualquier noción de futuro.

Daría mi vida para no tener razón.

GABRIEL MANTILLA CHAPARRO.

Prof. Titular. Jubilado. Escuela de Letras ULA.



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