Socialismo sí ¿pero por qué?

Cuando se habla de socialismo, muchos hablan de un asunto de justicia social, otros hablan de la necesidad igualdad, otros hablan de obtener libertades reales, algunos de una cuestión ética, etc. Podría decirse que el socialismo tiene de todo eso, pero es mucho más; trasciende las meras reivindicaciones: el socialismo es la ruptura definitiva con el modelo de sociedad capitalista. Simple, pero es así.
Si bien el postulado de ruptura definitiva con el modelo de sociedad capitalista es algo fácil de expresar, lo que allí en esa escueta frase está contenido no lo es tanto, y menos su puesta en práctica. Sin embargo, no es nada que rebase la capacidad creadora de la sociedad, eso sí, desde un postulado verdaderamente científico y revolucionario, radical, entendiendo esto como la necesidad de ir a las raíz de los problemas, de los fenómenos y las contradicciones sociales.

La organización social desde sus inicios ha venido en un proceso paulatino, lento pero indetenible de avance, de simplificación de las contradicciones sociales que en su seno han surgido, se han desarrollado y se han venido resolviendo.
Las contradicciones sociales que se presentan en cada momento histórico son particulares y responden a un determinado orden social, a una determinada forma de reproducción de la sociedad y a una forma particular de producción y de apropiación de lo que se produce de forma social y que se apropia de manera individual. Es justamente allí (en la forma en que se produce y se apropian las personas de dicho producto), donde se encuentra la raíz fundamental de las contradicciones de clase en la sociedad; es ese, como a algunos les gusta llamarlo, el quid de problema.

Estas contradicciones que se presentan en la sociedad pueden ser de carácter antagónico (que no tienen ninguna posibilidad de conciliación, tienen un carácter estratégico y se resuelven con la imposición de la voluntad de la clase emergente que supere los condicionantes que las hacen surgir, que en la sociedad actual la encontramos en la contradicción Capital y trabajo asalariado/enajenado); y otras contradicciones de carácter no antagónico (tienen un carácter táctico y pueden ser superadas por medio de alianzas, conciliaciones o mediante simples reformas de determinadas condiciones que las propician).

La clase burguesa en el momento que inicia el proceso de implantación de su modelo de producción parte de la necesidad de transformar la pequeña propiedad de medios de producción en una gran “maquinaria” de medios sociales de producción manejados por una colectividad de personas: la clase trabajadora. Con el advenimiento de la gran industria la producción asume un carácter social, más no así la forma de apropiación de lo producido; ésta conserva la forma de la pequeña producción precapitalista, que era producto de los dueños de los incipientes medios de producción, siendo ellos al mismo tiempo, en la mayoría de los casos quienes producían los bienes de consumo. En la gran industria capitalista, lo producido sigue siendo de los dueños de los medios de producción, aun cuando este producto ahora es fruto del trabajo ajeno.

Como dijera Marx: “La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un “inmenso arsenal de mercancías”. Este inmenso cúmulo de mercancías, tiene una finalidad básica, y no es la satisfacer las necesidades de las personas; es la de realizarse en el mercado e incrementar el Capital. La “necesidad” de acumulación de las personas está determinada por la imposición del mercado de consumir de forma compulsiva. El atesoramiento de dinero está basado en esta imposición: el dinero, aparte de tener la facultad de ser un equivalente universal con el valor de las mercancías, no encierra en sí nada más; el dinero como tal, objetivamente, no puede ser consumido, salvo de pronto como combustible para prender una fogata o como relleno para embalar objetos delicados y eso solo si hablamos de papel moneda. Pero eso no es todo, las mercancías se nos imponen como riquezas mientras no sean puestas en función de su valor de uso (o sea usadas, consumidas), pues en ese momento salen del circuito comercial, siendo desprovistas de su valor de cambio y asumiendo su valor de uso.

Es decir, si alguien compra una barra de jabón, ésta tendría un valor de cambio, sería parte de la riqueza de la humanidad solamente si se la mantiene intacta, sin usar; pero si se la destina al uso, perderá su capacidad de ser intercambiada por otra mercancía o vendida por dinero que sería prácticamente lo mismo. Es una paradoja que encierra la mercancía: no importa cuál sea su valor de uso, ellas solamente importan en la sociedad capitalista por su valor de cambio. Si alguien sacara todo su dinero del banco y lo gastara, ya no tendría fortuna, pues esta fortuna solo puede existir en tanto no sea gastada; es como ponerle a una persona hambrienta un plato de comida y decirle esto es suyo, pero no puede comerlo. Pero veamos solamente algunas cifras, antes de continuar: en el año 2011 según la Unión Internacional de Telecomunicaciones el número de suscripciones a telefonía celular alcanzó la cifra de 6.000.000.000 (seis mil millones); en este momento, según GSMA hay 7.776.076.083 de conexiones; evidentemente la cifra ha aumentado drásticamente.

El teléfono celular más costoso que encontré es el Goldstriker Phone 3GS Supreme, con un costo de 3.2 millones de dólares, algunas de sus características que permiten venderlo a ese grosero precio son: viene dentro de un cofre tallado de granito y oro de cachemira, está recubierto por 271 gramos de oro, tiene una pantalla rodeada por 53 diamantes y como si fuera poco, el botón de inicio consiste en una piedra de 7.1 quilates. Cuesta pensar lo realmente “útil” que pueda ser para las personas un aparato de esas características, salvo que realmente desde él puedan efectuarse llamadas. Por otro lado, en la India producen un Smartphone con un precio de 4 dólares; una diferencia que no amerita comentarios. Hay más teléfonos celulares o al menos líneas activadas, que personas en el planeta; es algo completamente absurdo, pero propio de la sociedad capitalista. Pero sigamos. Según la empresa Gartner dedicada a la estadística, en el 2014 el número de PCs superaba la cifra de 2.000.000.000 (dos mil millones) de unidades.

En el mundo de acuerdo con estudios realizados por Navigant Search (una empresa encargada de hacer análisis a nivel global) la cifra de vehículos supera los 1.200 millones, es decir: 1 vehículo cada 6,12 personas, si descontamos de la cifra total de pobladores que llegaba en el año 2015 a 7.349.472.000 la población entre 0 y 14 años 893.629.520, ese porcentaje aumentaría a un vehículo cada 5,37 personas. ¿Alguien se pregunta por qué el tráfico vehicular en las grandes ciudades en un caos? Y otra pregunta que se sobreviene, es también ¿por qué los sistemas de transporte masivo, como el metro de las urbes más pobladas, andan repletos todo el tiempo con ese volumen de automóviles circulando? En fin, aquí también vale la pena ver un par de datos curiosos: son muchas las marcas de carros en el mercado: Audi, BMW, Ford, MAN, Maybach, Mercedes, Opel, Porsche, Smart, Stoewer, Trabant, Volkswagen… y la lista sigue; encontré un poco más de 240 marcas de automóviles y entre ellos algunos con unos precios ridículos: Bugatti Veyron Super Sport que está alrededor de los dos millones de euros, o el Ferrari 599XX que ronda el millón y medio de euros.

Según la FAO en el mundo se produce anualmente un poco más de 18 millones de toneladas de queso, lo que quiere decir 2,44 kilos de queso por persona, lo cual es una falacia; el queso sí se produce no se puede negar, pero un porcentaje altísimo de personas en el mundo no tienen acceso a él y esa es la realidad. Otro dato curioso aquí: uno de los quesos más costosos en el mundo, si no el más costoso es el queso Pule que se cotiza el medio kilo (500 Gr.), en 1.000 dólares; es un queso derivado de la leche de burra que se produce en una región de Serbia, en la reserva natural de Zasavica.

Según cifras de la FAO del año 2007 (un poco desactualizadas, pero de igual manera muy representativas), la cantidad de animales sacrificados para el consumo humano al año es de: 50.000 millones de pollos, 2.715 millones de patos, 1.388 millones de cerdos, 1.169 millones de conejos, 648 millones de gallinas, 635 millones de pavos, 564 millones de ovejas, 402 millones de cabras, 301 millones de vacas, 57 millones de otras aves, 23 millones de búfalos, 10 millones de perros, 5 millones de caballos, 1,5 millones de camellos. En total, más de 7.968 millones de animales, sin contar los peces; más que la población mundial de personas…

Son unas cifras por demás llamativas, especialmente si se tiene en cuanta por ejemplo que por cada kilo de carne de vaca, se requieren de 15 kilos de cereales; en la actualidad más del 40% del cereal producido a nivel mundial se destina al ganado.
Si se llegara a extrapolar el nivel de consumo de los Estados Unidos al mundo, nos estrellaríamos con la realidad de que sería necesario la explotación del área de siete planetas como la Tierra para alimentar a la población.

Traje a colación esta serie de datos sobre algunos aspectos de la producción en el mundo, solamente con la intención de hacer ver cómo en la actualidad es más patente que nunca lo que ya explicaran Marx y Engels respecto al carácter caótico de la producción en la sociedad capitalista, o como fuera definido, la anarquía de la producción propia de la economía de mercado. En la sociedad capitalista la lógica es solamente la acumulación de Capital; la producción de mercancías solo responde a este objetivo. La actitud predadora del mercado devora todo lo que encuentra a su paso; los niveles de degradación del planeta son una muestra más que elocuente de ello.

Las crisis de la economía capitalista se producen no por la falta de mercancías, sino todo lo contrario, por la saturación de los mercados y la imposibilidad de realización de dichas mercancías. Si bien los medios de producción cada día son más eficientes, producen más y mejores cosas, la posibilidad real de las personas de acceso a dichos productos está determinada por la capacidad económica de adquirirlos que poseen, y al ser la concentración del capital una dinámica constante, cada día son más y más las personas que producen, pero que quedan por fuera del circuito comercial, por no tener los medios materiales suficientes para satisfacer sus necesidades.
Esto se presenta a todo nivel, desde la necesidades básicas de las personas: alimentos vestido, salud, techo y por demás las necesidades superiores, educación, esparcimiento, etc.

Esta profunda contradicción entre lo que se produce socialmente en grandes cantidades y la posibilidad real de satisfacción de necesidades básicas, es lo que hace imperioso transformar el modelo de sociedad. Las personas en la sociedad capitalista tienen un valor en tanto poseedoras de fuerza de trabajo y como mercancías, iguales a cualquier otra, se ofertan y se venden en el mercado laboral, producen los bienes materiales y posteriormente se ven impedidas, en su mayoría, para la satisfacción de sus necesidades. Este fenómeno es un problema que se incrementa día a día. Entre más tecnificada es la producción, el ejército de reserva de mano de obra (desempleados), aumenta. La producción, que es un hecho social, da paso a la apropiación individual, agudizando cada vez más las contradicciones entre los que producen y los que se apropian de lo producido.

El capitalismo no conoce de planificación de la producción, el capitalismo solo produce en aras de incrementar el Capital. Para ello, destina ingentes esfuerzos en crear necesidades, en imponer cánones de consumo, en determinar mayores niveles de gasto de mercancías, haciendo uso de innumerables ardides, como lo que se conoce por obsolescencia programada, por ejemplo, que no es otra cosa que dar a una mercancía determinada un tiempo mínimo de vida útil, para que el consumidor tenga necesariamente que renovar el producto por inservible; o la modificación de los modelos, con lo cual llevan a las personas a “querer estar a la moda”, descartando aquellos bienes de consumo, que aun en plenas condiciones de suplir alguna necesidad humana, son desechados por presión social, por no estar a la moda.

En fin, los mecanismos son muchos y muy variados, algunos en extremo sutiles, otros no tanto.
El modelo predador capitalista solo se puede combatir con la construcción de una sociedad que no se base en la producción de mercancías, sino en bienes de consumo, que no esté determinada por la acumulación de Capital, sino por la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de las personas, mediante el proceso creador del trabajo.

La alienación en la que se vive en el mundo capitalista, tiene que dar paso a la liberación de la subjetividad de las personas, al crecimiento como seres humanos, a la superación de la opresión de unas personas por otras.
 

josemejiaxxi@gmail.com



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