Política y educación.

La educación como ruta hacia el conocimiento diverso, la formación política, la concreción moral y ética, la búsqueda de lo estético, cita con la esencia humanística, en un batallar por la verdad dinámica, constituye el trajinar del hombre-hombre, hacia los niveles donde el aliento de la historia lo desprende del armazón ontogénico tan duro y a veces imposible de desembarazarse para tantos con tan poca proclividad a la plasticidad de la que nos habló la extraordinaria Rita Levi Montalcini.

Hombres inelásticos cognitivamente hablando engendrados en los recodos de la producción social en un largo momento sin reflejos lumínicos, meandros de la historia de la sociedad acumuladora, son el capital de éste mundo que se aferra como nunca al orden deplorable de lo hegemónico no legítimo. El capitalismo tiene sus siluetas, sus sombras, se esconden en lo retórico y desaparecen en los hechos constructivos, solo se aparecen en el hálito estentóreo que les guía hacia el poder no- poder de lo ilusorio y mezquino.

Solo ésta sociedad es capaz de elaborar en la soberbia un hecho referencial, porque nunca podrá desprenderse de la inseguridad como martirio, del irrespeto como molde de mala semblanza de lo bueno. Solo la educación para la vida, para la libertad y lo justo puede librar a las sociedades de la abominación de un hombre-castigo, de un hombre-malestar, de un hombre- atropello, y eso solo es posible en la parusía de un nuevo orden social, el socialismo como etapa inicial de mayores momentos para el hombre.

El socialismo es el orden social de la reflexión, del alejamiento de la vulgaridad ramplona que tanto se ha filtrado desde los intersticios expuestos de la carestía intelectual de la sociedad decadente, la misma que para muchos les es difícil precisar donde se inicia y donde termina, asumiendo su propio molde por el verdadero, el “revolucionario”.

Nuestro proceso está obligado en su día a día a hacer de sus ciudadanos hombres ejemplares en la acción y la elaboración verbal, reflejo todo de una educación que se desprenda, se aleje a mayor velocidad de las rémoras de un pasado que aún nos llega atropellante e invasivo, señoreándose en nuestras siluetas y más allá.







Esta nota ha sido leída aproximadamente 940 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter